Las relaciones diplomáticas de España y la Argentina durante la administración de los Kirchner han costado muchos dolores de cabeza en Madrid y hasta la cabeza misma, si vale, de uno de sus embajadores. El actual jefe de la misión española en México, Carmelo Angulo Barturen, tuvo que dejar Buenos Aires, donde cumplía funciones equivalentes a las actuales, por un desempeño activo, y lógico, a favor de las empresas españolas en dificultades por la política oficial argentina. Eso incomodó a las autoridades locales, que hicieron lo posible por su remoción. (...).

(...). Estamos todos interesados en que los vínculos entre España y la Argentina sean los mejores posibles, como corresponden a Estados que comparten historia, tradiciones y cultura, en particular esa lengua maravillosa que hablan más de 400 millones de seres en el planeta y sobre cuya gravitación en el siglo XXI se han abierto inmensas expectativas. Lejos, por el contrario, podríamos haber estado de celebrar que se prolongara la influencia sobre la Argentina de un socialismo español inmaduro, como ocurrió a partir de 2003, en los primeros años de los Kirchner.

Ese socialismo tan distante de la prudencia y sabiduría de los tiempos de Felipe González ha sabido, sin embargo, por boca de Rodríguez Zapatero, poner sordina a la incomodidad que se ha ido acumulando en España a raíz de las vicisitudes de sus empresas en la Argentina. (...).

Ahí quedan (...)las negociaciones inconclusas por el caso Aerolíneas y la continuidad y afianzamiento de todo lo que España ha invertido en los últimos veinte años en la Argentina. (...).

Debe lamentarse que la presidenta argentina se haya encontrado a horas de llegar a Madrid con un nuevo atentado terrorista de ETA. La señora de Kirchner ha repudiado el episodio "como lo hacen todos los hombres y mujeres de bien". Compartimos esa condena y, desde luego, la observación de que el atentado ha sido una manifestación de irracionalidad con el propósito de imponer ideas.

Con sólo que la señora de Kirchner traslade esos mismos conceptos al juicio retrospectivo que debería merecerle la actuación de las bandas terroristas que asolaron la Argentina en los años setenta, habrá dado un paso adelante en el grado de coherencia de su gestión y de su pensamiento. Ha sido ése uno de los puntos más débiles y vulnerables del gobierno que preside y del que lo precedió sin mejores beneficios para el país, (...).

Ambos presidentes coincidieron en las declaraciones en reclamar reformas en el sistema financiero internacional. (...). La señora de Kirchner ha puesto el acento en que se omitan de la política internacional los dobles estándares en el tratamiento de los países por las responsabilidades que asumen sus gobernantes. A su regreso debería examinar con igual interés si su gobierno aplica en la política y los negocios internos lo que descalifica en la arena mundial. (...).

Ninguna de las declaraciones que se hicieron en Madrid parece haber sido más profunda que la reflexión del rey Juan Carlos de que la presencia de España y de sus empresas en la Argentina es "un compromiso estratégico con el futuro." Hagamos lo posible para que así sea a favor del interés común. Se logrará, tanto o más, si se atienden, con un sentido de verdad amplio, las sugestivas palabras de Juan Carlos en respaldo del "diálogo y concertación" para resolver entre los actores sociales y económicos la crisis mundial.

Siempre ha de ser una pena que la visita de Estado de la más alta jerarquía institucional argentina a otro país haya sido registrada ayer como la noticia más leída por los lectores de uno de los principales diarios de Madrid, pero por el hecho del "plantón en el palacio". Esta vez la Presidenta hizo esperar al rey y sus invitados 40 minutos por el retraso con el que concurrió a la comida ofrecida en su honor.

"Menos mal -dijo la cronista de ABC - que la ensalada de bogavante que se sirvió primero podía esperar, aunque no se puede decir lo mismo de la pularda que le siguió". Según el Diccionario del Español Actual , de Manuel Seco, la pularda es una gallina joven cebada.

Como no podía haber sido de otro modo, las personalidades que también habían esperado recogieron las velas cuando la presidenta agasajada al fin llegó.

La Nación, 11 de febrero de 2009