Las olas inmigratorias han forjado a las comunidades de nuestro país. En Sierras Bayas, entre las décadas del 20 y del 30, llegaron 60 inmigrantes que trajeron a sus familias o las formaron y se integraron a la comunidad serrana, alcanzando los 200 integrantes. En esa época, Checoslovaquia era una sola nación y así desde dicho país llegaron checos, eslovacos y moravos (actualmente ese antiguo territorio está dividido en dos países: República Checa y Eslovaquia).

Por estos días, la comunidad checoslovaca sierrabayense está viviendo un reverdecer con la reparación del Monumento de la colectividad (ver nota aparte) y con el acto de homenaje brindado a los inmigrantes originales que están vivos: Juan Trnavsky y Esteban Simkovic.

El acto realizado el martes 27 de diciembre fue muy emotivo. Allí se reconoció a Trnavsky y a Simkovic, ante la presencia de familiares y descendientes de checoslovacos sierrabayense, amigos y vecinos. En el acto, Trnavsky dijo que "es un recuerdo muy grande cuando el monumento de los checoslovacos fue inaugurado, ya que mi madre fue la madrina. Esto a mí me llena de alegría y emoción, de ver a todos, parece que resurgiría otra vez... Cuando vi tanta gente me emocioné, casi me pongo a llorar. Los primeros checoslovacos llegaron acá en 1922 , mi padre vino en el 27. A mi madre el pueblo lo impresionó y cuando entramos acá dijo "las casas no tienen techo..." (risas), porque en Eslovaquia las casas eran con techos a dos aguas, por la nieve".

Por su parte, Simkovic expresó que "nosotros llegamos con mi madre y mi hermano en 1936. Mi padre ya estaba instalado acá, trabajando en la fábrica, por lo que fue fácil llegar... Después yo estudié en la Escuela 14 y en la Industrial. Trabajé en la fábrica Calera Avellaneda y después en la de San Martín. Nos radicamos en el barrio Catriel y después nos dieron una casa en barrio Paragolpe en el año 1938. Es muy emotivo este reencuentro, uno se emociona un poco. Uno va cambiando un poco, sus formas, sus pensamiento. Yo viajé tres veces a Europa: en 1981 hice un viaje con mi padre, después volví en 1995 y en 1995, donde estuve con mis familiares. Con ellos me comunico por teléfono unas cinco veces al año, con mis primas".

El viaje de Melisa

Entre quienes estaban en el acto de homenaje a los dos inmigrantes eslovacos se encontraba Melisa Sottile -sierrabayense cuya abuela era eslovaca y vivió en la localidad serrana-, quien tomó la palabra para contar los detalles de un viaje realizado a la tierra de sus ancestros.

"Yo soy la nieta de Isabel Illas (su nombre en eslovaco era Alzbeta y era más conocida como Beta), que era eslovaca. Me decidí estudiar ruso en 2011 y tenía el sueño de practicarlo en Rusia. Así fue como en 2014 emprendí un viaje de 70 días por países de Europa del Este. Ese viaje fue tan improvisado que no esperaba realmente poder conocer a mis parientes eslovacos a tan sólo tres días de mi regreso. No tenía prácticamente datos sobre mis parientes. Sólo una foto del año 1998 (donde estaba un primo lejano) y varios documentos en eslovaco. El primer paso que di fue encontrar a un eslovaco que me hiciera de traductor porque yo no hablo eslovaco, que se llamaba Peter. El segundo paso fue ir de Bratislava a Nitra (más o menos una hora de viaje) y ese traductor me prometió llevarme a la región donde estaban mis parientes, aunque no tenía prácticamente nada, estaba sin datos; y el tercer paso fue pedirle ‘papi, por favor mandame ya lo que tengas..., escanéamelo y mandámelo’, y llevármelo conmigo a ver si conseguía ubicarlos. Entonces fui a Nitra, una localidad rodeada de pequeñas aldeas, con campos de girasol, muy bonitos... Peter me pasó a buscar por la terminal y viajamos al pueblo cercano de Jbrany, que es el lugar donde nacieron mi abuela y mi tía abuela. Fuimos a una pizzería, donde hablamos con la moza y Peter le preguntó en eslovaco, con la foto hace 20 años: "¿Conocés a este chico que está acá?’, que era el hijo de la señora con la cual que mi tía abuela estuvo allí hace 20 años. Y para nuestro asombro ella dijo "sí, es amigo mío, vive ahí..." y nos señaló una callecita, y con el traductor fuimos.

