Dos supuestas tarotistas chilenas habrían estafado a olavarrienses
Hay quienes les habrían entregado dinero, joyas y otros elementos para acceder a los "trabajos" de salud, amor y dinero ofrecidos por las supuestas estafadoras. Los damnificados buscan alertar ante casos futuros.
Las historias que se reproducen en esta nota corresponden a personas no identificadas, precisamente porque no existen denuncias penales, ante la imposibilidad de probar una entrega que, a modo de despojo y abusando de la buena fe de seres tal vez debilitados por alguna circunstancia puntual, se realizó entre cuatro paredes y sin que mediaran testigos. Sin embargo, vale la pena reflejarlas en el intento de que la inocencia y credulidad de quienes se transformaron en víctimas simplemente no se repita a futuro.
El primero de los casos se habría producido en febrero con una mujer que se alojó, con toda su familia e incluso personal de servicio, en un hotel céntrico donde ocupó un departamento y atendió a decenas de personas durante unas semanas, el 90% de ellas mujeres.
A S. no llegó a sacarle nada más que el gesto de decepción y bronca que todavía exhibe hoy cuando rememora cómo le creyó. La mujer era "muy amable, muy educada" y luego de consultar las cartas, previo pago de 50 pesos, llegó al problema amoroso que había movilizado la consulta. Le hizo llevar, sucesivamente, dos huevos con nombres y fechas identificatorias atado con una pertenencia del hombre que la desvelaba, un algodón frotado por su cuerpo y, ya sobre el final, un ramo de ruda con una ramita de romero. Con dotes de ilusionista, puso ante sus ojos tierra extraída del algodón y una especie de lazo negro entre los huevos, que atribuyó a "un trabajo para separarlos".
¿La solución? Obviamente, pasaba por un "contratrabajo" para unirlos, al que la dama en cuestión no accedió sencillamente por no disponer del dinero solicitado. Sin embargo, el regateo escondido tras formas amables habría sido constante. "¿Y no tenés nada de valor?", fue la pregunta más repetida, seguida por "¿A qué te dedicás?" en el intento de canjear servicios o bienes por los espejitos de colores que la estafadora movía ante los ojos de sus eventuales víctimas.
Para llegar hasta allí, la supuesta profesional convencía de que "uno tiene que ofrendar algo de valor, algo querido, porque cuando ofrendás eso, más rápido son los resultados". Algo así como el "Dar hasta que duela" de la madre Teresa de Calcuta, aplicado en forma totalmente "trucha" y en beneficio propio, obviamente.
M. -que se cruzó con S. en el living ambientado como sala de espera durante el verano- pasó más o menos por lo mismo, pero a ella habría logrado engatusarla: para alcanzar su objetivo, le entregó en mano cuatro anillos de valor que habían pertenecido a su familia.
"Ayudas", ¿por cuánto?
El segundo caso es más reciente y tal vez por eso, más escandaloso en su resonancia. La supuesta tarotista y vidente -que muchos han localizado a través de Facebook, donde sigue anunciando sus "bondades" para "ayudar" al prójimo- alquiló un departamento céntrico en forma particular y abonó a su propietaria dos meses por adelantado, todo a través de su esposo, también de origen chileno y de entre 40 y 45 años.
Esta vez, la supuesta profesional del tarot intentó infructuosamente publicitar sus servicios en este Diario, donde no le fue posible acreditar una matrícula habilitante para ofrecer curas, un detalle ético que la responsabilidad social de esta empresa exige ante ofertas de dudosa concreción, sobre todo cuando se relacionan con la salud.
La mujer se instaló en la ciudad el 13 de junio último, recién llegada de Mar del Plata. Amable, muy educada y con una charla fluida, amena y obviamente envolvente, fue hilvanando su negocio entre quienes requerían sus servicios. Los que observaron la situación dicen que durante el tiempo que estuvo en Olavarría al lugar llegaron autos de alta gama y hasta habría quien llegó a pensar en depositar en sus manos cifras cercanas a los 800.000 pesos, a cambio de que la "iluminada" salvara a un hijo de la droga.
