Florencia Regidor, participante de Gran Hermano, ha mostrado en repetidas ocasiones su aversión a bañarse, un hábito de higiene personal que evita en lo posible. Sin embargo, la producción del programa decidió confrontar esta actitud de manera directa, generando controversia en las redes sociales.

Durante una tarde en el living con todos los convivientes del juego, la voz de Gran Hermano emitió una orden tajante y autoritaria hacia Regidor, instándola a bañarse por completo y simultáneamente junto a otra participante. Esta acción desencadenó la ira de Florencia, quien expresó su enojo y frustración ante la situación.

La orden de la producción provocó un debate en las redes sociales, donde muchos usuarios cuestionaron la ética de obligar a una participante a realizar una actividad que claramente le causa incomodidad. La reacción de Florencia, visiblemente enfadada, refleja su descontento con la decisión de Gran Hermano y su percepción de que la situación fue planeada para incomodarla.

A pesar de la explicación de la producción sobre las condiciones del desafío, incluyendo un límite de tiempo y la posibilidad de usar traje de baño, Florencia expresó su disgusto de manera vehemente, calificando la situación como un acto deliberado contra ella. La polémica desatada por este episodio demuestra el impacto que las decisiones de la producción pueden tener en la dinámica del programa y en la percepción del público.