La risa como estímulo de vida
Se realizaron a lo largo del año en San Vicente, El Rinconcito de Romeo y la Asociación de Jubilados de calle 9 de Julio. Los encuentros sirvieron para sacar a los abuelos de la soledad y el encierro. Y la muestra de fin de año fue una verdadera risa.
La edad no importaba en absoluto. Lo que sí valía era el espíritu, las ganas de pasarlo bien. Con ese objetivo bien claro un gran número de adultos mayores se sumaron a los talleres de Humor "Vamos de camino" que dictó Anneris Delasay a lo largo del año. Y se logró que muchos abuelos pronunciaran frases como "hacía muchos años que nadie me daba un abrazo, con cariño", "vos nos llevás de la nariz como a la rural y después no sacás artistas", "logré salir de la depresión de la que nadie podía sacarme". Es que los adultos mayores se engancharon en los talleres sin ningún tipo de problemas ni prejuicios y, por el contrario, decidieron que era buen momento en la vida para reírse.
"Una hija también me dijo que le había pedido a su madre que no abandonara el taller porque andaba mucho mejor, sin depresión y había vuelto la paz a su casa", aseguró Anneris Delasay, contenta con el resultado de los talleres.
Este taller nació en el 2008, para trabajar con un grupo de alumnos y aplicar lo aprendido en Capital Federal junto con la actriz, dedicada al humor, Liliana Pécora. Uno de los objetivos principales es "El humor es salud" tratando de sembrar la idea que el humor no es reírse de los otros sino con los otros y encontrar la parte linda de la vida.
Otro objetivo es integrar cada grupo logrando la desinhibición de acuerdo con los límites individuales, dando supremacía al pensamiento "Prevenir es mejor que curar" enseñando cómo evitar situaciones que por la soledad, a veces parece que el mundo se desploma. Mantener el espíritu joven tratando de estar actualizados para que los más chicos no consideren a los mayores como objetos obsoletos.
En 2010 dictó semanalmente tres de estos talleres en la Asociación de Jubilados y Pensionados "9 de Julio"; Centro de Día "Rinconcito de Romeo" y Centro de Jubilados y Pensionados "San Vicente". Hubo alrededor de setenta inscriptos en total, con asistencia casi perfecta.
La docente relató que "la clase se inicia con relajación y luego según las actividades del día se descubren dotes, sin importar la edad, que a veces ni los mismos alumnos conocen que estaban ocultas. Ejemplo de esto, fue la presentación final del trabajo anual, en "Noche de gala en los talleres del humor" de acuerdo con el programa donde se destaca la edad de algunos "artistas". En este sentido, "Los cuentos de Hoffman" fueron protagonizados por Nena Blando Castrovinci (85 años), Coqui Blando de De Felice (87) y Zulema Pérez, la canción alemana a cargo de Ana Prost (92), la Orquesta de señoritas "JAZZ" con solos a cargo de: saxo: María Luisa Caballero (82); trompa: Ñata Bonavetti (83); bongó Corita Barbieri; tabla de lavar: Elsa Acosta Renero (77); zapateo americano Irene Chutte (64) del Rinconcito y un grupo destacado de señoritas acompañantes. Además, la Comedia "La sorpresa de la tarde" con el grupo joven de teatro, el brindis de "La Traviata" de Giuseppe Verdi: Helena Hoffman (83); Juan Carlos Acosta (83); Inés Laffitte (58) complementado con el Coro del alumnado y las palabras de Lilita Ortiz (82). También hubo canciones como "Honrar la vida" y "Noche de paz", a cargo de Raquel Zapararte (80) y el coro "Los talleristas".
¿El final? "Por supuesto para seguir con el Brindis de La Traviata, no faltó nada en las mesas ni la buena comida ni los buenos deseos de felicidad y paz. Este pequeño relato nos invita a recordar las palabras del gran Charles Chaplin: ''El día más irremediablemente perdido es aquel en el que no has reído'', aseguro Anneris Delasay, convencida de que el humor es capaz de mostrar lo mejor de las personas.
Fue importante "demostrar como se sube al escenario con sus 80 o 90 años. No importa la edad para tener buen humor. Ellos se engancharon enseguida, al principio nomás había alguna gente más tímida, pero después decían que ni a ellos se les había ocurrido que podrían".
Los adultos mayores no faltaban a sus clases sino que manifestaban "muchas ganas de divertirse. Es que hay una gran necesidad de la risa cuanto más grande sos y más has sufrido. Muchos decíamos ''me duele el estómago de reírme'' y eso es realmente muy bueno".