El Centro Industrial Maderero de Olavarría cumple 50 años de vida
Se creó el 19 de noviembre de 1966 y Pedro Capri formó parte de la primera comisión directiva. Hoy recuerda aquellos años con nostalgia y confiesa que la carpintería es su vida.
Pedro Capri recuerda aquellos tiempo con nostalgia, mientras muestra una fotografía del primer encuentro que hubo para crear el Centro que nuclea a los carpinteros y trabajadores vinculados con la madera. "De todos, cuatro seguimos estando vivos: Néstor Langiano, Juan Amer, Osvaldo Campomenosi y yo", dice.
Pedro recuerda aquel encuentro como si los años no hubiesen pasado. "Fue el 19 de noviembre de 1966 y el impulsor fue don Salvador Pastore. El me invitó a formar parte y nos reunimos todos en su carpintería". Hasta poco tiempo antes había funcionado en Olavarría el Centro de Patrones Carpinteros, pero se había disuelto. "Incluso el tesorero de ese Centro tenía unos pesos guardados que los entregó para que sean parte del CIMO".
De la primera reunión surgió otra, "en la parrilla La Tranquera que quedaba sobre avenida Del Valle. Eramos más de 100 carpinteros, un montón. Ahí se formó la primera comisión directiva, a dedo... así empezó todo. Es más, nosotros fuimos la primera cámara adherida al Centro Comercial (ahora Cámara Empresaria de Olavarría)".
¿El objetivo? "Unir a la familia. Y gracias a Dios todavía seguimos". De todos aquellos integrantes, Pedro Capri y Osvaldo Campomenosi continúan en la actual comisión, como presidente y revisor de cuentas respectivamente.
"Somos pocos de los viejos y necesitamos que los jóvenes participen. Son socios, pero por ahí no se quieren involucrar en comisiones ni en compromisos. Es una lástima, pensar que en aquellos años nos sobraba gente, todos querían estar. Creo que había más entusiasmo, ahora la gente está más ocupada en otras cosas".
Más de seis décadas
Pedro lleva 61 años trabajando con la madera. "Ya me tendría que haber jubilado hace nueve años, pero ni me di cuenta", confiesa entre risas. Es que, la carpintería es su vida. Allí, en la calle Saavedra casi Colón, Pedro trabaja junto a Hugo y Mario. "No son peones ni empleados, son compañeros de trabajo. Son buenos carpinteros y buenas personas, que es más importante que lo primero".
Su formación de carpintero la adquirió en la "vieja Industrial, en la calle Umberto I, ahora Coronel Suárez. Primero se llamaba Escuela de Artes y Oficios, después pasó a ser Industrial y cuando se trasladó a la autopista se llamó Escuela Técnica. Pero para oficios, fue ésa. El alumno iba ocho horas por día, mañana y tarde; teníamos todas las materias. Eran cuatro horas de práctica con buenos maestros, y el mío fue Manfredo Di Giácomo. Lo tuve entre 1955 y 1957, sin dudas un verdadero artesano y carpintero para trabajar la madera", recuerda.
"Mientras iba a la escuela Industrial también trabajaba. Yo vivía en las quintas y cuando llovía era imposible andar en bicicleta por el barro, así que venía a pie. Iba siempre con el mameluco azul, un bolso y una regla T que sobresalía. Un día una señora me paró y me preguntó si iba a Industrial y si estudiaba para carpintero. Le dije que sí y me pidió que le hiciera una repisa. Acepté, pero yo no tenía idea de cómo hacerla, así que consulté con el maestro y él me dio una mano, y ese fue el primer trabajo que hice. Tenía 13 años. Egresé de Industrial, trabajé en una fábrica de muebles y a los 21 años abrí mi carpintería".
El trabajo de carpintero cambió desde aquel entonces. "Ahora las maderas nobles escasean y son muy caras. Además, el carpintero tiene que ser un artesano para poder trabajar un tronco, un rollizo de madera, y convertirlo en un mueble o en una puerta".
El mueble madera maciza "requiere madera natural. Es costoso. Nosotros tenemos apilada manera de hace más de 30 años. Son exóticas, casi no se consiguen, como la caoba boliviana o caoba africana. Hay gente que todavía está dispuesta a hacer esos trabajos. Y también hay demanda".