"Acá la gente es paciente, no un cliente"
La publicidad que se escuchaba por Carburando, cada domingo que había carreras de Turismo Carretera, no era otra que de la óptica olavarriense, de don Melchor Vilanova, quien hizo una gran amistad con Isidro González Longhi (el padre de Cacho González Rouco, el reconocido periodista de automovilismo).
"Alberto Solari, conocido periodista que estuvo en Canal 8 de Mar del Plata, con una voz muy parecida a la de Cacho Fontana, era el que estaba en Radio Rivadavia. Y cuando se fue de esa emisora lo hizo despidiéndose a su manera: diciendo esa publicidad", recuerda Rubén Daniel Vilanova, óptico, hijo de don Melchor, y padre de Mariana -también óptica-, como para seguir una herencia familiar.
"Jorge" (en realidad, Rubén Daniel, aunque todos saben que Jorge iba a ser su nombre por elección de su mamá, pero finalmente las tías ganaron la pulseada y lo anotaron como Rubén Daniel, aunque para muchos olavarrienses aún sigue siendo Jorge) se toca el corazón con su mano izquierda cuando recuerda aquella anécdota de Solari. "Es más, largaba Carlos Reutemann en Europa y la publicidad estaba allí, en la radio", agregó Vilanova, que además de ser fana del automovilismo, también ama la pesca, y jugó al fútbol en su querido Racing y al básquetbol en Estudiantes. "Soy amante del deporte, en realidad", dice.
Y aquella publicidad que se escuchaba los domingos a la mañana, con el rugir del TC, apareció en la radio por la amistad entre don Melchor y don Isidro. "Se hicieron amigos, luego hubo amistad de familia y la heredamos Cacho y yo", agregó Rubén Daniel.
Optica Vilanova fue abierta por don Melchor, idóneo en farmacia y óptico técnico. Primeramente estaba a cargo de una sección de óptico en la farmacia Altamira (Necochea 901), donde no solamente se vendía sino también que se hacían los medicamentos, y al fallecer Altamira mi papá decidió abrir una óptica (la otra que estaba en la ciudad era la de Varela). La inauguró el 16 de diciembre de 1946, en Vicente López 735, ahora 2937", siguió contando.
"Yo me fui a estudiar en 1966 a la UBA, en la Facultad de Farmacia y Bioquímica, donde se cursaba Optica y Contactología. Fui siguiendo los pasos de mi papá, por supuesto. Y se inauguró el gabinete de contactología el 25 de octubre de 1969. Era una época de pleno desarrollo de las lentes de contacto. Yo había estado trabajando en Pfortner, en Pueyrredón y Juncal, una vez recibido. Una compañera de facultad nos consiguió trabajo a varios compañeros. Eramos tres contactólogos. La dirección exacta era Pueyrredón 2345, donde hay hoy un consultorio importante de contactología. Y es el día de hoy que trabajamos con ellos. Se hizo una gran amistad inclusive. Mariana, mi hija, hizo la pasantía en Pfortener inclusive", explicó Rubén Daniel, o "Jorge".
"Un 25 de octubre, con todo esto preparado con mi padre, me vine para Olavarría nuevamente. En esa época jugaba al fútbol en Racing, era invierno. Así que me entrenaba en Peñarol de Valentín Alsina, donde había buenos jugadores y un ambiente difícil, y venía los fines de semana. Hoy, Peñarol es un club de barrio que ha crecido (aquello fue en 1967 ó 1968) y cumple una función social importantísima, y pensar que antes era un potrero... Primero iba en colectivo y luego en tren para ir a entrenar", recuerda.
"En 1969 me vine y me quedé acá; estaban las lentes de contacto, que eran las rígidas. Se veía venir las blandas, que ocurrió en 1973. Con eso cambió la contactología de forma increíble, porque la podía usar todo el mundo, no molestaba, y con el correr de los años se hizo la blanda tórica (superficie deformada), que corrige astigmatismo, además de los problemas de miopía o hipermetropía. Fue después de una década, en el ´70, que tuvo un auge importantísimo, con el boca a boca la lente de contacto se terminó de imponer. Paralelamente comenzaba un cambio tremendo en la óptica, en la cristalería, de nueva generación, los orgánicos, de policarbonatos, que ya se estaban gestando", continuó recordando.
