Más de un centenar de familiares y amigos de las víctimas fatales de la tragedia de la combi se dieron cita ayer en el paso a nivel donde ocurrió el accidente hace seis meses, para participar del homenaje a los chicos.

La ceremonia, encabezada por el cura párroco de Hinojo, Andrés Pérez, para bendecir el monolito que los recuerda fue sencilla y emotiva. A su término, Luis Laveglia, padre de Belén, agradeció a los presentes haber compartido ese momento y explicó las dificultades de todos para sobrellevar esas ausencias.

El acto comenzó puntualmente a las 17 y a pesar de su brevedad se volvió intenso. Fue inevitable revivir las imágenes del accidente a medida que los vehículos llegaban al lugar, donde una docena de agentes llevaron adelante un operativo para coordinar el tránsito y facilitar el estacionamiento a ambos lados del camino.

La placa granítica que lleva los nombres de Belén Laveglia, Matías Cabrera, Nadia Spaltro y Mariana Azcona fue montada sobre una pequeña columna de cemento a la que se accede luego de bajar cuatro escalones. Frente a ella, sobre la banquina, fueron reuniéndose familiares y amigos para participar de esa ceremonia.

El padre Pérez se encargó de bendecir el monolito luego de unas palabras donde enalteció la memoria de los homenajeados. En primer lugar, pidió que todos los presentes unieran sus manos para el rezo del Padrenuestro, mientras las miradas, que comenzaban a humedecerse, se perdían entre las matas de pasto o huían hacia el horizonte.

Acto seguido, el cura párroco de Hinojo leyó una nota de San Agustín, denominada "No llores si me amas", cuyas copias entregó a los familiares de la víctimas para que puedan enfrentar los momentos de pesar y encontrar algo de consuelo. "Para que cuando se sientan mal puedan leerla, mientras nosotros seguimos caminando hacia la casa del Padre", les dijo en ese momento.

El padre Pérez hizo referencia también a la Virgen como ejemplo cristiano de saber tolerar el dolor y pidió el rezo de un Ave María. A su término, invitó a retirarse a los presentes. "Vamos en paz", dijo. Pero nadie se movió de su lugar y durante unos interminables veinte segundos el silencio sólo fue interrumpido por el sonido del viento.

En ese momento dio un paso al frente Luis Laveglia, que visiblemente conmovido dedicó unas palabras de agradecimiento a quienes llegaron hasta el paso a nivel para recordar la tragedia. "Esto es muy difícil de sobrellevar, la forma en que ocurrió el accidente, la manera en que los chicos perdieron la vida; es muy difícil, gracias", lamentó. Y, como si todas las palabras que surgían se acumularan en la garganta sin poder salir, brotó espontáneamente un aplauso.

Poco a poco comenzó un incesante desfile hasta el monolito. Con dolor incontenible, la mayoría de los presentes saludó a los familiares y se llegó hasta la placa para tocarla, en un adiós conmovedor e interminable.