Exigen que Coca Cola no sea espónsor de los Juegos Olímpicos de la Juventud
Según la OMS, las bebidas azucaradas son las responsables de la pandemia de obesidad en el planeta. Las gaseosas fabricadas por la célebre marca superan en contenido de azúcar y de sodio que deben consumir normalmente los seres humanos. 200 fundaciones y organizaciones piden al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires un cambio de espónsor para los Juegos Olímpicos Juveniles, que se cimentan en la salud pero se hidratan con bebidas nocivas.
Más de 200 organizaciones y referentes de salud, niñez y juventud creen que el esponsoreo de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018 por parte de la Coca Cola es una de las grandes contradicciones sistémicas: el estado publicita la vida saludable asociado con la imagen de la bebida azucarada por excelencia. Responsable, junto a sus pares de marcas laterales, de la pandemia de obesidad infantil que atraviesa el planeta. Además del reparto de latas y botellas con la estética legendaria, la marca Powerade será Hidratador Oficial de los juegos de octubre. Una bebida deportiva con un alto contenido en sodio (300 mg en una botella de 500cc), sumado a otro alto contenido en azúcar (30gr), que equilibra el sabor a sal predominante. Una sola botella implica el 60% de la ingesta máxima de azúcar admitida por la Organización Mundial de la Salud.
En ese marco, más de 200 organizaciones y referentes nacionales e internacionales que trabajan en el ámbito de la salud y la niñez y juventud, lanzaron una declaración para que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires retire el patrocinio de Coca Cola de los Juegos Olímpicos de la Juventud. Entre otros puntos, sostienen que la promoción de bebidas azucaradas en este tipo de eventos puede instalar prácticas de hidratación poco saludables que pueden perdurar a lo largo de toda la vida y, a su vez, puede socavar los beneficios para la salud que aporta la práctica de actividad física.
Las niñas y niños de 15 a 18 años que participarán en los JJOO –y aquellos millones que lo mirarán por TV y lo aprehenderán en el sistema educativo- son blanco de un doble discurso de un estado que organiza competencias que exaltan deporte y salud pero incita a consumir bebidas que producen obesidad, aceleran la diabetes y condicionan la vida futura.
La declaración, además, detalla que las estrategias de marketing, incluyendo el patrocinio de eventos deportivos, por parte de las empresas de bebidas azucaradas constituyen un determinante más de las elecciones de consumo de un sector vulnerable a este tipo de publicidad.
"Con este tipo de acciones, las empresas buscan promocionar sus marcas y captar consumidores. Si el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no retira el patrocinio de Coca Coca, más de 4000 chicos y chicas quedarán expuestos a la publicidad de este producto no saludable", dijo a EL POPULAR Lorena Allemandi, directora del área de alimentación de la Fundación Interamericana del Corazón (FIC) Argentina. Y agrega: "La obesidad infantil es un grave problema de salud pública en nuestro país y en este contexto y dada la influencia del marketing de productos altos en azúcar, grasas y sal en la vulnerabilidad de los más jóvenes, es inaceptable que la Ciudad haga este tipo de acuerdos con empresas que producen productos cuyo consumo tiene injerencia en el aumento de esta epidemia".
Desigualdades
La alimentación basura atraviesa todos los estratos sociales pero también determina un trazo divisorio de la desigualdad, entre el acceso a los alimentos de calidad y la chatarra de tercera marca, que profundiza el sabor adictivo en una profusión de grasas, sodio y azúcares, de ínfimo valor nutricional. La escasa actividad física corona un escenario de ingestas de energía que nunca se gastan. La industria alimenticia –que incluye las bebidas dulces- suele construir una vecindad amigable entre la actividad deportiva y el consumo de golosinas, snacks superindustrializados y refrescos acompañantes. Ídolos que entran a los estadios reforzados con gaseosas o bebidas deportivas y papas fritas amenazan con devorarse el mundo y vestirse de gloria. Ídolos que en sus vidas reales nunca consumen esos alimentos porque son definitivamente perjudiciales. Sin embargo participan activamente de una farsa publicitaria de la que son víctimas las niñas y los niños anónimos cuyo sueño es jugar como superhéroes y superheroínas.
La FIC analizó 21.085 publicidades televisivas en canales infantiles entre 2013 y 2014 y detectó que "la mayoría de los alimentos publicitados (85,3%) tienen un bajo valor nutritivo por su alto contenido en grasas totales, grasas saturadas, grasas trans, azúcares libres, sal y calorías".
Para quitarse la cantidad de azúcar que se consume en una lata de Coca Cola no alcanza con un picado en un potrero. "La teoría ´no importa lo que comas, lo importante es que te muevas´, que repiten cada vez que pueden Coca Cola o Pepsi a modo de deslindarse de cualquier responsabilidad sobre la epidemia de obesidad y diabetes tipo 2, es mentira", asegura Soledad Barruti, autora de Malcomidos.
