Miniaturas para el diosecillo de la abundancia
Durante un mes, Bolivia late al ritmo de la Alasita, una festividad tradicional según la cual se compra en pequeño lo que se ambiciona en grande. Después, se lo ofrece al Ekeko, el diosecillo andino de la abundancia, que lleva a cuestas los bultos y las esperanzas de la gente.
Jonathan Balcázar, de 13 años, acaba de adquirir dólares en miniatura, convencido de que esto atraerá dinero de verdad. Como él, miles de bolivianos se lanzan a la Alasita, una tradicional festividad andina donde la gente compra en pequeño lo que ambiciona en grande.
"Acabo de comprar una maletita de dinero, hay dinero, mucho dinero, billetes de 50 y 100 dólares, quiero que el dinero se haga realidad", dice a la AFP el adolescente Jonathan, quien ha pagado por su mercancía 8 bolivianos, algo más de 1 dólar.
El ritual se completa ofreciendo lo adquirido al Ekeko ("enano" en aymara), una figura masculina enana, rechoncha y bigotuda, y que según la tradición altiplánica atrae la fortuna.
La llovizna que cae sobre la ciudad de La Paz no ha amainado el ánimo de Jonathan ni de los hombres, mujeres y niños sin distinción de clase social que invaden la Feria de Alasita ("Cómprame" en lengua aymara), que se prolonga por un mes en Bolivia, principalmente en las regiones andinas.
"Estoy comprando miniaturas de plata (dinero), víveres y todo lo que quiero para que se me cumpla en este año", dice el ama de casa Carola Noguer, de 40 años.
"Años atrás compré una vivienda en miniatura y se me facilitó la compra de una casa después", asegura la mujer, como para demostrar que su creencia funciona.
En la Alasita, instalada este año en un parque en el centro de La Paz, se vende de todo a pequeña escala: casas, automóviles, autobuses, muebles, bebidas, material de construcción de viviendas, comida, ropa, diplomas o pasaportes.
Son de madera, metal, lana o papel, elaborados por hábiles artesanos.
La moneda extranjera es la más cotizada: un fajo de 100.000 euros en billetes de 500 vale unos 5 bolivianos (menos de 1 dólar). La figura y el color de cada billete es similar a uno real, aunque de menor tamaño, de unos 12 cm de ancho por 6 de alto.
Hubo una época en que las dimensiones de los billetes fabricados en la Alasita eran las mismas del dinero real, pero el Gobierno los prohibió porque muchos aprovechaban para pasar billetes falsos por verdaderos.
Si lo que se busca es el amor de una mujer, se debe comprar una gallina blanca de yeso, y se adquiere un gallo si lo que se desea es el amor de un hombre. ¿Hombre con dinero?... gallo negro; pero si lo prefiere con personalidad, entonces gallo rojo. ¡Ah! y gallo blanco, si lo que se quiere es un rápido matrimonio.
Otra particularidad es la venta de soldaditos de plomo. Aparecieron hace unos 50 años sin que se sepa bien por qué ni para qué sirven, pero son objetos que se venden bien.
Para darle un empujoncito a la suerte los creyentes suelen acudir a chamanes aymaras de ambos sexos, quienes, a cambio de dinero, invocan los beneficios de los dioses andinos y en particular del Ekeko.
Francisca, una de estos chamanes, ha hecho en el piso una pira con carbón, madera, plantas e incienso. Realiza un sahumerio sobre los bienes con alcohol y agua bendita, a cambio de unos 40 centavos de dólar, en un rito que dura unos dos minutos y mezcla creencias católicas y paganas, una práctica muy común en el país.
"El agua bendita es para que le vaya bien y el alcohol para el diablito (el Ekeko), se pide con cariño, igualito", dice, en una manifestación de mezcolanza religiosa y pagana muy usual en Bolivia.
De hecho varios se hacen bendecir sus miniaturas en una iglesia cercana, donde los sacerdotes participan del ritual.
El Ekeko, usualmente de 15 a 20 centímetros de alto, es adornado con los bienes materiales en miniatura, con los brazos abiertos hacia arriba. En principio tenía un gorro andino de lana, pero en los últimos años comenzó a ser caracterizado con un sombrero borsalino.
Con gorro andino o borsalino, el Ekeko generoso lleva a cuestas los bultos y las esperanzas de la gente. AFP