Quique Ferrari: "Me siento un puente de millones de amigos"
"Mi mamá (Olga Petersen) era maestra en escuelas de campo, y de chica ella estudió piano y de grande la guitarra; mi hermano (Flavio) es profesor de plástica y fue el que me enseñó los primeros acordes, y por esas cosas de la vida yo me crié enfrente de la iglesia San Antonio, en Azul, e iba a las misas a ver cómo Marcelo Fernández -veterinario- tocaba el piano, y yo llevaba la guitarra de mi mamá y también tocaba. Así empezó un poco mi vida con la música. Yo tenía 9 o 10 años. El bichito de la música me picó desde los siete, porque escuchaba música todo el tiempo en mi casa, como Rod Stewart, Rolling Stones, Jimmi Hendrix, los Beatles, Kiss, Creedence. Y después, al poco tiempo, un mecánico de motos (Gustavo D´Alessandro) vino a mi casa y me trajo un montón de discos, de Chick Corea, Ernesto Pascual, y entre delirio y delirio iba poniendo un disco de V8. Eso era en la primera adolescencia, 13 años, y ya empecé con las primeras bandas, un poco autodidacta. Pero lo primero que recuerdo como una cuestión de estudio fue en el ´88, cuando logramos comprar con Guillermo Robledo -un increíble guitarrista de Azul y que formó parte de grupos olavarrienses en los ´90- un par de libros que había editado Miguel Botafogo Vilanova y Gustavo Gregorio, un bajista que fue de Pappo como Botafogo que se fue a vivir a Japón y no volvió más. Eran dos libros, uno era el seis cuerdas y otro el cuatro cuerdas, porque yo ya pivoteaba entre la guitarra y el bajo. Y ahí Juan Carlos Maddío, fundador del grupo Yuntay, me condujo en el estudio del libro y ahí me voy a estudiar al Conservatorio Manuel de Falla de la ciudad de Buenos Aires, luego de terminar el secundario" comenzó contando Quique Ferrari (46), con ese estilo pausado, casi detallista para agregar condimentos a la charla que va encaminando hacia la explicación de su camino interminable con la música, escondido detrás de una barba y unos anteojos que ya son marca registrada.
"No sabía si ir a la Escuela de Bellas Artes de La Plata o la Escuela de Música Popular de Avellaneda. ¿Mis viejos?, con ellos tuve una pulseada, sobre todo con mi viejo (Mario César). Pero me fui, porque la experiencia de tocar en un grupo de música fue algo muy fuerte, de esas que se recuerdan para toda la vida. Fueron varias pruebas de ensayo y error, hasta que nos instalamos con la primera banda en el año ´87 que se llamaba Los Empleados. Algo que sí siempre vino con nosotros y es que siempre hicimos nuestra propia música, era algo que nos venía natural, hacer nuestros temas, lo cual no era fácil. Seguro que haríamos unas porquerías, pero sacamos buenos temas. Pero no nos importaba, porque teníamos el concepto de que no íbamos a ir a los bailes, tampoco íbamos a ganar dinero, teníamos en claro todo eso; íbamos a los actos de la escuela, en el 75o aniversario del Colegio Nacional con el sonido Prowatt, que ya era una gran empresa que andaba por todo el país. Tocó La Especie, el grupo de los hermanos Fernando y Guillermo Chiodi y yo después pasé a formar parte de esa banda. Fue algo ultraprofesional. E hicimos la nuestra y nunca paramos de hacer eso, y ya de grande me metí en la cuestión de tocar jazz, pero con la conciencia de que es una música que la intervenís como querés, se puede distorsionar un poco, como podés se puede hacer, cada uno lo toca a su manera y yo le ponía mi estilo" siguió explicando Quique, hermano de Flavio, Cecilia (maestra) y Guillermina (contadora, "por ella escuchaba Grace Jones, con las versiones de Libertango", recuerda).
