El paso de los hijos de Israel por Olavarría
La colectividad judía tuvo, en su mejor momento, cerca de veinte familias que se afincaron en la ciudad poco antes de que finalizaran los años 30. Pero cerca de los años 50 tomaron otros caminos y fueron desapareciendo. Reynaldo Warman recuerda aquellos años y repasa parte de esa historia, que también es la suya.
@rodrigofernand
Afuera hace calor, pero en el living del departamento de Reynaldo "Cacho" Warman reina un clima templado. Es la hora en que la ciudad decide parar un poco del trajín mañanero y se relaja. Pero aquí dentro, la memoria trabaja dinámicamente para ir reconstruyendo los restos de un pasado que, si bien no murió, anida en lo más recóndito. Un lugar al que se vuelve primero en imágenes. La de un hombre que llega a Buenos Aires proveniente de Europa. La valija en una mano y los sueños en la otra. La esquina de General Paz y 9 de Julio, donde funcionó durante varios años la tienda que fundó. La última podría ser la del frente de la Escuela de Hebreo, que se encontraba a metros de aquella esquina.
Luego, las palabras. "Muchos tenían a mi padre como a un consejero. En la escuela se desarrollaba la actividad de la colectividad", admite Warman, mientras hace un mea culpa al reconocer la falta de interés en mantener las tradiciones religiosas. Aunque rescata que en Olavarría nunca hubo ni un asomo de antisemitismo.
La memoria de Cacho Warman está hecha de pequeños retazos que no sólo cuentan su historia, sino también la de una colectividad que hundió su raíces en la ciudad, aunque luego esos lazos se fueron perdiendo en el tiempo.
Reconstruyendo la propia historia
Reynaldo "Cacho" Warman cuenta que su padre llegó a Olavarría desde Buenos Aires en 1930, tres años antes de que él naciera. Pero su llegada a la Argentina, desde su Düsseldorf natal -con un paso previo por Polonia- se produjo un tiempo antes, cuando comenzó a trabajar como decorador de una empresa francesa ubicada en la Capital Federal.
"Nunca le pregunté cuál fue la razón por la cual eligió venir a Olavarría y poner una tienda", comenta el reconocido locutor, que recuerda también el desembarco de su tío Saúl, que se instaló en Sierras Bayas dos años después.
El arribo de José Warman a la ciudad no sólo es un punto importante de su propia historia, sino que también marcó el inicio de la colectividad judía en Olavarría. Cacho Warman recuerda que su padre "siempre fue un referente" de la comunidad, no sólo de la colectividad judía, y remarca que "muchos lo tenían como un consejero". Todos iban a pedirle su opinión, hasta las madres lo consultaban por los noviazgos de sus hijas. La tienda funcionaba en la esquina de General Paz y 9 de Julio, un espacio que aún continúa siendo propiedad de su familia, y ese fue un lugar de encuentro para muchos en la ciudad.
El comienzo de la Sociedad Israelita
Entre las décadas del 40 y el 50 llegó a haber en Olavarría unas 30 familias de la colectividad. Elstein, Lew, Yurman, Goldberg, Teper, Ratner, Silverman y Grutzky repite de corrido Warman, como si fuera la formación central de Boca Juniors. Apellidos de entonces que hoy son sólo un recuerdo. Familias que decidieron asentarse en nuestra ciudad para casarse, tener hijos, verlos crecer y luego pasar el tiempo con sus nietos.
"Se reunían, recordaban las fechas tradicionales de la colectividad, como el Año Nuevo Judío y el Día del Perdón", rememora, y comenta que para esas fechas especiales "siempre se contrataba a un rabino que venía de Buenos Aires y oficiaba las ceremonias".
El lugar donde toda la comunidad judía se reunía era la Escuela de Hebreo, que estaba ubicada en 9 de Julio casi Coronel Suárez. En dicho lugar funciona actualmente un garaje en el cual se alquilan cocheras.
