"La llanura pampeana se modificó en un 98% y las especies se corrieron"
Cada vez hay más especies en peligro de extinción y alarma la pérdida de diversidad animal y vegetal. La llanura pampeana se ha modificado en un 98% y Olavarría no es una isla: ya no hay maras, guanacos ni pumas; pero sí zorzales colorados, lagartos overo o alacranes, que no son de acá. Un veterinario habla del mundo, del país y de la realidad local. Propone crear reservas y generar educación.
Karina Gastón
Sólo un dos por ciento. Eso es lo que aún conserva de paisaje original la llanura pampeana, cuando era habitada por guanacos, pumas y maras. "Se modificó en un 98% y se ve en un mapa aéreo de la provincia de Buenos Aires donde hay sembradíos, carreteras, pueblos, montes chicos para los campos y apenas quedan unas pocas reservas. Eso fue corriendo animales que eran de acá", analizó el veterinario Horacio Grand.
Olavarría no escapa a la realidad que se vive a nivel mundial, donde la regresión de la fauna y la flora es cada vez más preocupante. De hecho, la última lista roja de las especies en peligro de extinción publicada por la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) pinta un escenario alarmante sobre la pérdida de diversidad animal y vegetal de nuestro planeta.
El relevamiento asciende este año a 16.306 especies, contra 16.118 en 2006; es decir, casi 200 nuevas especies amenazadas de desaparición, según la UICN. Este organismo estudia la evolución de 41.415 especies animales y vegetales de entre 1,9 millones conocidas. La Argentina, según datos de 2006, registra en la lista roja un total de 1.691 especies. De ellas, hay 203 en situación "vulnerable", "peligro" y "peligro crítico".
En resumen, a nivel global: un mamífero de cada cuatro, un ave de cada ocho, un tercio de los anfibios y el 70% de las plantas están en riesgo. En total, 785 especies ya desaparecieron y otras 65 sobreviven sólo en cautiverio o en estado doméstico. Los corales, víctimas del calentamiento del planeta y de El Niño, aparecen por primera vez en la lista; mientras que la cotorra de Mauricio salió de la situación crítica.
Horacio Grand lleva 17 años en el zoológico La Máxima y explica qué ocurre en la zona.
-¿Qué especies han desaparecido en Olavarría?
-En realidad, hay especies que se han corrido. En esta zona andaban maras, guanacos, pumas. Y con la llegada del hombre, la llanura pampeana está modificada en un 98%, un mapa aéreo de Buenos Aires donde hay sembradíos, carreteras, pueblos, montes chicos para los campos. Quedan las reservas como en Sierra de la Ventana o en nuestra zona, pero las modificaciones los han ido corriendo a otros hábitats.
-¿Y a su vez Olavarría registra nuevas especies, que antes no eran de esta geografía?
-Sí, como zorzales colorados, que tenemos ejemplares en La Máxima, o el lagarto overo, que se empieza a ver acá, por el cambio climático y otras actividades. Otro dato llamativo es que las arañas pollito y los alacranes son cada vez más grandes.
-Son especies de lugares más cálidos...
-Sí, y eso se debe al aumento de la temperatura. El cambio climático es importante, al punto tal que este año por los fríos y heladas consecutivas que hemos tenido se congeló el agua del Lago Costeau, de punta a punta (en La Máxima). Los patos caminaban arriba del agua congelada. Nunca tuvimos, según (el ex director del zoo, Carlos) Romero el lago completo congelado de un día para el otro. Y a nivel país también preocupa la desaparición de especies. Los guacamayos rojos desaparecieron en Puerto Iguazú, no hay en libertad. De acá donamos dos parejas a la estación de cría Guirá Ogá, pensando que algún día puedan liberarlos ahí. En general, hay una regresión en el número de especies, como ocurre con ñandúes y pumas. Y cada vez se arriman más al riesgo.
-¿Cuál es la solución: impulsar políticas de Estado, educar, avanzar con leyes?
-Tal vez la creación de reservas sería lo ideal, aunque sean como la de Samborombón, donde solamente no se puede cazar, está lleno de pantanos y pastizales, y no se introduce nada, simplemente se los deja vivir. Se deja el hábitat tal como era para mantener la especie. El parque nacional de San Luis donde está el venado de las pampas también es un ejemplo. La educación y la creación de reservas son dos caminos clave.
-¿Cómo contribuye La Máxima con respecto a las especies amenazadas?
-En la parte educativa, trabajando con los chicos que son los mejores transmisores. Y también lo hacemos con la reproducción de especies como los cóndores y los guacamayos, se apunta a la conservación y preservación de la fauna y de la flora. El director del proyecto del cóndor andino, a la vez, trabaja en España con el Quebrantahuesos, el buitre leonado de Francia o el cóndor californiano en Estados Unidos. Se ve mucha gente dedicada a favorecer la recuperación de las especies y un resto indiferente. Pero antes nadie tenía conciencia; hoy hay quienes tienen conciencia.
-Entonces, se mejoró, hay otra conciencia.
-Sí, hay otra conciencia en medio ambiente porque se está machacando continuamente en todos lados. Y la escuela tiene un rol clave, hay que apuntar a los chicos porque después no se cambia. Si los chicos no vienen con otra conciencia, de grandes mucho menos.