"Después tuve la suerte que la tercera generación decidiera seguir esta misma carrera. Pude hacer lo que me gusta y con mi hija, Mariana, que es todo un lujo. Voy a pescar y se queda ella, o ella se va a jugar al básquetbol y me quedo yo. Si ella no hubiera estudiado, seguro que ahora estaba en mi casa, pero ella me da fuerza para continuar", terminó contando Rubén Daniel (65, padre de Mariana, 26, y Julia, 24, licenciada en Fonoaudiología, 24, frutos de su matrimonio con Diana Durán).
Y Mariana tomó la posta. "Terminé el secundario en Libertas y siempre supe que iba a seguir esta carrera. Nunca dudé. Me fui a la UBA; primero hice la carrera técnica (óptica especializada en lentes de contacto) y después un postgrado de contactología en la UBA. Es una carrera de tres años y medio, y al mismo tiempo hice una pasantía en Pfortner, como mi papá, durante tres meses. Después me vine a Olavarría, pero seguí estudiando tres años más, viajando a Buenos Aires cada quince días, para hacer una carrera especializada en salud visual primaria. Como para ampliar los conocimientos y así brindar más información a los pacientes en cuanto a la óptica. Porque a la persona se la trata como un paciente, no como un cliente", reconoce Mariana. "Y desde el momento en que estoy acá, eso me permitió incorporar lo que aporté, y mi papá apoyó las ideas que traje desde Buenos Aires en cuanto a la contactología y óptica", agregó Mariana, quien se recibió en agosto de 2008.
Acerca de los anteojos, Mariana contó que "antes un anteojo era un medio para ver bien, y hoy es un accesorio de moda; hay gente que quiere un anteojo porque una actriz lo usa. Hay que estar actualizado en tendencias, porque la gente lo pide y hay que tener variedad. Antes, una persona con un defecto refractivo muy alto estaba resignada a usar un anteojo antiestético, y ahora eso cambió, ya que el avance en la óptica hace que haya cristales superdelgados e infinidades de posibilidades para solucionar ese problema. Lo mismo en lentes de contacto: antes era una opción, y dentro de las blandas hay muchas, de diferentes materiales, para cubrir la necesidad de cada paciente".
"En cuanto a anteojos, ahora hay una variedad de cristales, y con tratamientos antirreflejos. Es que la gente pasa mucho tiempo ante la computadora y así puede tener mejor confort. Y dentro de los antifocales hay una variedad que abarca distintas necesidades del paciente, de acuerdo con la demanda visual de cada persona. Es fundamental saber a qué se dedica la persona que llega a la óptica, porque no es lo mismo una demanda visual del que hace un trabajo frente a la computadora ocho horas, y otra que no. Hay que preguntar ese tipo de cosas, porque hoy por hoy existe el producto específico para cubrir una necesidad determinada", continuó diciendo Mariana, quien juega al básquetbol (comenzó en Pueblo Nuevo y hoy lo hace en Ferro Carril Sud, siguiendo también los pasos de su padre al practicar este deporte).
"Dentro de la contactología, además de las lentes convencionales que venía trabajando papá, se empezó con las descartables (antes de que yo llegara). Y lo que hice fue ampliar las ofertas en cuanto a las lentes descartables, porque es otro tipo de lente. A veces muchas personas jóvenes que hacen deporte lo necesitan. Y me estoy dedicando mucho ahora a las lentes de contacto multifocales: son las que sirven para corregir todas las distancias. Es para personas que ya tienen presbicie, y la verdad es que es una enorme solución. Primero se hace una prueba durante un día para que sepa lo que está usando, aunque es una adaptación instantánea, y enseguida se da cuenta si está cómoda. Hacen las actividades cotidianas y se dan cuenta de que es cómodo y efectivo. Se olvidan del anteojo, y hasta estéticamente es mejor. Por eso comentaba que el anteojo pasó a ser un elemento estético, totalmente accesorio, de moda", señaló.
"Y en cuanto a los anteojos de sol, pasaba que una persona necesitaba corrección y por algún motivo no se adaptaba a las lentes de contacto, y así no podía usar los de sol. Con el avance de la óptica, hay variación de cristales, graduados, con tratamiento especial, con protección de rayos, y con correcciones. Se hacen los de sol con la corrección que necesitan, por eso reitero que existe ahora el producto para cubrir cualquier necesidad. Por otra parte, no es bueno comprar esos anteojos de sol en la calle o en cualquier lugar que no tenga el respaldo profesional de una óptica. Acá se controla absolutamente todo, más allá de que sabemos de qué fábrica llega lo que compramos. Inclusive la gente compra recetados en la calle, porque no ha tomado conciencia del daño que se puede hacer", terminó diciendo la óptica Mariana Vilanova.