Diciembre, un mes donde "todo se intensifica: lo bueno, lo no tan bueno y también lo doloroso"
No todos viven las fiestas de la misma manera, eso está claro. Sin embargo, para ninguno pasan inadvertidas. Sin dudas, independientemente de lo que cada uno experimente, a todos nos invaden las emociones, los sentimientos diversos y también los múltiples significados de lo que representa esta celebración. ¿Qué es lo que tanto moviliza en esta fecha? La licenciada María Ludmila Real aporta una mirada desde la psicología.
Las Fiestas "se viven de diferente manera, cada uno de nosotros transita Navidad y Año nuevo de manera peculiar y el registro que cada persona tiene de ellas está empapado de nuestra historia, parece ser algo obvio y justamente la Psicología nos invita a mirar por sobre lo obvio", propone la psicóloga María Ludmila Real.
Y expone que "ambas fechas, al ubicarse a fin de año, cargan con el peso de generar un balance del tiempo que se va, acompañado de las expectativas del que está por venir con todo lo que ello implica: miedo, ansiedad, incertidumbre, motivación, expectativas, desafíos, etc.".
Diciembre no es un mes cualquiera. Culmina un año y se acerca otro nuevo. Algunas personas transitan esta fecha con entusiasmo y alegría, pero otros la toman como una carga que los fatiga física y emocionalmente. Sobre el final de diciembre emergen los sentimientos más guardados y todo se hace más visible.
"Esperanza, tranquilidad, alegría, nostalgia, temor, tristeza, angustia, enojo, cansancio, desesperanza, alteraciones del humor, pérdida del sentido de la vida, entre otros, suelen estar presentes y fuera de nuestro control en muchos de nosotros y en nuestros seres queridos. Un rasgo distintivo de estas fechas es que todo se intensifica, todo conmueve más, lo bueno, lo no tan bueno y lo doloroso", explica la licenciada María Ludmila Real.
Y analiza que "regulamos nuestras emociones de manera cotidiana sin tener mayor conciencia de ello y esta época de emociones intensas exige que esto se realice con un nivel mayor de autoconciencia".
Balances
¿Qué es lo que tanto moviliza en esta fecha? "Tanto en el plano social como a nivel individual está la idea de que debemos hacer un balance de nuestro año, algo tan inútil como plantearnos que el lunes vamos a empezar la dieta, ya que si emprendemos cosas nuevas y generamos cambios es porque algo en torno a nuestro deseo se ha movilizado y no porque comienza un nuevo año", explica la psicóloga María Ludmila Real.
Y dice que "sin embargo, no podemos dejar de poner en la balanza aquello que logramos y aquello que no hemos alcanzado por diferentes motivos al llegar esta época del año. No está mal tampoco hacerlo, pero dependiendo de la manera en que cada uno lo haga esto puede ser constructivo y enriquecedor o desalentador y frustrante".
En este camino, la profesional expone que "es importante que de hacer un ‘balance del año’ hagamos hincapié en nuestros logros significativos, nuestros aciertos, fortalezas y debilidades pensando en que si no hemos logrado las metas que nos propusimos durante el año podemos reformularlas en nuevas metas realistas y alcanzables".
Por otra parte, "identificar y discriminar nuestras emociones y sentimientos y poder conectarnos con estos sin juzgarlos como positivos o negativos nos permite ser conscientes de que están y que pueden alterar nuestro bienestar en estos días".
Detonante de emociones
Los preparativos previos a la cena, la compra de regalos, la elección de la música o el lugar en donde se hará la reunión suelen ser algunas de las actividades que funcionan como una especie de detonante de emociones en esta época.
A veces, en las reuniones familiares, la gente se junta y se divierte, pero también se ponen de manifiesto los vínculos que hay dentro de la familia. Cuando son buenos, la Navidad y el Año Nuevo se convierten en momentos lindos para compartir, pero cuando subyacen relaciones conflictivas se transforman en un problema, y poco a poco comienzan a aparecer muchas rivalidades.
"Culturalmente existe un mandato social que indica que las fiestas se deben pasar con gente, amigos, encuentros familiares, mesas largas y brindis interminables. Esto lleva a que se construya un ideal que muchos no pueden alcanzar y genere malestar. Las fiestas se viven igual, más allá de las diferencias sociales y culturales porque están los mismos sentimientos en juego", explica María Ludmila Real.