C. llegó al lugar acompañando a una amiga que iba a tirarse las cartas, y nunca supuso que ella misma iba a terminar siendo víctima. "Mi amiga pagó 50 pesos y, la verdad, no le acertó en nada. Cuando la quiso enganchar con un trabajo, le dijo que salía 5.000 pesos, pero que a ella se lo podía hacer por 1.200". Como esa parte no le había dado resultado, haciendo gala de una habilidad increíble para la manipulación, la mujer desvió su atención hacia C., alabándole la ropa que llevaba puesta. Ahí le encontró el punto débil: las pilchas las vende ella, de manera particular, y terminó entregándole ropa por cerca de 2.000 pesos, cobrando sólo 450 por esa deuda, y con la bronca de ver cada día a la hija de la tarotista, posando en una foto de Facebook con la campera que virtualmente le robaron. La promesa era que le iba a pagar por semana, pero el sábado posterior al Día de la Independencia, C. comprobó con sus propios ojos que nadie respondía al timbre del departamento al que había llegado "por un volante que me pusieron en el auto. Y viste cómo somos las mujeres, tenemos ese momento de tontas, de debilidad... Así me fue".
"Se fueron entre la noche del lunes 8 y el martes 9 de julio", narra otra mujer que tuvo relación con la familia chilena en esos días y que llegó a conocer detalles de la vida personal de la tarotista, que habría funcionado como una verdadera ilusionista que exhibió ante los ojos de los más crédulos coágulos de sangre y otros elementos destinados a vencer resistencias.
K. llegó al lugar buscando recuperar la salud. Y terminó dejando en sus manos una elevada suma de dinero producto de sus ahorros, joyas y una tablet. "Ella sabe cómo jugar con tu debilidad, te va enroscando para llegar a su objetivo; si hasta te propone ''apostar'' plata propia para conseguir que vos lleves la tuya", describe una persona cercana, convencida de que la metodología es calcada en todos los casos.
M. se asustó cuando la mujer la presionó diciéndole "¿vos querés perder tu salud?", y accedió al nuevo pedido económico para, paradójicamente, mejorar sus condiciones económicas y su vida laboral. Ya antes le había exigido un celular, pero como ella no estaba en condiciones de comprarlo, le había entregado uno propio.
Trabajo, amor, felicidad, salud: todos coinciden en las necesidades y de eso sacó provecho la supuesta tarotista. Otra de sus víctimas fue V., una joven a la que, de arranque, le solicitó 1.000 pesos a cambio del "trabajo", además de dos perfumes Carolina Herrera, uno de hombre y otro de mujer, y una valija que la chica cambió por una especie de bolso de viaje.
Eso no fue todo. Cuando las señales de la próxima partida ya eran evidentes, le pidió que le adquiriera una tablet y un par de zapatillas Nike para su esposo, que le prestara la tarjeta de crédito y luego ella le iba a ir reintegrando el dinero. Había otra condición: debía hacerlo acompañada por ese esposo, algo que la joven no aceptó.
Eran las 4 de la tarde del lunes 8, y coincidentemente, el hombre que había alquilado el departamento -que supuestamente se movilizaba en una camioneta de marca japonesa que siempre permaneció en la cochera- salió con dos bolsas negras, grandes, diciendo que llevaba ropa al lavadero. Se fueron esa misma noche, o en la madrugada del feriado, dejando las luces encendidas y una valija, con la que habían llegado, abandonada en el lugar.
Los "damnificados" han comenzado a contactarse, pero desconfían de que puedan llegar a todos los que visitaron a la ilusionista. "No es problema para la gente que sólo se tiró las cartas: la cuestión son los que ella logró enganchar para el ''trabajo'', le entregaron valores y resultaron defraudados en su buena fe", reflexionan ahora, convencidos de que "no existen posibilidades de denunciar, porque es la palabra de uno contra la de otro; es algo improbable. Precisamente por eso se valen de estos artilugios, y hacen ''entrar'' a la gente. Lo único que nos queda es alertar para que estas cosas no vuelvan a pasar".