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Para llegar al despacho del Intendente ahora hay que sortear algunos obstáculos: oficinas construidas ad hoc y filtros humanos. El cambio de orientación de la mesa histórica, las paredes pobladas de Galganos y un Carpani que mira de frente al Intendente le ponen brillo a la luz escasa. Es jueves por la noche y hace frío. José Eseverri prepara un mate y abajo se sienten las palmas. Familiares y amigos de José María Galván y otras víctimas de violencias incomprensibles piden justicia frente a la casa política de la ciudad. El los escucha y no sabe hasta que se va que la firma del reclamo quedó en los escalones de mármol del Palacio. Ese mismo despacho que a esas mismas horas fatigó durante dos décadas Eseverri Helios ahora tiene la impronta de la sangre que corre como por otro río. Eseverri José blanquea las diferencias con su padre. Le duele profundamente la crítica de Alem. No digiere la relación con los ruralistas desde el escrache. Y asegura que si no se ama esa función se la abandona a los diez días. Dice que alguna vez lo elogió Horacio Verbitsky y que sigue coincidiendo estructuralmente con Kirchner Cristina.

-Hay mucha gente muy sorprendida por el viraje de su gestión. A nivel ideológico, en lo que hace a las alianzas, al trato con la gente. Usted ha recibido a sectores que han presionado con reclamos, cosa que jamás hubiera hecho Eseverri Helios. ¿Cómo maduró ese cambio?

-Yo nunca sería una caricatura de mi viejo. Nunca voy a dejar de ser yo. Jamás negué mis diferencias. Nunca dije que era igual que mi viejo. Poca gente debe haber hablado tanto como yo con él de política y del Estado. Estuvo ese acuerdo de que yo no fuera nunca su funcionario y construí mi carrera política en otro lado. En un lugar de construcción de consenso. Aprendí a hacer política de otra manera. Muy distinta a los 40 años de política de él entre interregnos militares. Además, estamos en una sociedad distinta. Y que quede claro: mi viejo jamás hubiera cedido a una presión. Yo tampoco. Hubiera estado mal de nuestra parte no haber recibido a la gente que presionaba.

-Su padre nunca los recibió.

-Bueno, ponele. Yo asumí con carpas en la puerta. Y les dije que con las carpas no hablo. No se negocia bajo presión. Y ahora tenemos una relación con el sindicato de municipales que es modelo.

-A tal punto que el secretario general del gremio anda en una camioneta municipal.

-No, pero eso ha pasado permanentemente, eso no es novedoso.

-Se ha vuelto súper eseverrista el secretario general.

-No, no creo, porque acá viene y defiende los porotos de los trabajadores. Es un sindicato que está en condiciones de proponernos cosas y eso a mí me sirve muchísimo. Hoy tenemos un director que conocí gracias a que el sindicato un día nos invitó a comer al taller vial, lo conocimos, era un hombre que estaba más cerca de la jubilación que otra cosa y hoy tiene funciones de conducción. Pero no cedo a las presiones. Porque, más allá de que soy el Intendente, acá está el Estado.

-Volvamos al principio: la sorpresa en el cambio de rumbos. Muchos de lo que lo votaron a usted votaban la imagen y el estilo de Helios. Pero hoy Helios está absolutamente ausente. ¿Es una contradicción ante la gente?

-Lo que se heredan son las conductas. Hay poca gente que como yo pueda tener a la hora de la gestión las mismas conductas que mi viejo. Estoy convencido absolutamente de seguir con lo que yo mamé de chico. Le puede gustar a la gente o no, se decidirá dentro de cuatro años pase lo que pase. No hay muchas personas en condiciones de continuar con esos preceptos. Perón decía que las doctrinas pasan y lo importante son los principios. Para eso hay que adaptarse a las épocas. El primer gobierno de mi viejo no tiene nada que ver con el de 2003 a 2005. ¿Eseverri era distinto? No: tenía capacidad de adaptarse. Yo tendré cosas distintas a mi viejo, te lo debo reconocer. Pero no voy a renunciar a actuar como soy. Yo jamás voy a intentar actuar como Helios Eseverri. Sería una falta de respeto a la gente, a mi viejo, a la memoria. Lo peor que se le puede hacer a la sociedad es no regenerarse, que es lo que hacía mi viejo. Hoy la sociedad es muy distinta. Estos pibes que están en la calle ahora no estaban en el 83 en una marcha de este tipo. Estaban en otra cosa, pero porque tenían otra vida, otra expectativa, no les habían pasado los 90 en sus familias. Si nosotros gobernamos modelo 83/87 estamos al horno. Destruimos la ciudad. Y si vos no amás esta función a los diez días te vas. El día que se muere mi viejo en Canal 5 sacan un discurso en el que dice que para gobernar Olavarría hay que amarla. (Se le quiebra la voz y se emociona profundamente) pasa eso... si no sentís eso, no podés estar acá. A mí me joden mucho con que me voy, con que no quiero ser intendente. Lo que hay que hacer es las cosas lo mejor posible por la ciudad que amás. La ciudad tiene que tener otro intendente, distinto. Y es una mentira que él no viajaba. ¿Sabés dónde se descompuso mi viejo?

-Sí, en el Uruguay.

