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Al sur el puente hermanos Emiliozzi empezaba la recorrida el "huevo frito" de Alfredo Andreu, al norte lo hacía el castigado Peugeot 504 de Juan Domingo Marinangeli. Una buena parte del equipo se subía al Dodge 1500 del zurdo al que le encantaba dar pases con el borde externo y casi la mitad cargaba en el auto del entrenador.

Salvo los jueves, y tal vez los viernes, así se juntaba para entrenar al pie del lugar donde la Ruta 226 se acerca un poco más al cielo aquel equipo de Sierra Chica que hace 25 años ganó el último campeonato de la Liga de Fútbol de Olavarría. A veces también iban a Parque Norte, donde los árboles por entonces eran tan pequeños que los usaban como improvisados conos.

Moldeado casi artesanalmente por el "Toro" desde fines de los 80, "scouteando" (término que en aquellos tiempos no existía, como tampoco existían los teléfonos celulares) jugadores donde nadie los buscaba, sumando algunos pibes de las inferiores, reclutando algunos empleados del Penal, se fue consolidando un equipazo.

Aniversario ideal para un reencuentro que no es tan infrecuente. El entrenador, el arquero, una de sus grandes figuras y un cuarto protagonista (Alfredo Andreu) no pudo asistir porque lo demoró un problema familiar en el momento de la cita.

"Me acuerdo de cómo llegaron algunos, y no de otros. Ismael debutó en el 87 y yo tomé el equipo en 1988. Había que ordenar un poco la cosa. Subsistían varios jugadores veteranos que necesitábamos cambiar y eso era complicado y no teníamos preparador físico en los entrenamientos, pero de a poco fuimos haciendo. En el 89 se armó un equipito como para dar pelea y definimos una clasificación con Racing por penales. Ahí la gente se empezó a entusiasmar y el equipo a tomar forma" relató el "Toro" Marinangeli.

En Sierra Chica no hay nadie que haya dejado escapar de su memoria el trío más mentado que pudo haber caminado por esas calles: Alfredo Andreu - Juan Carlos "La Mona" Giménez - Sandro González. "A mí me recomendó mi cuñado, Felipe Sánchez, para Racing, pero me dijo que si no quedaba en Sierra Chica tenía un amigo como entrenador" recordó "La Mona".

"Y así fue... se quedó y no se fue más" acotó el "Toro".

Alfredo Andreu, formado en las divisiones inferiores de Ferro, fue rescatado de Frutas Susy que jugaba los desaparecidos campeonatos de la COFAO, y Sandro González (compañero de Tero Di Carlo en Estudiantes) llegó del fútbol de Campaña. A Víctor Villar el DT lo vio en un picado entre empleados del Penal.

"A Sandro lo miraban todos medio de costado cuando lo traje porque lo tenían como un vago bueno, pero vago. Y de a poco los compañeros lo fueron enderezando" confesó el "Toro", ante las risas de Ismael y la "Mona".

El lugar de encuentro fue la oficina de la sede social del Club Sierra Chica, entre cuadros de equipos históricos donde -por supuesto- no podía faltar aquel de 1993. "Cada año nos íbamos reforzando un poco. En el 92 entramos al Mayor, y trajimos como refuerzos a Carlitos Larrañaga, la Pantera Schwab y Yiyo Marson, y no nos alcanzó por poco".

El equipo se terminó de cerrar con la mediación de Ismael Palmieri. "Pecho Minella había jugado conmigo en Deportivo Alvear, pero a Miguel Aranzábal y Villafañe que jugaba en Comercio los recomendé sin conocerlos. Y el último en sumarse fue Cacho Leiva, que llegaba de Racing" reveló el arquero que colgó los guantes hace unos pocos meses.

Iván Torres, un correcaminos, apareció libre de El Fortín; de Tapalqué llegaron los Petit, se sumó José Mourlas. Con armas que los clubes grandes de la ciudad no tenían en cuenta, Sierra Chica les terminó ganando a todos.

Epoca dorada en el fútbol de Olavarría: de Ferro salían Aguirre y Acuña; de Racing Ponce, Guevara, Calandra y Peralta; de El Fortín Correa, Del Zotto, Grigera, Torres, Di Matteo, Esteban González; de Loma Negra Tellechea y el "Latigo" Benz, y así la lista podría seguir engrosándose.

