Se erige en la calle Colón, casi Sarmiento; en el espacio ubicado camino al Polideportivo.

Mezcla rara de sensaciones; eso dejó entre los presentes el merecido recordatorio. La emoción, el recuerdo y el asombro ganaron a propios y extraños. A los que tenían mayor afinidad con Matuno e inclusive a aquellos que conocieron su vida a través de las historias diarias repetidas por los protagonistas.

"Fue un hijo del pueblo", así lo sintetizó Omar Martín en sus palabras y cada uno de aquellos que lo conocieron y lo quisieron, acompañaron el sentimiento.

16 años han pasado desde el repentino final de la vida de Matuno. La obra intenta recuperar esa rica historia de triunfos pero sobre todo del cariño que constantemente profesaba y le profesaban los lamatritenses a este personaje de la ciudad.

Una réplica de su última bicicleta, el "cajo" -como recordaron sus allegados-, aquella con la que perdió la vida a pocos metros del ingreso a La Madrid es flanqueado por un mural, que sintetiza la vida de Matuno, y una gigantografía con su imagen y la poesía que resume la travesía de Omar Martín, entre La Quiaca y La Madrid.

La música de Héctor Elorza y la poesía de Carlos Gómez y María Angélica Fidalgo hicieron carne la vida de Matuno.

Daniel "Turco" Cobatti plasmó la idea de Martín en la construcción. Nadia Roldán dio rienda suelta a la imaginación y plasmó los sueños de Matuno, que ahora serán parte de los lamatritenses que lo añoran.

"Nito" Gutiérrez, Gerardo Ciappina y Carlos Marconi rememoraron sus travesías arriba de la bicicleta; Dora Inchaurrondo y Yoli Milován se ocuparon de la persona, sus interminables recorridas por las casas de la ciudad y su entrañable personalidad.

Un video en que se lo ve cantando a Matuno, y la palabra de aquellos que lo cuidaron como parte de la familia, arrancaron las lágrimas finales del público.