Y dice que "por diversos motivos, viajes, situaciones laborales o situaciones familiares muchos no tienen con quien compartir Nochebuena o Año Nuevo y otros deciden pasarla en soledad. Ninguna persona debe sentirse obligada a participar de una celebración familiar si no tiene el deseo de hacerlo. Debemos aprender a decir que no y evitar exponernos en situaciones que no estamos dispuesto a aceptar solo por cumplir con tradiciones o compromisos que no tienen sentido para nosotros o que nos generarían malestar".
En este sentido, apunta que "en general nos cuesta decir que ‘no’ por culpa, para evitar dar explicaciones, por inseguridades, por temor a que nos insistan o dejen de querernos y de esta manera casi sin pensarlo vivimos en función de los demás. Es saludable que nos preguntemos qué queremos, qué podemos y qué compromisos asumimos con anterioridad para evaluar lo que sí podemos hoy y lo que podemos dejar para después".
Desde su mirada, la psicóloga plantea que "las emociones se convierten en nuestra brújula. Si decimos mucho que sí y sentimos enojo, hartazgo, estrés, tensión, incomodidad probablemente hubiéramos preferido querer decir que no, aunque automáticamente por hábito aprendido dijimos que sí. Para quienes quedarse solo es una elección podrá disfrutar de este momento de soledad como guste, pero para aquellos que no lo eligen pueden buscar la manera de que esto no se vuelva una situación difícil haciendo cosas nuevas que nos den bienestar, tomar un papel activo y transformador y no quedarse atado a los pensamientos, a lo que pudiera haber sido y no lo fue".
La búsqueda del sentido
Las Fiestas nunca pasan desapercibidas. La Navidad por ejemplo "es una contradicción en sí misma ya que la alegría que nos puede provocar empezar con los preparativos de cuántos somos, quién viene o adónde vamos, qué cenamos también nos lleva a transitar angustia o nostalgia cuando nos enfrentamos a la ausencia de aquellos que partieron, que se alejaron o la vida llevó por otro camino y el que eligió no estar. Las sillas vacías duelen…", asegura la licenciada María Ludmila Real.
Y expone que "son esos momentos en que las ausencias se hacen presencia y si bien no están presentes físicamente ese día es uno de los tantos donde mas nos acompañan, quizás no de la manera que hubiéramos deseado. No hay que olvidarse que aunque podemos llorar por las sillas vacías también podemos abrazar a los que están y se merecen nuestra sonrisa. En las sillas vacías hay un espacio que aceptar, que abrazar y que nombrar sin temor. Hay que buscar un espacio de calma y de paz y eso no necesariamente implica obligarse a estar alegre".
En este punto, "como decía Sigmund Freud en ‘Un cuento para Navidad’: toda fiesta celebra a la vez un duelo y un pacto. El primero es por algo perdido: los que no están, lo que no se logró. El pacto es un nuevo arreglo con la divinidad, sea Dios, la vida, la contingencia, el estado de cosas, lo irremediable, lo imposible, etc. En ambos casos, nos sigue convocando a desafiar al futuro".
Mas allá de lo que experimentemos en estas Fiestas, "las emociones que abordamos, los pensamientos, las sensaciones el desafío es dejarse llevar, permitirse experimentar aquello que se nos presenta, sin negarlo, regulando nuestras emociones sin olvidarnos que nosotros tenemos un papel activo y transformador frente a lo que nos sucede. La invitación es buscar el significado que tienen estas fechas en cada uno de nosotros y respetar el significado que le otorga la gente que tengo a mí alrededor. Centrar toda nuestra energía y atención en aquello que nos otorga placer en cada fiesta para atravesar lo más placenteramente posible dichas experiencias".
Por eso, la Lic. María Ludmila Real invita "a pensar ¿qué sentido tienen las Fiestas para cada uno de nosotros?, a conectarse con ustedes mismos y desde allí elegir cómo transitarlas. Desde este lugar aquello que parece algo tan obvio deja de serlo. ¡Que la fe, la esperanza, la paz y el amor habiten en nosotros y que en el año 2020 procuremos tener muchas razones para estar bien!".