Mujer de palabras justas, que le salen naturalmente casi a borbotones por momentos -con sonrisa nerviosa por la situación que la tuvo como el centro de las miradas-, pero se la bancó esta bolivarense pero olavarriense por adopción ("nos vinimos con mi familia cuando yo tenía ocho o diez años; aunque primero vivimos en Recalde", contó).

¿Laura, todo lo que escribís, tiene que ver con tu vida, con cosas que te pasaron, sale desde tus entrañas cada palabra?

Sí, sale como necesidad el escribir. A veces tienen que ver con cosas que me pasan, a veces que le pasan a otro y me llegan de algún modo, o con cosas más globales en términos de humanidad o grandes problemas generales. Busco ese problema en una imagen, en algo chiquito, en algo más cotidiano. Sino escribiría un ensayo sobre la desigualdad, por ejemplo. Si veo a alguien juntando cartones mientras un basural se prende fuego, y eso me parece que escribir de eso tiene que ver con contar mi aldea, con lo que yo veo, y de esa manera hablar de lo grande.

¿Escribir es más fácil cuando el corazón está un poco más estrujado?

Si. En general a mi me gusta escribir a la noche. Es como un detenerse de las cosa que pasaron en el día y de las obligaciones y todas esas cuestiones. Siempre las cosas salen desde la emoción, no sé si desde la tristeza pero sí de la emoción, de lo que me sensibiliza y de lo que me conmueve. Sino fuera así, no podría escribir. O quizá podría escribir un ensayo u otra cosa, pero no poemas o textos con más imágenes o metáforas.

¿Cuántos textos presentaste en el ciclo Bancarte?

Son diez. Algunos son poemas y otros prosas breves.

¿Por qué los elegiste?

Me gustaron por su variedad entre si. A algunos los había subido a Facebook y había tenido muchos "me gusta", por lo que eran los "seguros", y más que nada por la diversidad de temas. Muchos son preguntas, porque para mi escribir es preguntarse y no tener certezas. Preguntarse acerca del escribir en sí mismo y de muchas otras cosas, inclusive de las propias certezas que tiene una, de cuestionarse cosas, de deconstruirse en un montón de cosas, como mujer también, como madre de adolescente que soy, de aprender de ella. Mucho tiene que ver con la pregunta, no con la certeza.

¿Desde cuándo escribís?

Desde chiquita, los diarios personales y esas cosas. Y luego desde los viente años. Pero siempre fui muy vergonzosa para mostrar lo que escribía; luego lo mostré en las redes, aunque no se ve la cara que ponen cuando te leen. Participé en algunos concursos y el año pasado fui al taller de Patricia Ratto, y este año volveré a ir. Siempre Guillermo Del Zotto me anima a escribir. Siento que todo el mundo puede expresarse de alguna manera, y está bueno eso porque es parte del ser humano. Para mi es escribir, para otro es pintar, para otro es cocinar. No necesariamente tiene que ser arte. También está la ciencia y acá hay muchos ingenieros que me acompañan en este acto que son compañeros de la facultad. Es otra manera de de ser uno, realmente.