Que sea rollers: la vida sobre cuatro ruedas
Son fanáticos que recorren la ciudad y conforman una comunidad que se reúne no sólo con el fin de patinar. Libertad, compañerismo y amistad sobre las cuatro ruedas en línea.
@rodrigofernand
"A la re, a la refalosa con patín es otra cosa, yo quiero andar en patín por la calle San Martín", resuena en mi cabeza todo el tiempo mientras pedaleo detrás del grupo de patinadores que forman parte de la comunidad R4L. Parece inevitable que el recuerdo de la melodía de Cantaniño se convierta en la banda de sonido de una crónica que pretende no sólo contar cómo es ser un roller, sino también cuál es la sensación de recorrer la ciudad sobre cuatro ruedas en línea. Pero antes debo hacer una salvedad: a los patines no me subí, aunque no descarto hacerlo en cualquier momento.
A rollear
El sol se ocultó lenta pero inexorablemente en este otoño que parece invierno. Ya son casi las 7 de la tarde y espero para conocer a los integrantes del grupo de rollers R4L, la comunidad de patinadores de Olavarría que muy de a poco comenzó a sumar adeptos en su perfil de Facebook, y en la actualidad ya son 1.200.
El grupo de seguidores más activo se concentra todos los martes y jueves en el Monumento a San Martín (en Brown y Vélez Sarsfield) para salir a rollear. Los que recién empiezan o quieren comenzar a aprender se acercan los sábados al Parque Alberdi, donde entre mate y torta van conociendo la técnica necesaria para tomar la calle.
El primero en llegar al lugar de reunión es Marcelo, quien, además de oficiar de coordinador, es uno de los ideólogos de la movida que cuenta con más de 80 patinadores activos.
Marcelo es un tipo al que le sobra alegría y buena onda. No para un segundo y derrocha una simpatía que se le nota genuina. Mientras nos sentamos y estaciono a nuestro lado la bicicleta, cuenta que llegó a los patines a los 39 años gracias a su hija, que por entonces tenía 11. "Dale papá, acompañame a patinar", le decía y él, cansado de correr detrás, decidió subirse a los rollers. Allí nacería una atracción por el deporte, una pasión, que sigue creciendo. "Me picó la pasión", dice mientras Ana se acerca y se acomoda al lado nuestro.
El coordinador de R4L se define como un autodidacta que comenzó a rollear con un par de patines comunes y poco después, cuando sintió que comenzaba a "profesionalizarse", la búsqueda se enfocó en un par que tuviesen las comodidades y los materiales que acapararan sus necesidades.
Comunidad de patinadores
El origen de la comunidad R4L se remonta a aquellos días en que Marcelo se involucró con un grupo de chicos que ya patinaban juntos. Allí no sólo fue aprendiendo las diferentes técnicas de la disciplina, sino que además se cruzó con Juano, con quien se plantearon seriamente desarrollar un espacio que nucleara a los patinadores.
Juano llega al Monumento a San Martín cuando ya estamos listos para salir. Enseguida se suma a la charla para contar que empezó a rollear a los 22 años "viendo videos en Internet". Ya pasaron tres años y reconoce que los patines eran una cuenta pendiente en su vida. Después comprobó que "la movida era más grande" y se plegó a un grupo de patinadores. Pero pronto todo iba cambiar al conocer a Marcelo, que recién se había calzado los rollers.
A dos años de la creación de la comunidad de rollers, reconoce que "más que grupo, era un peña", y se ríe... Aunque pronto se conectaron con otros grupos del país para ir reuniendo información de cómo se debía hacer para coordinar con la gente, los eventos y los recorridos. Para Juano, "la gente es la que hace el grupo; nosotros tenemos un poco más de experiencia y somos como agentes multiplicadores".
"La idea del grupo fue, desde un principio, nuclear a todos los patinadores sobre rollers en Olavarría", acota Marcelo, ya que veían patinadores solos por los parques o en la calle. Fue por ello que, tomando el ejemplo de ciudades más grandes, donde ya se habían conformado comunidades alrededor de la pasión por patinar, lo adaptaron a Olavarría.