"Después de tocar con La Especie. Grabamos un disco de La Cueva, ese boliche mítico que vuelve con la película de Tanguito, ese revival del rock nacional. Fuimos a un par de estudios alucinantes y compartimos escenario con bandas impresionantes como Las Viejas Locas, la del Pitty (Alvarez). Volví a Azul y empecé a trabajar en la docencia, así que allí descubro un mundo totalmente nuevo. En la Escuela de Estética, y en eso de querer sacar la cabeza, de tomar aire porque en el interior se puede, armamos nuevos proyectos y así aunamos las ciudades de Tandil, Azul y Olavarría con el grupo Te Callás, y estaban músicos como Granatto, Andrés Beauwsaert, José Larregle, Ramiro Nasello, Nico Tigri y yo, el azuleño. Anduvimos bastante, pero regresé a Buenos Aires ya tocando con gente de allá, haciendo jazz que movía la pelota y la sigue moviendo hoy; eso fue en el año 2000 creo, era la nueva ola del jazz argentino. Un día le dije a Guillermo Delgado (un contrabajista) en el escenario del Teatro Municipal de Olavarría, presentando mi primer disco "Grave", en 2003, donde tocaba como invitado Oscar Giunta, el baterista: "Me voy a Buenos Aires pero como turista". Ya había empezado a trabajar en el Conservatorio de Olavarría, también en Azul, y me fui sin expectativas, no quería tener ninguna frustación, ver shows y si podía tocaba. El primer año terminé tocando con Pomo Lorenzo, músico de Invisible y de Andrés Calamaro en España, de Fito, de Pedro Aznar. Y de ahí conocí más músicos y gracias a un músico uruguayo, Juan Pablo Chapital, terminé tocando con Mariana Baraj; también con Yusa, una cubana alucinante con la que vine a Olavarría. Terminé en el ruedo con Liliana Vitale haciendo un DVD hermoso. Pero reconozco que me siento muy pampeano" siguió con su "discurso", con ese hablar pausado y claro, contando lo que vivió pero al mismo tiempo se nota que le aparecen recuerdos de esas idas y vueltas que va metiendo en su relato.
"Azul es mi ciudad y siempre hago base allí, y de ahí puedo ir a Jujuy o Bariloche. O salgo desde Olavarría, a la que también considero mi ciudad, acá me muevo como pez en el agua, conozco mucha gente, y vengo a trabajar también, lo mismo que Tandil. Y la nueva ciudad tomada es Rauch. Es que nosotros somos un gran grupo de amigos músicos, de artistas que hace cosas, que estamos en un proyecto de intervenir estaciones de ferrocarril abandonadas con boliches. Ernesto Carro, de acá, es de la partida, como los Velazco que están en la Unicen de Tandil. Convergemos en un gran encuentro de peña semanal, los martes, a delirar, con asados en el medio" dice riéndose.
"¿Quedarme en Buenos Aires?, no, no. Yo quiero vivir acá. No formé familia, no tengo hijos. Mi vida es nómade y mi situación es un poco loca, porque me siento como un puente de millones de amigos. Hay situaciones que no le gusta compartir amigos, pero yo no. Para mi la vida es todo lo contrario, es como un fuego que llevo adentro y quiero que todo el mundo conozca a todo el mundo. Quiero eso. Estoy todo el tiempo puentes y puentes, y eso es como una familia de amigos que no para de crecer, con la difícil tarea de que también tengo que estar con los amigos de toda la vida, porque la amistad es una plantita que hay que regar decía mi vieja. Así que ando para todos lados, todo el tiempo" resalta sobre ese culto a la amistad que Quique (se llama Enrique Mario, pero ni en la familia lo llaman por el nombre) hace en cada ciudad, en cada escenario, en cada sonido que regala desde el escenario donde esa noche le toque subir.
Respecto del show que hará el próximo viernes en "Yapay", donde presentará su CD "Con lo puesto", Quique contó que "venimos a tocar el último disco, que son seis canciones con todo el condimento de lo otro, de lo instrumental. Hay letras que son cortitas, como "Construiré un dispositivo, no hay elementos; sólo adversidad y desafío". Un amigo, psicólogo, estando en Mendoza ayudando a su hermano haciendo el techo de la casa de una finca abandonada, terminó y debía hacer un lechón y no tenía nada. Entonces tenía sólo lo que dice esa letra, que fue el disparador para hacer una canción. No tiene formato canción, sin estribillos -sólo una lo tiene- lo cual es rara, pero ese es el formato. Cantar con el bajo. Y habrá un contrabajo (Leonel Cejas en el disco, y en Yapay lo hará Nicolás Tigri) y un bajo, también toco el saxofón, hay piano acústico que en vivo lo tocará Benjamín Rampoldi, y una guitarra bien jazzera con Pablito Passini y el Colo Maddío en la batería. Con lo puesto tiene que ver con cómo nacieron las músicas y cómo casi no fueron intervenidas, ya que como cayeron quedaron y a veces eso es difícil de bancar o aceptar".