Todo tiene valor
Todo el mundo sabe lo que fue la última dictadura militar, el genocidio que llevó a cabo desde el Estado, y la tragedia que dejó en la sociedad. Lo que parece no estar claro es qué rol jugó la democracia a partir del ''83 porque el análisis deja de ser objetivo y se transforma en una verdadera pelea política que termina muchas veces sacrificando hasta los mismos hechos.
Ya nadie duda que fue el gobierno de Raúl Alfonsín el que dio el paso enorme e inédito en el mundo al juzgar a las tres juntas militares responsables del golpe de 1976 y de conducir el terrorismo de Estado hasta 1983, y cuando aún mantenían un importante poder de fuego.
Solo la intencionalidad política omitiría la relevancia de este hecho. No se entiende, entonces, por qué desde el Gobierno no se reconoce aún la enorme importancia de estos juicios así como la investigación que llevó a cabo la Conadep.
Hay quienes creen que la historia comienza cuando ellos se dieron cuenta de lo que pasó, y deciden entonces inaugurarla negando todo lo que los precedió hasta ese momento.
Admitir que previo a estos juicios post 2003 hubo otros en los que se juzgaron a los máximos responsables del terrorismo de Estado es como primera medida hacer honor a la verdad histórica, y segundo, enaltecerse a través de la humildad. No se debe olvidar, como decía Honorato de Balzac, que "la soberbia no es grandeza sino hinchazón, por lo tanto es enfermedad".
Otro tema es el de la teoría de los dos demonios y las leyes de impunidad. Pero esto no debería minimizar u omitir el enorme paso que fue el del juicio a las juntas en la lucha por la justicia sobre los responsables del mayor genocidio de nuestra historia.