"Escribir es un acto de rebeldía y de osadía"
Zulema Cueto acaba de publicar sus dos primeros libros. Una novela corta y un libro de cuentos que muestran un universo de personajes que se vuelven reales por la calidad de su escritura. En diálogo con FINDE explica de dónde vienen sus ganas de escribir y cómo a la largo de los años, nunca la abandonaron.
Por Rodrigo Fernández
Zulema Cueto está muy contenta. Acaba de recibir en su casa sus dos primeros libros y mientras los tiene en las manos, los mira todo el tiempo para saber si son reales, si finalmente pudo cumplir con su sueño y de deseo de niña. "El cambio esperado", es un libro de cuentos muy trabajados donde los personajes pueden ser sorprendidos en cualquier momento por algún hecho que cambia radicalmente sus vidas. En la novela corta "El cambio esperado", el personaje principal entiende mucho tiempo después que el destino está marcado.
"Pensar lo que voy a escribir, idearlo, hacer todo un proceso mental antes de llegar al papel", dice y habla de sus procesos de escritura, la imaginación y la importancia escribir con el compromiso de que los lectores también disfruten como ella.
Un mundo de fantasía
"Desde que era muy pequeña siempre quise escribir y no encontraba temas", confiesa. Zulema Cueto dice que entonces lo que hacía era copiar "ideas de películas que veía, de cuentos que leía. Copiaba ideas y después me daba cuenta que era una copia y que no era nada original mío y ya no me gustaba". Entonces agarraba su cuaderno y lo rompía. Tenía 10 años y "un mundo de fantasía".
"Siempre fui muy fantasiosa, muy imaginativa. Entonces tenía un mundo de fantasía y tenía mucha atracción para mí", asegura y explica que "no eran estos tiempos en los que uno ve la fantasía de otro. Las ves en la tele, en las grandes producciones. Ves cosas que eran impensables cuando yo era pequeña. Todo pasaba por la cabeza.
"Uno leía, qué sé yo, desde Louisa May Alcott hasta Emilio Salgari, todas esos cuentos fabulosos y esas novelas fabulosas amarillas de Robin Hood. Digamos que la imaginación se disparaba y eso estaba ayudado porque en mi casa eran todos lectores y además por la escuela y porque los chicos movíamos un mundo de imaginación muy grande", recuerda.
"Se jugaban muchas cosas que pasaban por la creación del niño. El juego en la vereda, el juego en el potrero, el juego en la plaza. Jugar desde el polidadron hasta inventarnos personajes que habíamos creado a partir de algo que habíamos leído. Eso era así. Y aparte desde pequeña tenía mi amiga que era casi como yo, actriz nata, entonces estábamos siempre inventando cosas. Era magnífico".
"Tuve una niñez hermosa. Entonces eso favoreció muchísimo la fantasía" dice y junto con todo ese mundo aparecieron las ganas de escribir.
"Después se fue enfriando con el tiempo porque nunca estaba contenta con lo que escribían", explica y comenta que luego la vida la fue llevando por los caminos de la educación, el trabajo, la profesión y "determinados temas míos que no pasaban ni por la ficción ni por nada".
Aunque "siempre escribí pero no algo que pudiera publicarse, sino que escribía cosas que tenían relación con los temas con los que yo me había formado".
Pero tras retirarse de su trabajo y con más tiempo libre decidió largarse a cumplir su sueño de niña. "Es decir, con la cabeza puesta en función de escribir. Después de aprender también porque todo tiene un aprendizaje.
Fue como decirse: llegó el momento en que quiero dedicar toda mi energía a escribir. "Fue a partir de textos muy distintos a estos que publiqué ahora. Un poco más personales, si se quiere. Y se fue armando como de a poco", dice y señala que "esto no es lo primero que escribo, es lo primero que publico. Y ahora lo hago en la convicción de que está para ser leído, que está para ser disfrutado".
Un acto de osadía
"Siempre los procesos más que de técnica o de pulir lo que escribo, es de crear lo que voy a escribir", explica y agrega que "ahí está el quid de la cuestión. Pensar lo que voy a escribir, idearlo, hacer todo un proceso mental antes de llegar al papel".
Zulema comenta que no es sentarse "a ver qué pasa. No me siento en la computadora hoja en blanco a ver qué me surge. Siempre tiene que haber un disparador, que puede ser un hecho vivido o recordado, o es una persona que conozco o es un perfil de un personaje creíble".
La autora explica que "a partir de tanta gente que he conocido en la vida y de tantas circunstancias que he vivido se construyen personajes que tienen que ser coherentes, tienen que tener una credibilidad. Ese personaje va cobrando vida y se le pone un nombre y se le arma un escenario, mentalmente lo coloco en un lugar y esa idea me va siguiendo y hasta que ya lo tengo. En ese momento que ya lo tengo, ya sé quién es, ya lo puedo escribir. Entonces ese personaje ya está, ya tiene nombre, lo pongo en la hoja y a partir de ahí pienso, bueno, ¿qué le pasa? ¿dónde quiere llegar? ¿Cómo va a terminar esto? ¿Qué me figuro yo como final de esto. Y bueno, van surgiendo, es como que todo se va concatenando y ya sé en breve tiempo, adónde va y qué le va a suceder. Y ahí empiezan a jugarse otras cosas, porque aparecen otras personas o no, pero situaciones que sorprenden al personaje y con las que tiene que lidiar. Que son situaciones que le pueden pasar a cualquiera".
