La devoción de la Virgen de la Dulce Espera tuvo su origen en 1980 en la parroquia de la Inmaculada Concepción de Villa Devoto.

Durante un viaje realizado por Europa una pareja de argentinos llegó a Santiago de Compostela en España y en su catedral rezó una vez más por su hija que anhelaba ser madre. El esplendor y magnificencia del templo de Santiago los impresionó lo que motivó que después de participar de una visita guiada a la mañana la recorrieran nuevamente por la tarde. Pero el clima les hizo una jugarreta: enviados quién sabe por qué designios, unos nubarrones abrieron el cielo y comenzó la lluvia acompañada de fuerte viento, lo que hizo que debieran cobijarse bajo la entrada de una de las criptas del templo. Allí estaba... como una aparición premonitoria, una conmovedora imagen en piedra de María embarazada. Los esposos rezaron más que nunca para unirse al deseo de maternidad de su hija.

Viajaron de regreso a la Argentina pero sintieron que la Virgen de la Dulce Espera viajaba con ellos, alojada en sus corazones. Prometieron entonces traer la devoción de su purísima maternidad a esta tierra, viviendo el milagro dado que su hija se convirtió en madre de dos niños.

Lograda la imagen y la aprobación obispal, Nuestra Señora de la Dulce Espera quedó definitivamente alojada en la parroquia Inmaculada Concepción de Villa Devoto y, siguiendo con los designios del Señor, llegó a Olavarría y recibió la autorización de fray Alejandro Ferreirós para entronizarla en el templo San Francisco de Asís.