jbargas@elpopular.com.ar

En el corazón de Sierras Bayas se ubica La Calera, una fábrica que funcionó desde fines del siglo XIX hasta 1990. Quedó abandonada hasta que en 2009 comenzó la recuperación. Cecilia Alves, ex directora de Turismo municipal, trabaja junto con su familia y allegados en la restauración y resignificación de distintos espacios. El objetivo es no sólo preservar la historia local, sino homenajear a los trabajadores caleros que dieron origen al pueblo y marcaron la identidad productiva de nuestra región.

La vinculación de Cecilia Alves con el tema se inició allá por 2006. "Me movilizó que se comentaba, y había salido la moción en el Concejo Deliberante, que se iban a tirar abajo las fábricas de cal para hacer barrios. Esa noche yo no dormí. ¿Cómo íbamos a tirar las caleras, el origen del pueblo y de la minería en Olavarría? Somos lo que somos, y tenemos esta calidad de vida gracias a la minería. Este es el comienzo, la cal", le contó a EL POPULAR en la fábrica, rodeada de piedras y hierros, vestigios que quedan después de haber funcionado como empresa por más de 90 años y quedar dos décadas abandonada.

La construcción de la fábrica comenzó en 1888 y nunca tuvo un nombre propio. Sí lo tuvieron las sociedades que la explotaron y el producto tuvo una marca. Entonces le pusieron La Calera y así todos la reconocen. Está a 100 metros de la plaza central. "Es un sitio histórico recuperado por iniciativa privada", como queda establecido en el cartel de acceso.

El edificio fue construido en piedra caliza por inmigrantes europeos con un perfecto conocimiento en el corte y edificación con piedra. El predio consta de la fábrica de cal de unos 45 metros por 12 metros, un edificio que fuera hogar de familia y luego oficinas, el taller, la usina, tres hornos de cal, un parque con frutales, y ofrece una hermosa vista panorámica de Sierras Bayas. Desde la fábrica se accede directamente a la cantera que se ubica en la parte trasera.

Recuperar y resignificar

Los actuales dueños, la familia Yáñez, cedieron La Calera a Cecilia Alves. "La recuperación la he encarado de manera propia, no hemos tenido ninguna ayuda ni tampoco la solicitamos", aclaró.

Los sectores ya recuperados son las oficinas, el taller y la usina. Se prepararon como espacios para pequeñas reuniones donde se muestran objetos vinculados a la producción. La propuesta incluye "un recorrido interpretativo en torno a las antiguas formas de vida y de trabajo propio del pueblo y las sierras de la zona". De esta manera, el sitio rinde homenaje quienes se dedicaron a la obtención de la cal a través de un laborioso proceso: la piedra caliza, los obreros mineros, la visión empresarial, el sacrificio y el coraje de quienes formaron el pilar fundacional de la minería en Olavarría.

La visita a La Calera es así un viaje al pasado de Sierras Bayas que permite recuperar su patrimonio local como recurso turístico, histórico y cultural.

En las oficinas se exhiben documentos y fotografías que recorren la historia administrativa de la empresa, distintos aspectos del proceso de producción y comercialización, y hasta las publicidades de las distintas marcas de productos mineros de las empresas de la zona. Además, se muestran distintos objetos como herramientas e insumos que se utilizaban.

En la fábrica, las tareas principales se destinaron a mantener y recuperar las paredes y el piso. "Está en obra", se apuró a aclarar Cecilia, "se estaba viniendo porque teníamos un pino que nos levantaba la pared. Picamos la piedra, pusimos tornillos y varas de contención. Es piedra caliza de 50 centímetros de espesor con una argamasa, no existía todavía el cemento acá. De conservar esto es una belleza". El edificio muestra distintas etapas de construcción, al ritmo de los requerimientos de la producción y de la legislación que avanzaba. "Las chimeneas de ladrillo son de la década de 30, cuando se empieza a hablar de medio ambiente y lo ordena la Municipalidad. Antes el humo salía a borbotones, estaban abiertos los hornos", narró.

