La sustentabilidad como requisito de la empresa privada
Cada momento histórico tiene sus palabras clave, y si hubiera que elegir una para los tiempos que corren, quizás sería "sustentabilidad". Concepto amplio, no siempre fácil de definir, pero que da la idea de algo que persiste, que se sostiene en el tiempo. El mercado internacional exige, cada vez más y como condición comercial, que las empresas sean responsables en términos de sustentabilidad legal, social y ambiental.

"La idea es llegar a una combinación, a una suma de empresa rentable y sustentable. Hoy día las empresas no buscan sólo la rentabilidad, sino también aportar a la sociedad y al medio ambiente en que se desarrolla", explica Gastón Sarachu, encargado de la planta local de una importante empresa acopiadora.
La sustentabilidad económica, social y ambiental es una exigencia que el mercado internacional deposita sobre las empresas cada vez más, exigiéndoles ciertas pautas que van más allá de la rentabilidad privada, como condición ineludible en los acuerdos comerciales.
En el caso de la firma que representa Sarachu, similar al de otros casos similares, se ha desarrollado un protocolo de gestión para dar respuesta a esta tendencia y, de esta manera, estar a tono con la demanda internacional. "Tenemos una política de gestión corporativa sustentable, donde se detallan una serie de principios que enmarcan el funcionamiento de la empresa, contemplando el cuidado del ambiente y las condiciones humanas y sociales", explica.
Según Sarachu, en la actualidad, la mayoría de los bancos internacionales condiciona el otorgamiento de créditos a las empresas en función de que haya un compromiso de su parte respecto de este tipo de políticas, implementándose incluso complejos sistemas de control respecto de la contaminación ambiental y proyección social de la actividad empresaria.
Cuestión de demanda
La definición básica de empresa privada parece estar quedando chica, obligando a los autores a incluir conceptos que van más allá de la sencilla obtención de rentabilidad en base al juego de oferta y demanda. El marco conceptual es en cierto modo parecido, pero la demanda está experimentando un cambio radical, incluyendo variables que antes no se tenían tan en cuenta.
"Para que una empresa sea considerada sustentable, además de su propio desarrollo comercial en términos de rentabilidad, tiene que estar constituida legalmente y cumplir con las normativa vigente, cuidar el medio ambiente y hacer aportes positivos en términos ambientales y sociales", indica el ingeniero agrónomo Jorge Roselli Scilla, integrante del equipo de la firma.
Roselli Scilla remarca que la demanda mundial está cambiando debido a la incidencia creciente de múltiples factores macro, como por ejemplo el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los suelos, en conjunto con factores micro vinculados a la presión que ejercen los ciudadanos de todo el mundo sobre sus gobiernos y empresas, respecto a la adopción de prácticas sustentables.
"El cuidado ambiental y la ética se van constituyendo en factores de decisión de compra, las ONG ambientalistas y organismos de defensa del consumidor tienen cada vez más presencia, van surgiendo mecanismos de control cada vez más exigentes, y las empresas tienen que ponerse a tono", señala.
Transversalidad
El tema de la sustentabilidad está presente como punto ineludible en cada jornada o charla técnica vinculada a cualquier tema de producción agrícola o ganadera, desde sanidad, bienestar animal, conservación de suelos, comercialización internacional, y la lista se amplía día tras día. Gradualmente, va dejando de ser una cuestión accesoria u opcional, para constituirse en un punto más a tener en cuenta.
"En el caso de la cooperativa se elaboró un documento de política de gestión sustentable con diez directrices que sirve como referencia de cualquier actividad de comercialización agropecuaria, servicios logísticos, producción y comercialización de insumos, y otros servicios para este sector", asegura Gastón Sarachu, dando idea de la transversalidad con que el concepto impregna toda la actividad empresaria.
Según Sarachu, en la actualidad estas exigencias involucran a empresas de gran escala, en contacto con organismos de comercio y crédito internacional, pero no hay que olvidar que en la base de la pirámide están los productores individuales, que se quedan con la tranquilidad de que su producción es comercializada y gestionada en base a criterios responsables que contemplan el cuidado del ambiente, la salud humana y los derechos sociales.