Estudiantes, subcampeón, fue el rival elegido por Palmieri a la hora de escoger un obstáculo. "Nuestros dos mejores partidos fueron contra ellos. Acá nos ganaron 1-0 con un gol de cabeza de la Pantera Schwab y me cortaron un invicto de más de 700 minutos sin recibir goles, y en el Parque ganamos con una actuación extraordinaria de Sandro".

Pero el destino y el fixture marcaron para el último domingo de ese almanaque la cancha de Hinojo, y Sierra Chica lo ganó 1-0 con gol de Giménez a los 7m del segundo tiempo. "Me acuerdo de la jugada como si fuese hoy. Nosotros estábamos desesperados porque necesitábamos ganarlo y la pelota no quería entrar. Ellos metían mucho. Me hicieron una infracción sobre la izquierda, Minella metió el centro y me anticipé con la cabeza en el primer palo. Después lo aguantamos bien" recordó la "Mona".

Si hoy un Sierra Chica - Hinojo se vive casi con igual pasión que hace 25 años, ese día dejó imágenes indelebles para todos, de la previa y del post partido. "Yo en mi vida había visto tanta gente junta. Aún miro los videos y se me pone la piel de gallina. Fue de vuelta y lo mismo en la ida, porque también nos acompañaron desde la sede hasta la cancha de Hinojo" destacó Giménez.

"Había tanto autos y tanta gente que hasta la cancha llegamos, y después no pudimos avanzar hasta el club. Me acuerdo de que nosotros estábamos festejando y aparecieron en medio de los festejos los jugadores de San Martín para saludarnos. Fue otro gesto muy lindo de ese día" aportó "La Mona".

Por supuesto que los tres se negaron en principio a rescatar un figura, aunque la pregunta tenía en sí misma prohibida como respuesta "el equipo", entonces Palmieri habló de un hombre que fue un apoyo entre tantos pibes. "Para nosotros Cacho Leiva fue fundamental, nos dio mucha solvencia en todo sentido" dijo, y acotó: "Qué decir de Villafañe, clave en la mitad de la cancha; y Daniel Hirsch, uno que nadie nombra y era una kamikaze en el medio".

Claro, tampoco ninguno sintió rubor al definir a Sandro González. "Sandro era un elegido; siempre digo que fue el mejor delantero que vi en el fútbol de Olavarría" subrayó "La Mona"; Ismael reflexionó que "era un genio del fútbol, un definidor extraordinario que si entrenaba como nosotros, se caía a pedazos en los partidos" y Juan Domingo opinó que "tenía un físico tan especial y una forma de jugar tan especial que lo hacía diferente a todos".

No se pueden entender los últimos 30 años de Sierra Chica y la gloria que de vez en cuando se dio una vuelta por allí sin la impronta de Juan Domingo Marinangeli.

"El Toro era casi tan padre como técnico para todos nosotros. Siempre un consejo, siempre una palabra justa. También hemos tenidos nuestros cruces y uno después se da cuenta que siendo joven opinaba sin saber. Un día discutimos feo antes de un partido y casi me sacó. Ganamos y al primero que fui a abrazar fue a él" contó Ismael, casi quebrado.

Chicos, ustedes no hagan esto

Sandro González, las anécdotas de un jugador genial

D.L.

A medida que pasan los años los recuerdos acrecientan su leyenda. Sandro González (que aún sigue regalando destellos en el fútbol de veteranos) fue un delantero descomunal. Frágil como una copa de cristal, delicado como una bailarina clásica, preciso como una pieza de relojería, incisivo como un bisturí.

Bah, un goleador de la hostia, que los domingos dejaba definiciones para el recuerdo y el resto de los días anécdotas que Juan Domingo Marinangeli y todos sus compañeros hoy recuerdan con mucha gracia. Sobre todo por esa cintura que dentro de la cancha utilizaba para desarmar a sus marcadores, y fuera de ella para burlar la vigilancia del "Toro".

Miguel Aranzábal estaba recién llegado de Alvear. Fue uno de los últimos en sumarse a ese gran equipo de Sierra Chica y apenas llegó conoció los hamaques de cintura de Sandro fuera de la cancha. "Estábamos concentrados en la Casa de Huéspedes del Penal y como a las 12 de la noche viene y me dice: ‘Miguel, tenés que acompañarme a Fomento’. Yo le dije que estaba loco, que no había manera de salir de ahí. El tipo era tan ídolo en Sierra Chica que no sé cómo hizo, pero salimos y volvimos como a las cinco de la mañana. Los guardias le abrían el paso como si fuera el jefe del Penal" recordó.

