Tengo fe en el periodismo, pero más aún en los periodistas, por eso estoy seguro que quienes son periodistas de vocación, no se prestarán a difundir o dar validez a las encuestas electorales que trata de difundir Raúl Garáfulic, el dueño de la marca “Página Siete”.
En una reciente reunión que tuvo con varios colegas periodistas, que tienen un prestigio bien ganado, este empresario les aseguró que está en proceso de cancelar la deuda que tiene con nosotros. A ellos, de forma clara, los extrabajadores de ese medio de comunicación les expresamos que es falsa la versión que Garáfulic trata de instalar para recuperar credibilidad. Él no busca solucionar o pagar la deuda que tiene con los periodistas que le dieron el prestigio al Diario Página Siete.
Garáfulic es un deudor moroso y prófugo, al extremo de que las 70 familias que se quedaron sin sustento, sin salarios y beneficios sociales están obligadas a notificarlo por medio de costosos edictos con el proceso laborar que debimos iniciarle. Y debemos recurrir a esa forma de notificación judicial porque ese señor y sus abogados no tienen la voluntad de someterse ante la justicia.
También nos enteramos que, en reuniones privadas, los familiares de este mal empresario, otros abogados, no solo minimizan el drama económico que por el bien de nuestras familias debimos superar, sino que los leguleyos expresan su rechazo a que nos paguen lo que la ley señala como justo.
Garáfulic giró cheques sin fondo, para evadir el control del Ministerio de Trabajo (hecho documentado y que se califica como delito penal). Para pagar en cuotas los beneficios sociales, engañó con falsos contratos de préstamo a los trabajadores que decidieron salir antes del cierre de Página Siete. 
Se fugó del país -vive en Brasil y viaja a Europa- luego de poner a buen recaudo sus propiedades. Seguro él podría decir que lo hizo para que el Gobierno del MAS no se las quite a él o sus familiares, pero nosotros sostenemos que lo hizo de forma planificada para evadir sus responsabilidades laborales.
Finalmente, desde 2019 se las arregló – lanzando falsos planes financieros- para convencer a los periodistas a que trabajen con la promesa de que pagarían todos los sueldos atrasados, nunca cumplió. El 29 de junio de 2023 cerró el periódico, la página web y sus redes sociales de forma abrupta, sin permitir que al menos sus trabajadores y periodistas luchemos por generar recursos propios para sobrellevar la situación.
El accionar de Garáfalic y todos los que actuaron como cómplices y encubridores en su administración en Página Siete, no solo actuaron de forma dolosa al cerrar un negocio mal administrado, sino que, además de dejar a los periodistas en la calle, en una indefensión laborar y jurídica, le provocó un gran perjuicio al periodismo boliviano, al maniatar y asesinar  un medio de comunicación reconocido por su labor informativa, de investigación e interpelación al poder de turno, méritos logrados por los periodistas y por los cuales la población depositó su confianza a diario.
Por ello y por decenas de otras razones, convocó a que quien se considere consecuente con este noble oficio, rechace todo tipo de trato con Raúl Garáfulic y su entorno, ese que aún lo secunda y trata de justificar los actos que dieron lugar al cierre de Página Siete y el abandono de un valiente grupo de periodistas.