Julieta e Iván: "como experiencia, nunca nos vamos a olvidar de esto"
Lo que más rescatan son los amigos que hicieron durante el certamen. Pero la ausencia del conductor en los últimos programas y que se haya levantado el ciclo antes de tiempo les deja un sabor amargo. Sin embargo, en el balance, lo que gana por sobre todo es la oportunidad de haber vivido algo inigualable y que quedará por siempre.
Ella es extrovertida, suelta y sociable. El en cambio es tímido, pero no tiene problemas en mostrar su sensibilidad y eso de que "los hombres no lloran" no pasa por su mente. Quizás hayan sido estas mismas características las que los transformaron en los elegidos para participar del "Bailando Kids", de entre casi 300 chicos olavarrienses que buscaban ese sueño.
Les tocó a Julieta Sacher e Iván Padín, quienes volvieron a encontrarse ayer luego de semanas sin verse, desde que terminó el programa. Esta vez no fue para ensayar, sino para recibir a EL POPULAR en el sitio que fue su casa mientras duró esta experiencia. El encuentro fue en el estudio DanzArte que dirige la profesora Valeria Potes (la coach en el programa).
La superficie de un escritorio está cubierta de cuadros con decenas de fotografías que retratan para siempre este paso por el famoso programa de televisión. Sobre ellas, Julieta repasa cada recuerdo y baila -sin pudores- al compás de la música que suena en el salón. Las imágenes los muestran perfectos: producidos para brillar en cada baile y con las mejores expresiones en primer plano. Vivieron una experiencia única e inimaginable, pero posible.
Lo que más rescatan Julieta e Iván es el compañerismo, estar con otros chicos que pasaban por las mismas situaciones. Compartir nervios, ansiedades y emociones. Julieta dice que no se puso mal cuando el resultado telefónico los dejó afuera: "sabíamos que a la semana siguiente íbamos a volver a estar, por el repechaje".
Su paso por ShowMatch tuvo buenas y malas. Pero las primeras son las que quedan para siempre. El conocerse con chicos de otras ciudades, vivir la sensación de estar frente a varias cámaras de televisión y cantidad de flashes fotográficos, sentirse artistas por un rato, pero sobre todo, disfrutar de cada momento. Así vivieron esta experiencia los dos olavarrienses y de esta manera la recuerdan hoy.
Aunque, claro, Julieta no puede con su genio. Es espontánea y nada le importa cuando tiene que decir lo que piensa, siempre desde la ingenuidad de su edad: "pensé que iba a ser un poco más largo. Fue muy corto, fue como un segmento, no como un programa". De Marcelo Tinelli también habla sin tapujos: "no tuvimos contacto con él, sólo lo que se vio ante las cámaras. Nunca nos dijo nada fuera de lo que salió al aire. Terminaba la grabación y él se iba a su camarín".
Y va más allá en una necesidad de demostrar, tal vez, un atisbo de enojo. "Cómo se lava las manos -exclama en referencia a la ausencia del conductor cuando las cosas no estaban saliendo bien-. Se va, desaparece y se maneja como quiere". Eso sí, "la producción, de diez".
Con el tiempo empezará a comprender de qué se trata todo esto. "Para ellos -por los integrantes del programa- es simplemente un show", recalca su padre.
Mientras Julieta habla, dice lo que piensa y refleja lo que siente; Iván permanece sentado a su lado. Todavía algo "caiducho" luego de una gripe, pareciera que aún no toma real dimensión de lo que vivió semanas atrás. Sin embargo, seguramente seguirá teniendo el vivo recuerdo de su primer viaje en micro a Buenos Aires, donde de tanta emoción pasó al llanto en cuestión de segundos. Tampoco habrá olvidado el temblor en todo el cuerpo que sintió en aquella presentación en "Bailando..." y que apenas le permitía hablar. "Cuando entrás a ese lugar por primera vez quedás impactada", define su compañera de baile.
Eso sí, cuando se le pregunta sobre lo que más rescata de esta experiencia no duda: los nuevos amigos. Compinche de un chiquito de Mar del Plata y dueño de una personalidad donde la transparencia y los sentimientos son lo más importante, Iván no tiene vergüenza en decir que lloró por lo que vivió, se emocionó cuando les iba bien a sus compañeros y le dio tristeza cuando les iba mal.
Con ellos, Valeria Potes también hace su balance: "Como coach fue una experiencia muy linda porque nunca había tenido chicos que no bailaran y de golpe enseñarles cómo poner el pie, la cabeza... representó un desafío personal y profesional importantísimo".
Para todos fue una experiencia inolvidable e irrepetible. Julieta e Iván seguirán bailando, aunque ahora sin cámaras de televisión. El día de mañana, por qué no, tal vez algún escenario sea testigo de sus saltos, sus pasos de baile y novedosas coreografías. Sea cual fuere el futuro de estos chicos, lo que sí es cierto es que "nunca nos vamos a olvidar de esto".