Primero fue un "boca a boca, y después con cartelitos en los gimnasios", recuerdan. Hasta que la página de Facebook estuvo online y entonces aumentaron los chicos que tenían intención de reunirse para patinar.
En su origen, R4L tuvo un solo recorrido y luego armaron otro como una salida para principiantes, "para que la gente que iba aprendiendo se pudiera sumar, con menos distancia y un poco más lento", explican.
En la actualidad, La Urbana, una salida rápida de 20 kilómetros, se lleva a cabo los martes desde las 19 y está pensada para rolleros más experimentados. Mientras que La Serena, una salida de dos vueltas de entre 8 y 10 kilómetros, se realiza los jueves también desde las 19. La salvedad está dada porque en La Serena se pueden hacer las dos vueltas o sólo una, o sumarse a las 20.30 cuando se parte hacia la segunda salida.
Explicar la pasión
Sentado entre ellos, esperando para salir, me doy cuenta de que los domina una felicidad que se ve a simple vista. No hay más que mirarlos a los ojos para saber que los motiva una pasión profunda. Marcelo intenta explicar en pocas palabras qué los motiva a subirse a los patines, cuál es el secreto de la camaradería que los une. "Es como estar jugando un rato, como volver a ser chico", señala y, emocionado, aclara que "me remite a la infancia".
Ana tiene 49 años y cuando se enteró del grupo dijo "me compro unos rollers y voy". Ahora, mientras me cuenta qué la hizo sumarse a R4L, se acomoda las coderas y las rodilleras. "Es un despeje, un cable a tierra; te desconecta, te sentís libre", dice, y luego habla del compañerismo en la comunidad R4L.
"Lo bueno es que no tenés horario definido para salir", dice Marianina, que tiene una hija de 7 años y hace cuatro volvió a patinar, tras apuntar que además del deporte es una actividad al aire libre que le despeja la cabeza.
A mí me sigue dando vueltas en la cabeza la frase de Marcelo y no puedo dejar de pensar en que patinar es como volver a la infancia. Sentirse libres y sin preocupaciones. Como cuando éramos chicos y no teníamos nada más importante que jugar.
Zona Cero
"Es el espacio más integrador de R4L", dice Marcelo a propósito Zona Cero, un lugar de aprendizaje donde se reúnen los patinadores que recién se suben a las cuatro ruedas en línea. El espacio funciona en el Corsódromo del Parque Alberdi, todos los sábados por la tarde, y allí los patinadores comparten experiencias. "Los más avanzados en los rollers les pasamos nuestros conocimientos a los chicos que están empezando", cuenta Marcelo. La idea es prepararlos para que "puedan salir a la calle a dar una vuelta, y de ahí en más van creciendo".
Zona Cero, una espacie de escuelita para los rollers, recibe a gente de todas las edades, aunque es importante destacar que los chicos deben ir acompañados por un adulto responsable y las edades van desde los 9 años a los 50. O sea, todos aquellos que están interesados en subirse a los patines para disfrutar de la sensación de libertad.
Diccionario Roller
-R4L: comunidad de Facebook que reúne a los fanáticos de los rollers en Olavarría.
-Zona Cero: la "escuelita roller" que se encuentra en el Corsódromo.
-La Urbana: dícese de una salida rápida para rollers experimentados ("liebres"), de unos 20 kilómetros con una duración de 2 horas aproximadamente.
-La Serena: recorrido de una extensión de entre 8 y 10 kilómetros para patinadores que recién se inician. Se realizan dos vueltas de la extensión indicada. Algunos realizan las dos vueltas, y otros se suman sólo a la primera o a la segunda.
-Torturollers: aquellos que recién comienzan a andar, sin experiencia, lo que los lleva a andar un poco más lento. Casi siempre realizan el recorrido de La Serena, aunque algunos también se animar a sumarse a "La Urbana" cada tanto.
-Liebres: llamados así por los "torturollers" por su experiencia en el andar y la velocidad con la rollean "La Urbana".