"Se encuentran en casi toda la superficie del país, incluyendo los provincias patagónicas de Neuquén y Río Negro", indicó el doctor Adolfo Rafael de Roodt del Laboratorio de Toxinopatología del Centro de Patología Experimental y Aplicada de la Facultad de Medicina de la UBA.

La mayor cantidad de casos, que involucraron sobre todo a trabajadores en áreas rurales, ocurrieron en Santiago del Estero y Misiones, seguidas por Córdoba, San Luis, Salta y Formosa. Otras provincias en las que se reportaron accidentes son Catamarca, San Juan, Neuquén, Santa Fe, Chaco y Corrientes.

Según De Roodt, quien también integra el Área Investigación y Desarrollo INPB - ANLIS "Dr. Carlos G. Malbrán" del Ministerio de Salud de la Nación, los ofidios también pueden escabullirse dentro de equipajes y cargas que las desplazan cientos de kilómetros desde su lugar de origen. En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, hubo una mordedura por coral en General Rodríguez, "transportada por accidente en un cajón de vegetales desde una provincia en dónde las corales son parte de la fauna", señaló De Roodt. "Por suerte, el paciente se trató con antiveneno y se recuperó".

Las corales, cuyo nombre remite a la coloración rojo brillante de los anillos que rodean su cuerpo, son serpientes muy poco agresivas y tímidas, de hábitos por lo general subterráneos, que solamente morderán si se las manipula. Por otra parte, por el tipo de dentición y el tamaño de su boca, muchas de ellas no alcanzan a inocular sus toxinas.

De todas maneras, cuando se produce el encuentro "cercano" y existe inyección efectiva del veneno, "representa una urgencia médica que debe ser tratada con el antiveneno específico y eventualmente requiere respiración asistida en una unidad de terapia intensiva", enfatizó De Roodt.

El veneno tiene una acción mayoritariamente neurotóxica y puede llevar a la muerte por parálisis de los músculos intercostales y el diafragma. El antiveneno anticoral ("anti-Micrurus") es producido desde hace varias décadas por el Ministerio de Salud de la Nación.

La mordedura de una serpiente coral, conocida por ser una de las más venenosas, no causa en un primer momento los efectos temidos. No es dolorosa ni provoca hinchazón en la zona afectada, y los demás síntomas pueden no manifestarse hasta pasadas doce horas. Pero si no se aplica un antídoto, la neurotoxina comenzará a perturbar las conexiones entre el cerebro y los músculos, provocando dificultades en el habla, visión doble y parálisis muscular y, en último término, paro respiratorio y cardíaco.

Esta serpiente icónica de cabeza bulbosa y piel cruzada con rayas rojas, amarillas y negras es tan famosa en Estados Unidos por su potente veneno como por las muchas rimas populares ideadas para distinguirla de otras serpientes no venenosas de aspecto similar, como el rey escarlata.

La serpiente coral es un animal muy poco dado a dejarse ver y por lo general solo muerde a los humanos si la pisan o tratan de atraparla. Además, como para inyectar todo el veneno a su víctima debe masticar, literalmente, a ésta, la mayoría de las mordeduras a humanos no son mortales. De hecho, no se han conocido casos de muerte por mordedura de serpiente coral en Estados Unidos desde que se descubrió el antídoto en 1967.

La serpiente coral es pariente de la cobra, la mamba y la serpiente marina. Se alimenta de lagartos, ranas y serpientes más pequeñas, incluidas otras serpientes coral. Cuando salen de los huevos, las crías de serpiente coral miden casi 18 centímetros y son ya venenosas. Los ejemplares adultos pueden alcanzar algo más de medio metro de longitud. Se desconoce su longevidad media en libertad; en cautividad pueden vivir hasta siete años.

La serpiente o víbora de coral suele medir entre 18 y 130 cm de largo, dependiendo de la especie. Su cabeza es pequeña y prácticamente no se distingue del resto del cuerpo, presentando un hocico obtuso y ojos de reducidas dimensiones, lo que le da un aspecto morfológico similar a las culebras.

Su cuerpo usualmente es largo y fino, aunque su cola es corta y terminada en forma redondeada. Esta parte del cuerpo le resulta útil para defenderse de sus depredadores, ya que cuando se siente acosada levanta la cola para formar una especie de rulo y coloca la cabeza en medio del cuerpo. De esta forma desvía la atención del atacante hacia la cola, dejándolo expuesto a la terrible mordedura de la coral.

Aunque posee colmillos pequeños, estos inoculan rápidamente el veneno neurotóxico. En el caso de que la víctima de la mordedura sea un humano, los síntomas, que incluyen debilidad, visión borrosa, dificultad para hablar e incluso convulsiones, se manifiestan después de 12 horas de inyectado el veneno.

La serpiente de coral incluye cerca de 50 especies, distribuídas a lo largo del continente americano, desde Estados Unidos hasta Argentina. su hábitat favorito son las zonas rocosas, arenales y praderas, donde se alimenta de otros reptiles de menor tamaño. Agencia CyTA-Instituto Leloir y www.insectosyanimales.com.ar