Precisiones sobre la historia de los alemanes del Volga
La inmigración a las colonias de nuestro Partido está clara y tan completa como se puede lograr en Historia, se ha publicado en libros, en revistas como Todo es Historia y otras y en el Manual de Historia Olavarriense, y tiene cultores serios. Menciono al señor Rolando Hess y con él va mi homenaje a los muchos que coleccionan papeles, fotocopian, estudian.
Creo que hacen falta varias precisiones. Los alemanes llegaron a orillas del Volga en el siglo XVIII como parte de un regalo del zar a su prometida, que sería la Reina Catalina, con un estatuto de privilegio de cien años que les permitía mantener su religión, idioma y costumbres, tener autoridades propias y no cumplir el servicio de armas. Al vencer el estatuto, en tiempos de constantes guerras, deciden irse y gestionan hacerlo a Canadá, Estados Unidos, Brasil y la Argentina. No llegaban sin nada, ya que, además de traer el producto de la venta de sus propiedades en Rusia, se le dio a cada varón casado o soltero un campo, materiales para construir y préstamos para bueyes, carros, etcétera.
Se les permitió, a diferencia de los otros países receptores, construir aldeas rodeadas de los cultivos. También se les fijaron limitaciones: sólo podían ser agricultores (y así aportarían su experiencia como productores de cereales), aunque podían tener animales "en medida doméstica", debían tener una escuela en castellano (y en seguida se les instaló la número 2 del Partido), tener accesibles los caminos a la colonia y sujetarse a las leyes argentinas.
Fue una inmigración exitosa, de gente trabajadora y con familias numerosas cuyos niños, entre la escuela y el servicio militar se acriollaban rápidamente y se casaban y alternaban con todos. Seguramente los comienzos fueron duros y llenos de nostalgia, pero hay que pensar que llegaron a un lugar situado más cerca de una ciudad grande, Azul, con médicos, hoteles, dentistas, negocios, que la misma Olavarría; que tenían su propio Intendente, que profesaron libremente su religión (luterana y católica las de la mayoría), que no cargaban el aislamiento y la soledad de los inmigrantes que no venían rodeados y sostenidos por sus paisanos.
Es una buena medida poner en foco esta situación y rechazar mitos negativos, sobre todo cuando, en el siglo XX, hubo una clara opción por la cultura alemana. La situación de Rusia en ese siglo nada tuvo que ver con los rusoalemanes que dejaron el Volga en 1877-1878, y si hubo conflictos con los que se quedaron, nada tuvo que ver con los volga-argentinos. Por otra parte, el genocidio armenio tuvo lugar en 1915 y con Turquía.
La historia de los alemanes de nuestras colonias, a partir de la colonia madre que dio hijos a Coronel Suárez y el oeste de Buenos Aires y La Pampa, es sólo con la verdad, una hermosa historia. No necesita detalles escabrosos, sino estudios -especialmente universitarios-, entusiasmo y buena fe.
Aurora Alonso
DNI 3.680.596