El regreso de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos se convirtió en uno de los factores externos más impredecibles en América Latina. Se preveía un panorama de riesgos el 2025 y se supuso que la recuperación económica de la región sería moderada. El Producto Interno Bruto de América Latina podría crecer este año en alrededor de un 2,3%, un leve incremento respecto a 2024. Se predecía que la inflación y las tasas de interés disminuyan en la mayoría de las economías, en un escenario en el que el desempleo y la pobreza también estén a la baja.

La indecisión de Donald Trump sobre imponer o no “aranceles recíprocos”, nos recuerda el portal de Bloomberg Línea, le puede hacer más daño a Latinoamérica y otros mercados emergentes que la aplicación de las tarifas como tal, pues la incertidumbre se puede traducir en una parálisis de acuerdos comerciales entre países, de proyectos de inversión empresarial y hasta un enfriamiento del consumo, que puede conducir a una desaceleración y una posible estanflación.

Sudamérica tiene 12 países soberanos y una gran diversidad económica. La región se caracteriza por recursos naturales abundantes como el petróleo, el gas, minerales y un alto nivel de agricultura. A través de los últimos años, esta región ha estado caracterizada por economías emergentes con volatilidad política y monetaria, entre los cuales se destacan los acuerdos bilaterales con potencias mundiales. Sin embargo, estos países sudamericanos tienen una alta dependencia de exportaciones en materias primas, y durante los últimos años varias de estas economías han tenido una inflación elevada. Países como Argentina, Venezuela y Bolivia enfrentan altas tasas de inflación mientras que en Brasil, Chile y Colombia la inflación ha bajado pero sigue por encima del objetivo. 

En cuanto a alternativas para crecimiento, destacamos que países como Colombia y Chile están impulsando el sector tecnológico y emprendimientos. También, Brasil tiene uno de los mercados más grandes para startups de América Latina y Uruguay se ha convertido en un referente en educación digital y centros de datos. En ese sentido, se remarca el cambio de matriz económica en varios de estos países, dejando de lado la explotación de recursos naturales. 

Asimismo, la economía naranja ha ganado gran preponderancia en América Latina. Entre ellas se destacan a países como Perú que fomenta el Machu Picchu y la gastronomía peruana; Colombia que cuenta con Cartagena y es un país conocido mundialmente por la alta calidad de su café. Nuestro país Bolivia también está caracterizado por un gran potencial turístico y cultural como el Salar de Uyuni y el Lago Titicaca. 

En cuanto a los gobiernos de América Latina, en los últimos años varios países en la región han elegido gobiernos de izquierda o centroizquierda. Esto ha provocado políticas sociales más fuertes pero tambientensiones fiscales y un significativo incremento del gasto público. 

Alejandro Arroyo Welbers, director de Programas en Comercio Internacional y Economías Regionales de la Universidad Austral en Argentina sostiene que “la pausa generalizada por la incertidumbre es mucho más peligrosa que un aumento en las tasas”.

Estos desafíos actuales tienen consecuencias graves para la empresa, la producción y el comercio. Si nos oponemos, en el país, a cualquier restricción a las exportaciones es porque esta medida genera incertidumbre y desconfianza entre comprador y vendedor, que hará difícil retomar nuevos acuerdos productivos y comerciales.

Con la incertidumbre que se ha generado con los aranceles de Trump, los analistas advierten que las empresas podrían no arriesgarse a ampliar sus operaciones, contratar más empleados, o buscar nuevas cadenas de suministro o mercados.

El Banco Mundial considera clave que Latinoamérica y el Caribe aborden las brechas persistentes en infraestructura, educación, comercio y gobernanza para garantizar la creación de empleo y mejores oportunidades para las empresas y los ciudadanos. Esta tarea también la tiene pendiente nuestro país.

Debemos tener en cuenta que las dos economías más grandes de América Latina tendrán crecimientos mínimos, así el Brasil solo crecería este año un 1,8%, mientras que el PIB de México tendrá un crecimiento del 0,0%.

Argentina, crecerá un 5,5% muy por encima del -1,8%, del año pasado. Otras economías grandes de la región como Paraguay (3,8%) Chile (2,1%), Colombia (2,4%), Perú (2,9%) crecerían a mayor ritmo que estas dos potencias latinoamericanas mientras se prevé que Bolivia alcanzará un moderado 1.1%.  

Para el Banco Mundial, “los modestos resultados tanto en materia de crecimiento como de comercio muestran la necesidad de avanzar en un programa de reformas de larga data con el fin de preparar a las economías regionales para los nuevos desafíos y las posibles oportunidades” que se presenten.

Los empresarios estamos dispuestos a continuar contribuyendo al crecimiento económico del país, siempre y cuando el Gobierno instrumente políticas efectivas que fomenten un entorno empresarial favorable. En este sentido, es fundamental que se brinden garantías sólidas para atraer inversión extranjera y se tomen medidas para reducir el déficit fiscal, lo que permitiría una mayor estabilidad y predictibilidad en el mercado. De esta manera, podremos trabajar juntos para impulsar el desarrollo económico y social del país.