El mito de Instrumental Huella Pampa no se terminará jamás
Debe ser difícil saber que se sube al escenario para hacer algo por última vez. Ya en la vereda del Teatro Municipal, cuando los ocho huella se preparaban para entrar, se abrazaron y se desearon suerte. Se dijeron unas palabras, códigos secretos y muy personales, y luego enfilaron para meterse entre la gente y llegar al escenario, al lugar más cómodo, el que más conocen y desde donde saben hacer su trabajo: hacer música y derretir el corazón de la gente. De su gente. De su Olavarría.
Fueron cuarenta años de viajes, de anécdotas, de alegrías, de sinsabores, de discusiones, de ponerse de acuerdo, de disfrutar, de conocer gente, de conocer festivales, colegas. Cuatro décadas de noches de folklore, de madrugadas compartidas en ruedas de amigos, de charlas con otras figuras consagradas.
Pero en esos cuarenta años no perdieron lo que los llevó a ser grandes: la humildad y la sencillez. Inclusive, uno de los más grandes defectos que ha tenido Instrumental Huella Pampa en su carrera es que nunca se la creyeron. Aun así, llegaron ocho discos (dos Discos de Oro) y un montón de reconocimientos, pero se mantuvieron en una forma de ser y de sentir el folklore que los hizo distintos. Y a eso la gente se los reconocerá toda la vida.
José Luis Belsito (percusión), Marcelo Merlos (charango), Esteban Delapenna (guitarra criolla), Eduardo Lalanne (teclado), Gonzalo Belsito (batería), Eduardo "Nacho" Amadeo (guitarra eléctrica), José Velázquez (vientos) y Jesús Veneciano (teclado) se subieron por última vez como Huella Pampa para regalar el último concierto del año. Y de la carrera. De un grupo de folklore instrumental que nació por aquellos dos fenómenos de la música que hoy ya no están, como los hermanos Néstor y Daniel Godoy (luego se sumó Fernando Valverde en los comienzos), pero que siempre permanecerán en el recuerdo, en el sentimiento y en el reconocimiento de que fueron los que iniciaron esa hermosa historia.
Fueron tres horas inolvidables. Arrancó el show a las 22 y terminó a la 1 de la madrugada, y en el medio hubo de todo: música (de la mejor), recuerdos, reconocimientos, emoción y una unión entre músicos y el público que se mantuvo toda la vida. Con más razón en la noche del 26 de diciembre.
Todo comenzó con un video en el que cada uno de los ocho integrantes dijo lo que sentía por haber estado en Huella Pampa. Lo que les significó estar ahí, ser parte de la historia, del mito. Y luego arrancó el último capítulo de esta historia que permanecerá inalterable en el recuerdo de todos los olavarrienses. "Adónde irás con este sol" (de la película Juan Moreira) abrió el juego y la gente comenzó a disfrutar y a sentir algo especial: estaba siendo protagonista de un momento histórico, del último show de los Huella. Y se sintió de una manera sumamente especial. Como ellos, también, que sabían que iba a ser la última vez (aunque quizá pueda producirse alguna presentación en otra ciudad, en 2014, pero esta fue la despedida).
Y en el medio pasaron varios invitados especiales: el grupo Suyai fue el primero con "Desde el puente carretero", Cintia Ibáñez cantó "Zamba de usted", Karina Bettiga subió para regalar "Por qué cantamos", Carlos Raúl Minning -ex integrante del grupo- con su violín regaló la zamba "Me gusta Jujuy cuando llueve", Pancho Fuentes hizo emocionar a todos (y a él le pasaron por su cabeza un montón de momentos compartidos con esta mítica banda) con "Fuego en Anymaná", Eduardo "Chino" Correa tomó prestado el teclado de Veneciano y, luego de hacer una rara y particular introducción, terminó haciendo vibrar a todos con "Merceditas", mientras que parte de la Orquesta Sinfónica "Maestro Mario Patané" -con el profesor Diego Lurbe como director- hicieron dos temas que obligó a la ovación: "1492 (La conquista del paraíso)" y un malambo de Néstor Godoy, "Huella y pampa". Y decimos parte porque estuvieron Carlos Orlando con el oboe y seis violines, con Carlos Minnig, Melisa Cabrera, Daniel Rodríguez, Lourdes Magallanes, María Julia Milán y Gastón Orlando.
En el medio del espectáculo hubo otro video: fue una recopilación de la trayectoria, con fotos y la familia de cada huella. La familia, precisamente, el sostén invisible de cualquier grupo de música, y más de Huella Pampa, y luego subieron esposas, hijos y nietos para darles regalos a los ocho músicos. También hubo saludos del intendente José Eseverri, Eduardo Rodríguez, José Luis Salías (uno de los fanáticos de siempre) y Delia Bouciguez, y de colegas como Roberto Peyrano, Mario Patané y Daniel Amestoy (del recordado grupo Añoranza), mientras que la banda hizo reconocimientos a Marcelo Manolio, Georgina Muller, Ricardo Bettiga, Carolina Belsito y Martín Escapil (el operador de toda la vida, mano derecha en la técnica de Huella Pampa). Por supuesto, subió al escenario también Eri Bobadilla, del sello discográfico DBN, que les entregó el Disco de Oro, logrado con el CD "Con el alma", que terminó de ser grabado en 2012 y vendió más de 20.000 placas, nada menos.
Después siguió la música, y todos volvieron a emocionarse con una entrega inmensa. El "primer cierre" fue con "Rioja en mi piel", una chaya hermosísima, pero hubo que repetir ante el pedido de la gente y entonces se vinieron "El humahuaqueño" -característico en cada presentación Huella- y "No llores por mí Argentina", que sin dudas hace emocionar hasta lo más profundo, y cuando el saludo "final" era con ovación incluida (como ocurrió a las 23, una hora exacta del comienzo del show, con las 1.000 personas de la platea, el primer piso y la segunda bandeja también, todos de pie aplaudiéndolos), llegó un cierre increíblemente sentido: "Santa Cruz", de Ariel Ramírez, comenzó a sonar y de a uno fueron saliendo de escena.
El orden, no podía ser de otra manera, fue como fueron llegando al grupo: el más nuevito, Jesús Veneciano, se alejó primero y el último fue José Luis Belsito, para terminar sonando un piano. Era la grabación de los hermanos Godoy, y allí sí reaparecieron para hacer el saludo final, mientras en la pantalla gigante había una imagen de Néstor y Daniel y un "¡Gracias, Gordos!" de estos ocho músicos que siguieron el camino, con la misma mística que iniciaron ellos, los hacedores de los Huella Pampa.
Fue el cierre perfecto de una carrera excelente. Fue el adiós de Huella Pampa ante su gente. Fue terminar cuatro décadas de música hechas con respeto, con seriedad y responsabilidad. Fue cerrar con un último capítulo un libro inigualable. Para que el mito siga viviendo entre nosotros...