La Gaviota, el bar más antiguo de Olavarría, está a punto de cerrar
La Gaviota fue inaugurada en 1907 y en la última década se convirtió en uno de los sitios con mayor oferta cultural alternativa de la ciudad. El propietario del edificio asegura que la idea no es demolerlo, si no volver a alquilarlo.
Especial para EL POPULAR
El centenario bar ubicado en Coronel Suárez 2278 ha sobrevivido al paso del tiempo. Pero no por mucho más. Su actual dueño, Martín Vaccaro, planea cerrarlo para fin de año porque no puede costear los gastos. Los clientes y vecinos se resisten y piden que alguien proteja lo que consideran un patrimonio histórico y cultural de Olavarría. Pero las deudas impagas se hacen cada vez más pesadas para los propietarios del local que quieren que se las paguen o alquilarlo a otra persona.
La Gaviota fue en el siglo pasado uno de los lugares más concurridos por los vecinos del barrio Pueblo Nuevo y en los últimos diez años se convirtió en un refugio para la cultura independiente de Olavarría. Martín Vaccaro reabrió las puertas de La Gaviota en diciembre de 2002, luego de que estuviera cerrada durante un par de años. Cuando hizo los trámites en la Municipalidad se enteró de que el local tenía la primera habilitación de ese tipo. Para su sorpresa, estaba reabriendo el primer bar de la ciudad. El edificio, que tiene 107 años, en un comienzo funcionó como una cantina con hospedaje y duró hasta los años 50. Luego con la administración de la familia Ale se transformó en la confitería de "los de este lado del arroyo", como dice "Nucho" Laspina, un vecino que tiene su taller de herrería al lado del bar.
"Nucho" vivió algunos años en la casa lindera a La Gaviota. Uno de los recuerdos más lindos que tiene del lugar se refiere a "los domingos antes del almuerzo, cuando se estilaba comer una picada y la gente iba al bar". Para esas picadas "El Turco" Ale, antiguo dueño de La Gaviota, "ponía el queso fresco de cáscara colorada durante un mes en la vidriera para que se inflara y se llenara de agujeros, o sea para que madurara". Luego recuerda que en los años 90, cuando ya no estaba Ale, La Gaviota se convirtió un bar funesto y de muy mala reputación. "Cuando abrió Martín y el otro muchacho, Roberto -socio de Vaccaro en un principio- lo pusieron bonito y le cambiaron la cara a fuerza de trabajo".
"Nilo" Spagnuolo, un peluquero de 60 años, vivió toda su vida en el barrio donde arregla los cabellos de sus clientes. El bar era importante para Pueblo Nuevo y cada tanto llegaban personas reconocidas, asegura Nilo. "Varacka (José) el que jugaba en River, ese anduvo por La Gaviota, también estuvo Norberto Desanzo", recuerda. En la memoria de Nilo está la cancha de bochas, la mesa de los muchachos que tomaban Gancia y la de los que tomaban Cinzano. "Yo me crié con esa gente, al Turco Ale le corté el pelo hasta que falleció. Tengo incluso unas botellas antiguas de Hesperidina y Ferroquina Bisleri que me regaló cuando cerró". Nilo no quiere que el bar cierre. "Para los que nos criamos en el barrio, decir La Gaviota es decir todo", resume.
Desde que reabrió en 2002, el bar se transformó en una propuesta artística cultural. Los primeros en frecuentarlo fueron algunos estudiantes de la Escuela de Artes Visuales que tenían sus instalaciones a dos cuadras y comenzaron a colgar sus cuadros en las paredes. En estos diez años, La Gaviota también fue utilizada para dar clases de tango y plástica, como librería, fue parte de la Muestra de Cine Lucas Demare y escenario para la mayoría de los músicos de Olavarría. En 2008, la gestión artística del bar, llevada adelante por la productora local "DeAcá!" fue reconocida en el 2º Congreso Nacional de Cultura. La Gaviota fue elegida como el espacio con mayor actividad cultural entre 45 espacios participantes.
Hace pocas semanas, en su cuenta de la red social Facebook, La Gaviota anunció el fin de su actividad. "Publico el cierre porque siento que es una responsabilidad que tengo, considero que el bar es importante para mucha gente", justifica Vaccaro. Para él, la impronta cultural tiene que ver con las propuestas que tienen los que frecuentan el bar y aclara que "artísticamente La Gaviota fue siempre ascendente. Lo que no fue de la mano es la situación económica, que siempre se hizo todo a pulmón".
Vaccaro reconoce que explotar comercialmente un lugar nocturno es difícil y no pudo arreglar con los propietarios las situaciones referidas al alquiler. Según él, el asunto es complejo porque, por un lado, adeuda el pago de varios meses de alquiler, pero por el otro afirma que ha hecho varias mejoras al local que nunca le fueron reconocidas. También considera que el apoyo municipal para proteger el edificio y su identidad, debería existir más allá de quien lo administre, porque se trata de un espacio que ya es una referencia cultural de la ciudad.
Por su parte, Fernando Di Carlo, propietario del edificio, asegura que el contrato de alquiler está vencido y advirtió que su abogado "pidió esta semana la orden de desalojo". En cuanto al futuro del lugar, despejó los temores de los vecinos por una posible demolición. Dice que la idea es no demolerlo y seguir alquilando.
(*) Agencia de Noticias de la Facultad de Ciencias Sociales