Anselmo, el Diablo y la risa
En el primer tramo de la función, los niños acompañaron con intervenciones y los adultos con carcajadas las andanzas del paisano Anselmo, quien tiene la tarea nada fácil de recuperar "los sueños perdidos". Su aliada es su amiga la Estrella. Y el enemigo nada menos que el mismísimo Diablo.
A pura guapeada y con mucho humor, la obra logra concluir con un mensaje lejos de la demagogia, pero claro en valores como la solidaridad y el amor. Como tiene acostumbrado a su público, Melendi -luego de la función- descorre por un rato el telón de la magia y habla con ellos frente a frente. Y con una historia narrada con gran oficio, donde una vez más los valores rescatan a las figuras humanas se despide hasta una próxima vez, una creencia de todo titiritero al saber que si el mundo es redondo, todo puede volver a ocurrir.
La segunda parte, luego del intervalo, incluyó la participación de El Gran Jorge. Una obra que con lenguaje adulto invita a probar el "misterio supremo", el "misterio infinito". Una tarea que despliega con todo su gran oficio Francisco Moris, actor, clown y humorista con más de quince años de carrera.
La aparición del personaje es lo que el público más recordará y su desarrollo en la obra tiene que ver con descubrir si se trata de un mago, de un súper héroe o simplemente un hombre. Las dos obras completaron así un gran menú, bajo el techo de este arte milenario que lejos de desaparecer tiene, como en el caso de La Valija, a gente talentosa haciendo honor a los que marcaron un camino.