Manejo adecuado del arbolado urbano
Miguel Viñuales
"Hacemos hincapié en el título de esta capacitación, que es cuidado y mantenimiento del arbolado urbano, y no poda de arbolado, porque queremos evitar el concepto de poda como si fuera algo sistemático que hay que hacer. Y la poda no es una práctica a realizar necesariamente todos los años", aseguró la ingeniera agrónoma Lía Oyesqui, extensionista de la oficina local de INTA durante el curso que se brindó el jueves a la tarde.
"Buscamos transmitir que es una práctica más de mantenimiento, y no siempre es necesario intervenir el árbol. Es más, si la especie correcta está colocada en el lugar correcto, eso evitaría muchísimos costos y complicaciones de reemplazo porque se enferman, o rotura de veredas, o podas excesivas por ser demasiado grandes para el lugar, por ejemplo", explicó.
Según la ingeniera Oyesqui, esta elección de la correcta especie y lugar es un punto fundamental, ya que directamente implica la posibilidad de no tocar nunca al árbol, y dejar que exprese su potencial natural sin ningún tipo de limitaciones, ya que en verdad no es necesario podar un árbol salvo que se busque una finalidad específica que va más allá de sus caracteres propios.
La importancia del arbolado
La ingeniera Oyesqui remarcó la necesidad de contar con arbolado en los centros urbanos, ya que los aportes y beneficios que brindan los árboles son muy superiores a las mínimas incomodidades que supone la caída de las hojas durante una semana al año.
"Los árboles aportan oxígeno y limpian el ambiente consumiendo y fijando dióxido de carbono, además de retener partículas contaminantes. También moderan la temperatura y la humedad relativa del ambiente, forman barreras contra vientos indeseables y protegen las costas del arroyo. Más allá de esas funciones primordiales, embellecen el paisaje y ofrecen marco de esparcimiento", indicó.
Dentro de las especies recomendadas se encuentran árboles de hojas caducas como el fresno dorado, el fresno de judea, paraíso sobrilla y lagerstroemias, entre muchos otros, y algunos de hojas persistentes como los ligustros y cítricos, aunque siempre hay que tener en cuenta el lugar disponible anteponiendo este punto incluso a meras cuestiones de gustos, ya que en pocos años aparecen los problemas.
"Ningún árbol en buen estado sanitario, en estado natural y sin competencia, necesita ser podado. Pero estando en el medio urbano, se enfrenta a dificultades como la presencia de pavimento, redes subterráneas, cableados aéreos, marquesinas, ventanas, peatones, todo lo cual genera la necesidad de intervenir".
Estas necesidad frente a objetivos deseados, pero de otra naturaleza, es la que hace que la poda sea una práctica más habitual en los frutales, ya que se busca podar para incrementar la productividad, o en el caso de los montes para leña, o para explotación papelera. Todos estos son casos distintos, cada cual con su propio manejo y objetivos.
Puntos a tener en cuenta
Durante el curso, se mostraron diferentes imágenes de árboles recomendables para uso urbano, y diferentes maneras de intervenir, en caso de ser necesario. Se remarcó la necesidad de contar con buenas herramientas y que se encuentren en buenas condiciones, explicándose en que lugares y de qué maneras había que realizar los cortes de ramas para evitar que el árbol sufra daños innecesarios.
"Muchas veces es necesario podar, pero no tiene que considerársela como algo sistemático a realizar anualmente, y mucho menos pensar que es algo que le hace bien al árbol o que lo fortalece, porque en realidad es lo contrario", explicó Oyesqui.
Los objetivos que justifican la poda son la necesidad de dar forma, o controlar el tamaño para adaptarlo al espacio disponible, impedir el daño a redes, cañerías o cableados, despejar señales de tránsito y facilitar la circulación de vehículos y peatones. A todas estas, podría agregarse como única variante que favorece al árbol, la poda por razones sanitarias o de rejuvenecimiento. Por este motivo, conviene podar únicamente cuando es indispensable.
Finalmente, Oyesqui llamó la atención a que cualquier poda o intervención debe realizarse en los momentos en que el árbol está en receso de crecimiento, habiendo completado la caída de las hojas y no ha vuelto a brotar, es decir, en pleno invierno. "Es muy común escuchar hablar de los meses sin "r" como una referencia para podar, pero lo que verdaderamente hay que tener en cuenta es cómo está el árbol, mientras tenga hojas no conviene podarlo porque todavía sigue generando reservas que va a necesitar", concluyó.