El Instituto Nacional de Estadística (INE) confirmó que Bolivia cerró la gestión 2024 con un crecimiento económico de apenas 0,73%, el segundo más bajo de los últimos 36 años, una cifra que representa solo el 20% de la proyección oficial del Gobierno, que había estimado una expansión del 3,71%.

El economista Fernando Romero, presidente del Colegio de Economistas de Tarija, analizó estos datos y advirtió que el país no enfrenta únicamente un “enfriamiento” económico, sino que atraviesa una contracción severa, producto del desgaste del modelo basado en gasto público y renta extractiva.

“Hemos logrado el segundo crecimiento más bajo desde 1989, solo superado por el de 1999 (0,43%). Es una señal clara de que el modelo económico está agotado y ya no puede sostener ni el crecimiento ni la estabilidad fiscal”, señaló Romero.

El especialista recordó que el crecimiento de 2024 no solo quedó por debajo de la expectativa gubernamental (3,71%), sino que también se ubicó muy por debajo de las proyecciones de organismos internacionales: el FMI esperaba un 1,6% y el Banco Mundial un 1,4%.

Según Romero, la situación es más grave porque el país ha tenido que recurrir a las reservas internacionales y liquidar reservas estatales de oro para financiar el gasto corriente, incluyendo la importación de carburantes y el pago del servicio de la deuda.

“Estamos frente a una economía que requiere urgente estabilización. La caída de las exportaciones, la falta de dólares, la crisis de combustibles y la pérdida de confianza en los mercados externos muestran un escenario crítico”, alertó.

Romero también recordó que Bolivia ha sido incorporada en la lista gris del GAFI, es uno de los países con menor libertad económica y alto índice de corrupción, según organismos internacionales, y recientemente ha recibido bajas calificaciones crediticias.

“El primer semestre cerró con indicadores negativos en todos los frentes. Este es el contexto más difícil para el segundo semestre y evidencia que el modelo económico vigente ya no tiene capacidad de respuesta”, explicó.

En este marco, el economista advirtió que la coyuntura podría empeorar si no se toma un rumbo diferente tras las elecciones presidenciales, y planteó la necesidad de cambiar tanto el modelo económico como el político para superar la crisis estructural.

“Primero hay que estabilizar la economía, salir de la crisis y luego construir un crecimiento sostenible que no dependa solo de materias primas. Lo que se requiere es confianza, apertura, inversión y Estado de Derecho”, concluyó.