"Cuando golpeamos la puerta de la casa, una señora preguntó del otro lado ‘¿quién es?’ y el traductor le dijo "Es Melisa, de la Argentina, buscando a sus parientes". Y ella, que se llama Eva, abrió el portón y me pegó un abrazo, como si me conociera de toda la vida. Entonces entramos en su casa y en su living lo primero que veo es una foto mía y de mis hermanos de hace muchos años, donde yo tendría 12 años... Fue muy impactante saber que en una pequeña aldea de Eslovaquia... había una foto de mi familia (risas). Después de eso ella se larga a llorar mientras me nombra a mi abuela Beta y a mi tía María... Sabía vida y obra de mi familia... a través de la cartas que se mandaba con mi tía... nos tenía muy presentes. Estaba sorprendida de cómo esa mujer conocía a mi familia y yo no conocía nada de la suya.

"Después, cuando estábamos en la cocina, abre una alacena y saca un jarrón, y me lo entrega. ‘Esto es para tus papás’, y yo le pregunté ‘¿qué pasó?’. ‘Lo que pasa es que cuando tu tía abuela vino hace 20 veinte años, no tenía suficiente espacio en el equipaje (ya que ella le había regalado el juego de seis tacitas con el jarrón)’, me respondió, por lo que ella tuvo espacio sólo para traer las tacitas, la azucarera y la tapa del jarrón... pero el jarrón había quedado en Eslovaquia. Entonces ahí me enteré que tenía que llevarme en mi equipaje el jarrón...".

"Decidí compartir este relato con ustedes para inspirar a todas las personas que piensan que es increíblemente difícil volver a la tierra de donde vinieron sus abuelos y encontrar a alguien... Hay que buscar información y tener el coraje de tomarse el avión, ya en Eslovaquia conocí personas increíbles que tienen mucho interés en que alguien vaya y diga "soy de Argentina... quiero conocer a mis parientes...’. Es muy emocionante".

El Monumento de los Checoslovacos

El Monumento a los Checoslovacos en Sierras Bayas se encuentra ubicado en el parque de la bicisenda frente a la iglesia Cristo Rey.

La escultura es una obra de arte cinético (que tienen movimiento o parecen tenerlo) diseñada por el escultor eslovaco Milan Dobes (quien tiene 87 años reside en su país), quien nunca llegó a verla.

La obra -construida en empresas industriales de Olavarría- estuvo expuesta en una muestra realizada en la ciudad de Buenos Aires en 1970. Luego Dobes decidió donar su obra a la ciudad de Olavarría como gran reconocimiento a la gran colonia de checoslovacos radicados en Sierras Bayas, donde se encuentra actualmente, y adonde llega por gestiones del ingeniero Mario Garrone y el Municipio de Olavarría.

La inauguración oficial del monumento que homenajea a la colectividad checoslovaca se realizó el 11 de febrero de 1979, en el marco del centenario de la localidad de Sierras Bayas

Los efectos del paso del tiempo sobre el Monumento motivaron a la colectividad checoslovaca de Sierras Bayas a proyectar tareas de refacción y mantenimiento.

Para ello contaron con el gran apoyo de la empresa Cidegas -de capitales checos y con una planta fabril en el Parque Industrial Olavarría- y en especial de su gerente Zdenek Sykora, quienes realizaron los trabajos de manera desinteresada, a través de un sierrabayense integrante de la empresa, Javier Biagini.

Conservar por siempre nuestras tradiciones y cultura

Raúl Cernak (*)

Realmente me siento muy contento por el éxito del reconocimiento realizado a los dos inmigrantes checoslovacos y quiero agradecer a todos los descendientes que se hicieron presentes en dicho acto, ya que un pueblo sin cultura es un pueblo sin futuro.

Es por ello que quiero dar a conocer tanto a las embajadas de la República Checa como de Eslovaquia que la única escultura de la Argentina a los inmigrantes checoslovacos no es solamente propiedad de los descendientes de Sierras Bayas, es patrimonio de los 40.000 corazones checoslovacos que llegaron a nuestra tierra y de las embajadas encargadas de conservar nuestra cultura.

Nuestra pequeña colonia de inmigrantes y descendientes checoslovacos no está registrada jurídicamente como colectividad, nuestro compromiso va más allá de un simple papel. Nuestro compromiso es el juramento sagrado hecho a nuestros abuelos y padres de conservar por siempre nuestras tradiciones y cultura.

Con la ayuda privada de la empresa Cidegas Vitkovice, hemos logrado conservar por muchos años más este monumento.

También quiero mandar un afectuoso saludo a Radio Praga y Radio Eslovaquia, que han ayudado a conocer nuestra historia, y saludo a la República Eslovaca por sus 24 años de independencia.

Toda persona que renuncie a su cultura y tradiciones no es digna de pisar el suelo donde nació.

(*) Raúl Cernak es un sierrabayense hijo de eslovacos e integra el grupo de la colectividad checoslovaca encargado de la reparación del Monumento.