Una vez terminada la recuperación edilicia, estimada en unos dos meses, se exhibirán en el lugar los vestigios de las herramientas con los que se contará qué son y para qué se usaban, "la idea es hacer un centro de interpretación, dar charlas y explicar cómo se fabrica la cal y cómo era el proceso antiguo".

Un poco de historia

Para la reconstrucción del pasado de la empresa y la evolución del sistema productivo, Cecilia Alves se ha basado en documentación, publicaciones e investigaciones, y en entrevistas a trabajadores jubilados y vecinos del sector. Algunos de ellos están retratados en las paredes de los espacios reacondicionados. "Desde la perspectiva del obrero de la cal nunca se hubieran imaginado que este lugar se puede reciclar para pasarla bien", recogió tras las impresiones de los entrevistados.

La construcción de la fábrica se atribuye al empresario Ginocchio, de los primeros en impulsar la minería en la zona. Pero el protagonista de esta historia es Manuel Mouriño, un español que llegó a Sierras Bayas a principios de siglo XIX para dedicarse a la explotación de canteras con la experiencia adquirida en el rubro en su tierra natal. De alguna manera que no quedó formalmente registrada adquirió La Calera.

Se realizaban las tiradas de dos hornos de cal, verticales y a carbón. La cal era llevada a la ciudad de Azul en carro hasta la estación del Ferrocarril, hasta que el servicio llegó más adelante a Sierras Bayas.

En 1920, Mouriño compró el primer camión de Sierras Bayas y en 1924 adquirió tres hornos ubicados en la calle principal. Luego ingresó a la firma Gracioso Piatti, formándose así la sociedad Mouriño - Piatti.

En 1943 falleció Mouriño y asumió el mando de la empresa su yerno, Lorenzo Yáñez, quien impulsó la modernización e impuso la marca Oxcal para el producto. En 1957, con la muerte de Yáñez, su esposa, Julia Mouriño, y sus dos hijos, Ada y Lorenzo, condujeron la calera. La producción cesó en 1990.

"Hay una movida de revalorizar", dijo Cecilia Alves sobre la mirada de la localidad de Sierras Bayas hacia su trabajo en La Calera y volvió a los obreros y empresarios. "Está la gente que trabajó acá y se esforzó, era muy sacrificado y eso lo vemos también ahora", concluyó.

Una joya documental

En la que fue la oficina principal se exhiben numerosos documentos que cuentan la historia administrativa de La Calera. Entre ellos, sobre el escritorio, hay una carta fechada en los años 40 que da cuenta del inicio de la aplicación del llamado Impuesto a la Piedra.

Allí el Instituto de Cemento Portland informaba a la empresa Mouriño del descuento de la suma requerida y anunciaba el comienzo de acciones legales contra la Municipalidad de Olavarría considerando la inconstitucionalidad de la tasa.

Las cosas buenas

Cecilia Alves dejó la gestión pública hace poco menos de un mes. "Una hace un camino y toma las cosas buenas", le respondió a EL POPULAR ante la consulta sobre su labor a la cabeza de la Dirección de Turismo municipal por cuatro años. La frase todavía resuena. "La gestión fue experiencia. Logramos que Olavarría ocupara un lugar que no se estaba ocupando" y señaló que lo central fue "salir", lo que ejemplificó con las asistencias a ferias y mejoras en las oficinas de atención.

Dejó en claro que su desempeño en el gobierno comunal no tuvo vinculación directa con su trabajo en La Calera, "no quiero mezclar".

Valoró especialmente los contactos que se lograron desde la Dirección y el reposicionamiento turístico. "Falta mucho trabajo", consideró sin embargo.

Su rumbo fue profundizar "el turismo de reuniones". Cecilia Alves consideró que lo máximo en ese aspecto fue haber sido sede de las Olimpíadas de las Ciencias de la Tierra en 2012 con numerosos visitantes de todo el mundo. "En esa línea marcamos una base, se va a hacer el Centro de Convenciones y ya está el Centro de Exposiciones. Eso se viene. Hay varios segmentos para seguir, como naturaleza y aventura, y lo educativo, que puede ser fuerte con la historia de la minería".