-Mi viejo se descompone cenando con Ivoskus en Uruguay. Una gran mentira, una gran fábula que no viajaba. En los últimos cuatro años, con la relación con Kirchner, viajó muchísimo. Por eso no voy a renunciar a ser yo ni voy a estar mirando todo el tiempo a ver qué carajo hacía mi viejo para gobernar.

-Pero usted sabe que hay un rumor generalizado que asegura que usted en cualquier momento se va a Nación o Provincia y lo deja a Chango Alem como intendente.

-Primero eso sale porque yo tenía una vida política provincial, tenía dos años para ser senador y lo dejé. Sabía a qué renunciaba. Pero jamás verme sin ganas. Yo disfruto la ciudad. Mirá, mi viejo se quedó muy tranquilo el día en que le dije que yo estaba dispuesto a ser intendente. Pero vos vas a dejar lo que vas a ser en la Provincia... sí, lo voy a dejar. Y en diciembre de 2011 lo van a ver, voy a estar acá. Para él era todo un tema quién heredaba la ciudad, sobre todo por las conductas en el gobierno.

-¿No se hubiera quedado tranquilo si era Chango?.

-No, yo no te puedo afirmar eso.

-Convengamos en que su padre, que lo debe estar mirando bastante obsesivamente de acuerdo con lo que él era, se debe pegar unos sustos bárbaros...

-No creo, bah qué sé yo, no sé, puede ser... se debe divertir... (se ríe) Hay mucho mito con mi viejo con cosas sobre todo ideológicas, que supongo que es a lo que apuntás.

-No me hable de mitos porque lo conocimos muy bien y lo vimos actuar durante 20 años. Mientras usted se formaba en el consenso, colgaba en su cuarto la tapa de Página 12 en blanco por el indulto de Menem, su padre detestaba a los militantes de derechos humanos, sostenía a rajatablas al Pájaro Ferreyra y a otros impresentables, y quería encarcelar a los chicos de 12 años. ¿Discutía estas cosas o no se hacía problema porque usted estaba cómodo y lejos?

-Yo he hablado mucho con mi viejo de estas cosas. Mientras estuve en el bloque del radicalismo incidí para que el bloque nunca votara las leyes de Blumberg. Y está en las versiones taquigráficas. Y las posiciones que sostuve en algunas materias ya como presidente de comisión fueron elogiadas hasta por tipos como Verbitsky. En eso puedo mostrar dónde estuve parado. En contradicción con mi viejo en algunas cosas, habremos estado, sí.

-¿Discutían?

-Sí, claro. Obvio. Y yo también he tenido mi evolución intelectual, ideológica. Pero cada vez que tuve que levantar la mano sé dónde y para qué la levanté. Y me hago cargo de eso. En la gestión uno pelea por incorporar esas cosas.

-¿Cree que se le esfumó parte de su capital político en su adhesión irrestricta al Gobierno en medio del conflicto con el campo?

-Lo peor que podía haber pasado en ese momento es que yo no actuara de acuerdo con mis convicciones. Yo no especulo y me podés creer o no. Creo que en la Argentina se terminaron discutiendo otras cosas. El tipo que viene a hablar conmigo sabe que lo que le digo es lo que pienso. Y en una sociedad hipócrita ése es un valor agregado.

-¿Es consciente de que mucha de la gente que estaba en la ruta y frente a su casa en el escrache lo había votado?

-No. Eso no es cierto. ¿Dónde está el 10 por ciento del Pro en la última elección? Ahí. Los que me conocen saben que yo sostengo hace tiempo que por propia decisión desde mi viejo tenemos un electorado de base cada vez más popular. Hay gente que no puede vivir si no hay un conflicto. Aparecen, generan la violencia, en este caso fue la violencia de los que más tienen. Pero hay otros sectores que no tienen ese nivel de movilización y de violencia con los que uno habla permanentemente. Yo durante el conflicto hablé con muchísima gente. En estos días cené con un empresario de transporte de nuestra generación. Y él tiene un montón de ideas innovadoras y dice que hay que hacerlas con el sindicato. Antes el sindicato era un problema. Esos son los cambios, es una realidad y un futuro distinto. Esto le falta a la ciudad. Están tratando de regenerar el centro industrial de Olavarría. Yo en todo este tiempo he visto realidades de otras ciudades. Y hay lugares donde Olavarría no está. Me hubiera gustado que estuviera en la Unión Industrial de la Provincia. Y por qué no estamos. Nos falta invertir el 5% del tiempo de los empresarios en la construcción de capital social. Pero va a aparecer. Desde acá se rechaza la reforma tributaria. Pero eso se discutió en una mesa con el Gobernador y Olavarría no estuvo.

-¿Hay una falla del nivel dirigencial?

-Yo no los voy a calificar. Hay empresarios más modernos y otros menos. Estos años han sido brutales para Olavarría. Las cifras de desempleo, cómo copiamos de la peor manera el modelo económico. Para amortiguarlo hay que ir a un modelo de desarrollo diversificado, con más innovadores. Les cuesta un montón exportar, por ejemplo. Los dirigentes empresariales nuevos van a salir de un modelo distinto. Yo no los voy a elegir. También es cierto que veníamos de un país y una Olavarría muy vinculada al comercio y los servicios, y ahora está la oportunidad industrialista. Que no debe ser sólo la minoría del cemento.