Un sábado Sandro no apareció por la Casa de Huéspedes, llegó al otro día para la hora del almuerzo y el buenazo del "Toro" lo dejó en el banco para un partido clave en la definición con El Fortín, en la cancha de Sierra Chica. El mismo El Fortín de Barbieri, Correa, Del Zotto, Fabricio Torres, el Cabezón González. Otro equipazo.

"Pasaban los minutos, no les podíamos hacer un gol y todos me miraban a mí. Sandro de costado también miraba para ver cuándo lo iba a poner, y yo nada… Un partido chivísimo, ya se terminaba y mandé a calentar. Me dijo que no y lo llamé a Petit, que se moría de ganas. Los hinchas me querían matar. Entró en un córner para nosotros, y el Paisano que era grandote, medio percherón, anticipó a Barbieri (Luis) en el primer palo y con ese gol ganamos un partido clave para el campeonato. Y Sandro no jugó un minuto" recordó el "Toro".

Cuando no los "encerraba" en el Penal, Marinangeli los metía la noche previa a los partidos en unas habitaciones que tenía arriba de su bar. "En esa época concentraba conmigo. Un domingo a la madrugada me desperté y no lo vi. Lo primero que pensé fue ‘este loco se escapó de nuevo’. Pero no, se había ido a dormir a otra habitación" contó entre risas Ismael Palmieri.

Alfredo Andreu, su gran compadre dentro de la cancha, tiene un rosario de anécdotas para contar. Seguramente Sandro ha sido uno de los más asiduos ocupantes de "huevo frito" del "Negro", como también lo acompañó en sus incursiones en el área contraria. Pero hasta ahí…

"Si yo lo hubiese acompañado afuera de la cancha ahora estaría separado. Todos los que le siguieron el tren terminaron con problemas con sus esposas" bromeó el zurdo que salió de Ferro, y la descosió con las camisetas de Sierra Chica, Racing y El Fortín.

Precisamente una de las anécdotas tiene que ver con el club de la Avenida Urquiza, aquellas finales inolvidables de 1993 y la presencia en el Regional 93/94.

"Quince días antes de esos partidos Fatiga Russo nos juntó a los dos y nos dijo que íbamos a ser los primeros refuerzos. Qué pasó. La noche anterior a la segunda final, que jugamos un domingo a la mañana en nuestra cancha, Sandro apareció en el baile de El Fortín y lo vio Amedeo Bellingeri; nada menos… Cuando Fatiga se lo pidió, el Caudillo se lo negó y le dijo que si la noche anterior a una final iba a un baile, lo mismo iba a hacer en El Fortín. Y al final terminé yendo yo solo" contó.

Otra tiene que ver con Sierra Chica y con el club de Alvear donde transcurría una parte de las temporadas para aquellos jugadores. "Teníamos la fiesta de lo campeones con la Mona (Juan Carlos Giménez) y con Sandro, y el Toro (Marinangeli) no nos quería dejar ir. Nos dejó sólo cuando la Mona y yo le dijimos que a la 1 de la mañana íbamos a estar todos en la concentración del Penal. ¿Qué pasó? Sandro no apareció y llegó a Sierra Chica cerca del mediodía. Lo convencimos al Toro para que lo pusiera y la terminó rompiendo en un partido contra Racing, con dos goles y todo" relató Alfredo.

Una más en Alvear. "Volvíamos con Palmieri, Correa y la Mona en el ‘huevo frito’ y nos dijo que le avisáramos a su mamá que el iba a regresar al otro día, que tenía algunas cosas que hacer allá. Estuvo dos meses sin volver a la casa" apuntó.

Para cerrar el "Negro" contó que un sábado por fin lograron convencerlo a Sandro para que no saliera, que se quedara en la concentración. "Esa noche fue un señorito; jugamos un poco a las cartas, vimos algo de televisión y nos fuimos a dormir. Al otro día se levantó con nosotros, desayunamos, almorzamos y nos fuimos a la cancha… No la tocó. Cuando terminó el partido estaba como loco. ‘A mí me tienen que dejar seguir con mi vida, porque sino no rindo en la cancha’ se quejaba. Un fenómeno Sandro, un pibe bárbaro, un personaje lindo" subrayó Alfredo, su gran compadre… dentro de las canchas.