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Hoy celebramos junto con toda la Iglesia a María como "Reina". Bien podría ser simplemente como un elogio, cargado de cariño, como un "piropo" que dirigimos a quien queremos, pero en realidad se trata de una advocación, muy antigua que se contempla en el último de los misterios gloriosos del Rosario: "María, Reina de todo lo creado".

Todo lo que digamos de María tiene relación con Jesús. Si la llamamos Reina de todas las criaturas es porque en Ella fue engendrado el que elevó a toda la creación. Él asumió un trozo de este mundo al hacerse hombre en el seno de María, y así, en el vientre de la Virgen, este mundo fue elevado por Dios.

María aportó algo de Ella misma, y esa carne transfigurada de Jesús, que era parte de este mundo, se fue formando dentro de la Madre. De esta manera todo este mundo fue bendecido, por eso proclamamos que María es Reina de todo lo creado.

Es también la fuente de toda esperanza, para todos sus hijos que están luchando en esta vida cargada de dificultades, contratiempos. Busquemos a María y descarguemos en Ella todos los afanes y nos sostendrá. Quien confía en Ella, jamás quedará confundido, saldrá a nuestro encuentro, nos dispensará su protección para continuar creciendo en confianza y abandono en el amor infinito al Padre.

Decía el Padre Kolbe celebrando esta Memoria junto a su comunidad franciscana: "La Inmaculada, Reina del cielo, debe ser reconocida lo más pronto posible como Reina de todos los hombres y de cada una de las almas, en ambos hemisferios de la tierra. Nos atrevemos a afirmar que de ello depende la paz y la felicidad de cada persona, de cada familia, de cada nación, de la humanidad". (Escrito Kolbe 1113).

(*) Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.