Artesanías de la Puna en la Feria de Invierno
Alfarería, elementos en cuero, finos trabajos en plata y hasta confituras son algunas de las artesanías que los emprendedores de la Puna ponen a consideración del turismo en el centro de San Salvador de Jujuy, en el marco de la Feria Provincial de Invierno.
Alfarería, piezas hechas con sal, plata, cuero y madera, alimentos e instrumentos musicales típicos, son algunos de los productos que emprendedores de la puna ofrecen en la II Feria Provincial de Artesanos y Productos Jujeños, que se realiza en San Salvador, en el marco de la temporada turística invernal.
Estos artesanos trabajan con productos que obtienen en esa región jujeña, que abarca más del 50% del territorio provincial y limita con Chile y Bolivia, en una meseta cuya altura llega a superar los 4.000 metros sobre el nivel del mar.
Varias carpas, sobre Belgrano y Sarmiento -en torno de la plaza Belgrano, la principal de San Salvador- albergan a los artesanos que exhiben sus piezas de alfarería y artesanías en cuero e instrumentos musicales, como quenas, sicus, zampoñas, charangos y bombos.
Entre ellos quienes trabajan en madera, hacen finos prendedores con hilos de plata según la antigua profesión de plateros, ropa para chicos, vino patero, confituras, alfajores, dulces y mermeladas de frutos tradicionales, entre otros productos.
"Nosotras somos 10 mujeres de Olaroz Chico, cerca de la Salina de Olaroz, en pleno departamento de Susques, límite con Chile", se presentó a Télam Isabel Soriano, quien junto con Evangelista Vázquez tienen en la feria la responsabilidad de vender lo que producen sus amigas en esas alturas.
Ellas crían llamas y ovejas, con cuyo pelo y lana confeccionan delicadas y abrigadas bufandas, chulos (gorras andinas con orejeras) pulóveres, guantes, alfombras, chalecos y otras prendas para mitigar el frío.
Las productoras tejen a dos agujas y en telares, siempre con hilos que pasan por sus manos y conservan los colores naturales del animal, como los ocres, blanco, marrones de distinta intensidad y negro, con figuras que se trasmiten a lo largo de los siglos.
Para llevar adelante el emprendimiento cuentan con una habitación en la sede del Consejo de la Comunidad Aborigen de Olaroz, donde los visitantes llegan sólo en verano, porque en invierno las temperaturas son inferiores a 10 grados bajo cero en forma cotidiana.
En otro puesto de la Feria, Clelia Mamani y Candelaria Trejo, de la Comunidad de Artesanos Emprendedores, forman parte de la Agrupación de Mujeres Andinas de la localidad de Cusi-Cusi, en el departamento de Santa Catalina, cercana a Bolivia.
"Somos pacientes para el trabajo, manejamos nuestras manos y con los hilos que nosotras producimos", dijo una de ella a Télam sobre la organización individual y colectiva que tienen para aportar algún dinero al hogar y educar a los hijos.
Estas mujeres de rostro y las manos curtidas por las heladas, que se dedican al tejido con hilo de pelo de llama, comentaron que en esa zona hay pocas ovejas.
En Cusi-Cusi hacen las prendas para vestir a la comunidad, que llega al medio millar cuando retornan los hombres de sus tareas en las cosechas o tienen permiso de las minas de la zona.
En ese lugar se encuentra uno de los lugares turísticos más bellos de la puna: el Valle de la Luna, con extraños colores rojos y plateados, según de dónde refleje el sol.
Mamani y Trejo se refirieron con entusiasmo a El Chorro, una cascada de 25 metros de altura que se congela en el invierno, y a las truchas del río que pasa junto al pueblo y las de un criadero del lugar.
Las prendas que venden estas mujeres en la feria tienen una tarjeta de presentación que dice "Mujeres emprendedoras liderando negocios".
Frente al puesto de objetos tallados en sal, como llamas, ceniceros, cardones, lámparas y otras miniaturas, se exhiben lajas grabadas con símbolos como el cóndor, el viento o imágenes de ñandúes, entre otros motivos tradicionales, que se incorporaron al interior de las modernas viviendas para darle un toque andino.
Benita Chávez, presidenta de la Comunidad Aborigen de la localidad de Santuario de Tres Pozos, en el departamento de Cochinoca, contó de la defensa de las Salinas Grandes y de la tarea ambientalista que llevan adelante, sobre las que dijo a esta agencia: "No queremos que se agoten, que falte el agua, porque forman parte de nuestra vida". Télam