Padecimientos
Según la Organización Mundial de la Salud, 41 millones de niños, niñas y adolescentes padecen sobrepeso y obesidad. El problema se ha triplicado en los últimos treinta años. Y dejó de ser una característica de las clases altas, sino que aparece como un símbolo de la alimentación deficiente en los sectores más vulnerados, plagada de grasas, azúcares e hidratos de carbono y mezquina en nutrientes.
En Argentina, según la Encuesta Mundial de Salud Escolar de 2012, en cinco años aumentó el exceso de peso en los adolescentes de 13 a 15 años del 24,5% al 28,6%. El territorio de las desigualdades golpea duramente a los más frágiles: según la investigación de FIC Argentina y Unicef, los niños y las niñas de los sectores más populares tienen un 31% más de probabilidades de sobrepeso que los del nivel socioeconómico más alto.
El accionar de los gobiernos es fundamental para revertir esta tendencia, proteger a la niñiez y garantizar su derecho a la salud y a la alimentación adecuada. Por ese motivo, en la declaración las organizaciones le exigen al Gobierno de la Ciudad de Buenos que retire de los Juegos Olímpicos de la Juventud el patrocinio de la empresa Coca Cola.
"Este tipo de acuerdos entre el GCBA y esta empresa son un mecanismo de violación del derecho de la niñez y la adolescencia. El Estado en todos sus niveles tiene la obligación de protegerlos de la exposición a la promoción de productos que son perjudiciales para la salud. Esta obligación es justiciable, es decir, que puede ser reclamada ante la justicia y no descartamos recurrir a esa vía si no se adoptan las medidas necesarias para proteger la salud de los más jóvenes", ratificó ante este diario la abogaada Belén Rios, codirectora ejecutiva de FIC Argentina.
Contradicción
Desde 1928 Coca-Cola patrocina los Juegos Olímpicos. Y durante su desarrollo monopoliza la comercialización y la publicidad de las bebidas, además del sistema de hidratación. En Río 2016 la campaña llegó a 500 millones de personas. Un negocio formidable a costa de la salud de las niñas y los niños. "Nuestro objetivo es claro: utilizar el poder de los Juegos Olímpicos (...) para acelerar nuestros planes de crear un negocio aún más fuerte en los próximos años. Los Juegos Olímpicos son el mayor activo en el sistema Coca-Cola", han escrito los activos Ceos de la multinacional.
En octubre 4000 chicos y chicas de 15 a 18 años de 206 países jugarán en Buenos Aires. Según la Guía Educativa de los Juegos, el concepto surgió por "la preocupación por el aumento mundial de la obesidad infantil y la baja participación de los jóvenes en actividades deportivas". Pero Coca Cola es el patrocinador. Es la paradoja del estado cómplice, que no juega a lo que pregona, sino a lo que oculta.
Marketing e intereses
El esponsoreo de Coca Cola a los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018 desnuda el desinterés del Estado en la disputa necesaria frente a las causas de problemas de salud que se han vuelto endémicos: el consumo de azúcares libres, especialmente en la forma de bebidas azucaradas aumenta el riesgo de desarrollo de sobrepeso y obesidad, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares, y presión arterial. En todo el mundo unas 184.000 muertes por año podrían ser atribuibles al consumo de bebidas azucaradas: 133.000 casos de diabetes mellitus, 45.000 de enfermedad cardiovascular y 6.450, de cánceres.
La relación entre el consumo de bebidas azucaradas y el aumento de la obesidad infantil está en algunas agendas. En otras, se escapa velozmente cuando prevalecen otros intereses: en la última apertura de sesiones ordinarias del Congreso, el presidente de la Nación citó la preocupación: la Argentina es "uno de los cuatro países que más azúcar consumen en el mundo". Cuatro meses antes la posibilidad de aumentar la carga tributaria sobre las bebidas azucaradas se había desactivado por presión de la Coca Cola a las provincias productoras de limón.
La marca todopoderosa logró frenar el aumento impositivo y, en el caso de los JOJ, determinó que el convenio de marketing con el Comité Olímpico Internacional fuera secreto. Incluso la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó el contrato de ciudad sede sin tener acceso al acuerdo marco de marketing. Durante los juegos de 2016 en Río, se filtró por alguna ranura de los cercos informativos que protegen estos acuerdos, que los patrocinadores no pagaban impuestos desde tres años antes. En Londres 2012, los colegios médicos reaccionaron fuertemente ante la paradoja de la campaña por una vida saludable patrocinada por Coca Cola y McDonald`s.