Allí las familias, además de reunirse para llevar a cabo diferentes actividades que tenían que ver con su fe y su identidad, contaban con una maestra enseñaba a leer y escribir en hebreo. Fueron tres o cuatro años, Cacho Warman no lo recuerda bien, pero con la muerte de su padre, que había sido uno de los fundadores, la escuela decayó hasta que finalmente se cerró. Además otros miembros de la colectividad se fueron de Olavarría detrás de sus hijos que iban a la ciudad de Buenos Aires a estudiar, mientras que otros fallecieron. Y de a poco, los judíos que habían llegado a la ciudad, la fueron dejando y con ellos la fe que profesaban.
Hoy en Olavarría no existe más la Sociedad Israelita y "la colectividad se ha achicado de tal manera que hoy debe haber 4 ó 5 familias", señala, y comenta que ni siquiera hay contacto común entre ellos.
¿Pero cómo fue que llegaron aquellas familias a Olavarría? Reynaldo Warman cuenta que varias de ellas se dedicaban a la venta y comercialización de los que denominaba "frutos del país" y señala que la Compañía de Pieles Silvestres, una firma con socios de la colectividad, ocupaba un gran predio en la esquina de las avenidas Trabajadores y Pringles.
La pérdida de la tradición religiosa
La tarde pasa. Afuera el sol sigue estando fuerte, pero en el living donde estamos sentados el aire es fresco y hay una media luz que invita a la intimidad y la confesión. Para el hijo de Don José, el problema principal fue que "no hubo renovación" en la colectividad y por ello la tradición terminó diluyéndose.
"Se fue perdiendo porque fueron desapareciendo las personas y los que quedamos, muy integrados a la comunidad, no le dimos importancia", dice, y reconoce que "la nuestra fue una comunidad muy chica. En Olavarría, los italianos, los franceses y los españoles fueron los más importantes. Los alemanes menos, pero también fueron una cantidad importante. En cambio lo nuestro fue muy mucho más reducido".
"La gente llegó hasta una determinada época", cuenta Cacho Warman, y plantea que fue hasta entrados los años 50, porque "después no vino nadie más. Al contrario, empezaron a irse".
Confiesa que "tampoco uno puso interés en rescatar o mantener las tradiciones", y desde su punto de visto mucho tuvo que ver la integración. "Contra lo que muchos creen, la judía es una religión. La gente cree que somos extranjeros; quizá lo eran nuestros abuelos o nuestros padres, pero ante todo nosotros somos argentinos que profesamos la religión judía. Hay un concepto equivocado".
"Uno desgraciadamente se va olvidando de los antepasados y de mantener la tradiciones", apunta.
Antisemitismo
Si bien reconoce que en la sociedad argentina "hay un antisemitismo larvado", señala que "en Olavarría lo no ha habido". Ni siquiera recuerda que haya habido ningún tipo de pintada con simbología nazi o contra los judíos. Para Warman, en la "sociedad olavarriense nunca hubo una demostración pública de rechazo".
La ciudad no hizo diferencias entre las distintas comunidades que la poblaban, asumió sus tradiciones como propias y logró que cada una de ellas tuviera sus propias identidades culturales y religiosas, algo que Reynaldo Warman recuerda con cierto brillo en los ojos. "Las ceremonias las realizaba un rabino y los hombres se ponían el talit para rezar". Eran ceremonias que se hicieron durante "bastante tiempo" y en las participaban también las mujeres.
El hijo de Don José, uno de los referentes más importantes de la comunidad judía, mira la lista con los apellidos de las familias que ya no existen en la ciudad pero sí que forman parte de la historia de la ciudad, y hace silencio.
Quizás recordando otra vez aquellos días en que la colectividad, la Escuela de Hebreo y la tienda de su padre eran su pequeño universo. Un universo donde las tradiciones religiosas forman parte de su vida cotidiana. Como la de los judíos que llegaron detrás de un sueño y que formaron sus familias en Olavarría. Hasta que un buen día se marcharon.