La receta que emplea funciona, porque los personajes que Zulema Cueto crea son tan reales que si uno abandona la lectura por unos minutos y estira la mano, casi hasta podría tocarlos.
"Después de tantos años y conocimiento de tanta gente, como le pasa a todo el mundo que trabajó y que socializó y que ha estudiado y que ha viajado, uno va como colectando mucha información y cuando se mueve todo el proceso creativo, la imaginación apela a todas estas cosas y uno va componiendo ese personaje", explica.
En estos tiempos donde la imaginación se fue perdiendo un poco en pos de las pantallas, para Zulema "escribir es un acto de rebeldía y de osadía porque hay que animarse a decir algo que sea totalmente distinto".
"Además en el proceso creativo se tiene que dar una cosa de no copia. Es decir, estamos invadidos constantemente y permanentemente por ideas nuevas. Entonces es muy difícil aislarse de todo ese contexto para hacer algo novedoso. Ni hablar si le decimos a una inteligencia artificial que nos componga un personaje. Se acabó la imaginación. Entonces es difícil. Es decir, de tantas películas vistas, de tantos libros leídos, de tantas imágenes vistas, sobre todo la imagen porque nos pega, te sacude y se queda en tu cabeza.
Dos libros para empezar
Su primer libro de cuentos, "El cambio esperado", "nació en un viaje. Todas situaciones que yo vi, que percibí en un estado de vacaciones, es decir, receptiva, con ganas y disfrutando. Entonces, es un proceso que se dio solo, natural, y en este viaje fui viendo, apreciando, disfrutando del paisaje y me fueron surgiendo cosas que están plasmadas en el libro. Yo las distingo. El lector no, el lector puede pensar que todo se me ocurrió, que es una imaginación mía", dice.
Algo que destaca en su escritura es la posibilidad de un universo propio que rodea a sus personajes. "El universo de personajes nació con Marta, que es el primer cuento. Ese escenario que pinta el cuento fue disparador y relacionó todo lo demás con mi propio viaje. Es decir, fue un viaje imaginario a este lugar donde vive Marta y desde ahí me enganché con los distintos personajes que fueron apareciendo y a la vez lo conecté con el viaje que yo estaba haciendo en ese mismo momento, surgió todo en ese mismo momento", explica.
En cuanto a su novela corta, "El designio de Natalio", "surge con un tema que me sugieren en mi taller literario que tiene que ver con un huesito humano. No surgió de la nada sino de una anécdota de mi infancia con mi mamá".
"Toda esta aventura que vive a partir de una cosa mágica. Porque es algo que no podría ocurrir en la realidad. Es todo ficcional. Es algo que le sucede a él que no tiene una explicación, va más allá de lo normal".
Lo sobrenatural, lo mágico, también son cuestiones que destacan en su escritura. "A todos en la vida corriente nos pueden pasar cosas que son mágicas. Pasa que uno a veces vive en una vorágine de trabajos, de preocupaciones, de obligaciones, y cumplir y no tenés lugar o no te das espacio para lo mágico pero lo mágico existe más de lo que nosotros pensamos. Hay que verlo, sentirlo, imaginarlo", asegura.
Como lectora confiesa que lee de todo. No tengo algo que me pueda definir. No soy licenciada, gracias a Dios no me puedo atar a ningún esquema, ni a ninguna categoría. Si se me pone en algún lugar es porque alguien que a lo mejor sabe me define, pero no tengo una definición desde lo literario", explica.
"Como escritora, escribiendo, y como lectora leo de todo. Me fascinan las novelas históricas y todo lo que tenga relación con los hechos históricos reales. La novela histórica me parece fascinante, me gusta la ciencia ficción y también las cosas que no son tan ficción. Algún drama también entra en mi lectura. Me fascinan las cosas de la ciencia, me fascina la física pero no soy una experta en nada. Lo hago por gusto puedo leer algo que no tenga absolutamente nada que ver con lo que estoy escribiendo en el momento trato de diversificar, de leer de todo".
Como escritora, le encanta escribir sin límites. "No me siento atada a nada por esto mismo de que no soy licenciada. Entonces, es como que tengo menos obligación de hacer las cosas de determinada manera.
Pero "trato de hacer las cosas bien, no atadas reglas pero escribir con un sentido, escribir bien".
Sobre el final reflexiona y si bien está muy de moda decir "el universo dirá, no es lo mío decir el universo, pero es un ejemplo. Uno suelta las cosas y después ve. Ojalá guste, ojalá el lector lo pueda disfrutar, se pueda reír. Yo me reí mucho. No todos tenemos el mismo humor pero yo me reí mucho y me divertí escribiendo esto. Me gustó, lo sigo leyendo y me sigue gustando. Eso es lo que aspiro para el lector, ojalá guste".