El padre Pedro Roca y Juana Iriarte, ciudadanos ilustres
Uno por su acción espiritual y comunitaria y otra por ocupar una banca de concejal apenas la mujer obtuvo su derecho a voto. El padre Roca y Catita Iriarte fueron distinguidos por decisión unánime del Concejo Deliberante local.
Primeramente la concejal Juliana Doartero (FPV) luego de una reseña histórica sobre los logros y derechos alcanzados por la mujer destacó que a los pocos años de conseguido el voto femenino, en el año 1959, Juana Catalina Iriarte se sentó por primera vez en una de estas bancas, representando a la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI).
La tarea que le esperaba a esta pionera no era fácil, dijo. Juana Catalina Iriarte se encontró con un Concejo activo en duras luchas partidarias entre radicales y conservadores. En varias oportunidades tuvo que definir situaciones con su voto y lo hizo con firmeza y ética no permitiendo que las presiones modificaran sus convicciones. No sólo fue Catita la primera mujer en ocupar una Banca sino que además lo hizo con dignidad y altura.
Más tarde vendrían otras y podemos recordar a la Sra. Bilbao de Alberdi que con pasión actuó también ene esta sala en la década del sesenta. Volviendo a Cata Iriarte... si hablamos de ella con familiares y amigos nos dicen textualmente frases como: "Cata es una mujer de fuertes convicciones, con principios por los cuales fue y es capaz de enfrentarse a lo necesario, con un espíritu inquieto, autodidáctica y excelente lectora y sobre todo una persona sensible, siempre dispuesta a solucionar problemas. Nos felicitamos por tenerla presente hoy aquí como testimonio para que en ella todas las mujeres lapridenses veamos reflejados muchos años de reivindicaciones. Gracias Catita. La concejal Aspiazu dijo que más allá de su labor legislativa fue más allá, dijo mencionando su labor como bibliotecaria -sin serlo- en la Biblioteca Popular, siendo referente para muchas generaciones de estudiantes que allí concurrían.
Aspiazu: una empatía que no termina
El proyecto de la UCR se basó en la labor social, espiritual y comunitaria que desarrolló el Padre Pedro Roca en Laprida, por su impronta en la construcción de una sociedad más justa, más amable y digna. "Que los ejemplos dejados son dignos de imitar para lograr una sociedad más humana a las generaciones futuras".
La concejala Aspiazu citó que en marzo de 1968 dio su primera misa en Laprida y hasta enero de 1982 "se quedó entre nosotros. Llegó cargado de idealismos, sensibilidad, consideración, humildad y admirable disposición a amar incondicionalmente y saber perdonar de la misma manera. Espiritual, visionario, místico y práctico a la vez. Sintió todo lo que hizo. Su intuición fue proverbial y extendió hasta las mínimas tareas con gran sentido estético y un don de la oratoria tan extraordinario, que después de leer la palabra de Jesús, venía su sermón con palabras débiles o exaltadas de tal modo que a cada quien le llegaba.
La casa parroquial no tenía vereda había que sortear las bicicletas de niños y jóvenes donde siempre encontraban la palabra justa, recta y el mensaje afectuoso para los más débiles. Creó el Grupo Scout formó a los dirigentes con un objetivo común: la evangelización.
Unía los barrios con su presencia y empuje, tenía el poder irresistible de convocar para trabajar en armonía, daba misa en las casas más humildes, en el Barrio Santa Ana, Artalejos, visitaba los hogares y los asistía con víveres, ropas y muebles. Cuando sabía de alguna persona enferma y de pocos recursos allí estaba él cuidando hasta del horario de los medicamentos.
Edificó con los vecinos la capilla San José y fue puntal en las inundaciones de 1980. Ver su sonrisa, su saludo constante, creo que todos tenemos algo lindo para recordar de nuestro querido Padre Roca. La congregación católica de Laprida amaba al Padre Roca y él amaba a su Laprida. Fue una simbiosis que perduró en el tiempo, una empatía que no terminará. Cuando los representantes del pueblo rendimos un homenaje con usted, es que la parte del espíritu comienza a emerger. Un homenaje por todo lo que nos brindó y por todo lo que nos da aunque no estemos cerca físicamente. Gracias Padre Roca estamos aprendiendo a devolverle a las cosas su verdadero nombre como usted lo hizo, lo hace y lo hará siempre porque forma parte de su esencia. Lo amamos, su pueblo, el pueblo de Laprida.