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Tras décadas de un país que se cansó de endiosar a personajes públicos de doble discurso, violadores y femicidas, las palabras del ex líder de la Bersuit cayeron lisa y llanamente fuera de época. No son tiempos fáciles para el discurso machista. Si de poco han servido las marchas del "ni una menos" o las leyes más duras para frenar las prácticas femicidas, tuvieron un enorme impacto en la sensibilización social en el tema. A Gustavo Cordera, "el Pela de Avellaneda" -como se autodefine en "Asalto de cumbia"- el mundo se le volvió tajantemente en contra y lo dejó en offside cuando se atrevió a definir, en una entrevista con estudiantes de periodismo, que "hay mujeres que psicológicamente necesitan, porque son histéricas, ser violadas, porque tienen culpa y no quieren tener sexo libremente. Quieren jugar a eso. A mí no me gusta jugar a eso, pero hay gente a la que sí. Somos muy complejos los seres humanos".

Más allá de cualquiera apreciación más de fondo sobre la ideología que derramó Cordera en ese abanico de pensamientos tuvo, es indudable, una cuota de mala suerte. Por ahora, al menos, le cayeron sobre las espaldas un par de imputaciones penales por "apología del crimen" e "incitación a la violencia colectiva" en la Justicia Federal y no le quedó otra que un autollamado al silencio que incluyó la suspensión, hasta largo nuevo aviso, de todos sus shows en los que presentaría su nuevo disco.

Hace casi 30 años, la (luego) polémica periodista Alicia Barrios entrevistó a Pappo que -según publicó entonces- le respondió que "uno siempre tiene ganas de violar a gente linda como vos". Era indudablemente otra época para la conciencia igualitaria de géneros. Pasó sin pena ni gloria. Apenas unos meses después, el 14 de febrero de 1988, Carlos Monzón -ídolo popular, campeón mundial de boxeo en la categoría medianos, coprotagonista de la película "La Mary" (donde nació la relación con Susana Giménez)- asesinaba a su esposa, Alicia Muñiz, a metros de distancia de Maxi, el hijo de los dos. Sin embargo, Monzón siguió siendo el gran Monzón para las masas. Si después de todo, aún en las crónicas de su muerte en un accidente vial, se hablaba de sus "emociones violentas" como una excusa válida para -inclusive- el homicidio.

Eran otros tiempos. El Pelado Cordera aún era un vendedor de autos en Avellaneda y cantaba, para despuntar el vicio, con la banda La Palangana después de haber estudiado en la Escuela de Música de Avellaneda. El mismo espacio en el que se formó Ignacio Montoya Carlotto. Aunque ésa es otra historia.

A tal punto la época permitía y avalaba discursos abiertamente machistas que un oscuro odontólogo platense que saltó a la fama por haber asesinado a su esposa, sus hijas y su suegra se transformó en ídolo de unos cuantos. Si él argumentaba que llegó a ese límite porque estaba harto de destratos y sometimientos femeninos, muchos hombres vieron en él el símbolo de la liberación masculina.

Las habas de Ciro

Pero como decían las abuelas, en todas partes se cuecen habas. Y el rock fue visitado y poblado por artistas de doble discurso que hoy se cortarían la lengua (como Federico Luppi en "Tiempo de revancha") antes de hablar. Fue hacia 1997 en que Ciro Pertusi, el líder de Attaque 77 y luego, vocalista de Jauría dijo que "he vivido buenos amores platónicos con chicas de siete años, cosas muy lindas, de vernos y tener deseos el uno del otro. Pero hay gente a la que no le podés hablar de esto. Les pinta la típica historia de ‘Porque mi hija...’. ¡Si yo también tengo una hermana de quince años, y también fue una nena! ¡Pero todo bien! Hay muchas cosas que nadie ve... Es posible una relación entre un hombre grande y una nenita. Pasa que se creen que uno es un degenerado, piensan: ‘Este hijo de puta lo que quiere es agarrar y sentarse a la nena encima’. Yo no me engancho en ésa, excepto si está todo claro y la nena viene y quiere hacerlo. Si lo quiere hacer y me vuelve loco con eso, lo va a lograr".

Hay frases, hay discursos y hay hechos. Barreda asesinó y se transformó para algunos en ídolo. Héctor "El Bambino" Veira fue condenado por violar, en 1987, a un chico de 13 años, estuvo preso hasta 1992, tuvo que pagar una indemnización de 110.000 dólares más 145.000 de intereses, se le embargaron los bienes en un 90 por ciento y el 20 por ciento de su sueldo en San Lorenzo. Y sin embargo, sigue siendo "El Bambino", el que se recicló en periodista deportivo, de espectáculos y en uno de los cuatro jinetes de "Buenos muchachos", el programa conducido por Beto Casella por C5N y protagonizado por Alfio "Coco" Basile, Guillermo Coppola, Veira y Cacho Castaña. Definidos como "futboleros y atorrantes", derramaban historias aplaudidas por su machismo bizarro y transformadas en episodios para la envidia de muchos de los televidentes. "Atorrantes", decía Casella. El mismo adjetivo con el que se definió Castaña en más de una canción. Cacho de Buenos Aires (Personalidad Destacada de la Cultura por el macrismo en 2008), el que cantó "si te agarro con otro te mato, te doy una paliza y después me escapo". La canción que fue elegida en Uruguay para integrar la "Guía Didáctica: Educación y Violencia Doméstica. Propuestas de abordaje para los Centros Educativos de Enseñanza Media", y generar debate y reflexión entre adolescentes. Y, sin embargo, en la Argentina fue transformado en personaje de culto.

De Daddy Yankee a los Pibes Chorros

La polémica en torno de Gustavo Cordera obliga a repensar, como sociedad, las prácticas y los discursos. Qué se cuestiona. Cuándo se cuestiona. Desde qué lugar. Cuando Daddy Yankee, el rey del reggaeton portorriqueño, ídolo de las adolescentes de las barriadas, canta -y ellas y ellos danzan- "ella se está buscando el fuetazo/ Castígala, dale un latigazo/ En la pista te voy a dar yo pal’ de azotazos y palmetazos", no aparecen las mismas voces. Tampoco se las escucha demasiado cuando aparece en las letras de cumbia villera: "sos más fácil que la tabla del dos" (Pibes Chorros), "Y otra vez, y otra vez, y otra vez, por dejar sola a tu mujer/ Y otra vez, y otra vez, y otra vez, a tu mujer la serruché" (Mala Fama), "Si pintan los pibes, revoleas tu cartera/ Y si pinta la guita, nunca decís que no" (Pibes Chorros).

No se trata, indudablemente, del mismo público. Y quizás esa misma sea, en parte, la causa de la despreocupación. Es música de y para excluidos del sistema. Con un lenguaje descarnado y feroz que cosifica como lo hicieron las palabras de Gustavo Cordera ante los estudiantes de periodismo de TEA. Unas escandalizan porque Cordera habló de la violación como práctica sanadora en un país en el que cientos de mujeres mueren cada año por violencia machista. Otras, en cambio, siguen siendo parte del paisaje aun a pesar de que las mujeres, como colectivo social, fuimos capaces de gritar niunamenos y marchar de a miles pero siendo testigos, protagonistas y víctimas, año tras año, de una cultura patriarcal que sigue marcando la crianza de los propios hijos.