Lamatritenses participaron del hundimiento de un avión en una cantera
Rubén Cantero y Gerardo Gianotti son dos bomberos que forman parte del equipo de buzos de la institución. Estuvieron acompañados por el instructor, Bruno Pellitta
En primera persona
"Fue una experiencia increíble", coinciden Bruno Pellitta y Rubén Cantero, cuando la adrenalina aún está alta, a pesar del paso de los días.
Es que ambos, junto al "Pana" Gianotti y buzos de distintos puntos del país participaron de un hecho por demás relevante para los amantes del buceo pues por primera vez se hundió un avión para realizar prácticas.
También para Sudamérica es trascendente debido a que en Uruguay se ha realizado una acción similar pero literalmente fue tirado un colectivo a un espejo de agua. A diferencia de este, en "El Carpincho" los propietarios adaptaron el espacio para que el avión quede sumergido a unos 7 metros de profundidad.
Se trata de un Sabreliner, un avión que tenía otro destino. El interior fue preparado para que no contamine las aguas de la cantera (ver recuadro).
"Los chicos (Cantero y Gianotti) forman parte del grupo de Bomberos que realizó la capacitación y demostraron que están muy bien preparados para hacer tareas de bajo del agua", subraya Bruno Pellitta, que tiene una dilatada experiencia en la disciplina.
El instructor conformó el grupo principal que se encargó de posicionar el aparato -con ayuda de una grúa- mientras que Gianotti y Cantero se responsabilizaron de colocar una de las alas y atornillarlas al fuselaje.
"Trabajar debajo del agua es complicado pero con la ayuda de la grúa, que iba sosteniendo todo el aparato, nosotros nos encargábamos de ubicar cada parte", detallan los entrevistados. "Se trabaja en un medio que no es el conocido y cada movimiento cuesta mucho más porque cada patada genera un movimiento diferente", sintetiza Bruno.
Las tareas iniciaron en la mañana del sábado y demandaron varias horas pero al final el grupo y los propietarios de la cantera, Silvia Maggiori y Martín Fiumara, terminaron satisfactoriamente las operaciones.
Primero, lentamente, se hundió el fuselaje, alineando la popa y la proa sobre dos estructuras y finalmente se colocaron las alas. La ejecución fue filmada mediante cámaras adaptadas. Sólo hundir el "cuerpo" del avión demandó más de una hora y media porque al introducirse el agua en el interior se genera mucho más peso y al finalizar las maniobras debe quedar perfectamente alineado en el fondo de la cantera.
"Se genera mucho estrés pero la satisfacción es muy linda al ver las imágenes (que se tomaron a través de cámaras especialmente ubicadas en distintos sectores); te llenan de emoción y te estremecen", sintetizan.
"La pasamos bárbaro porque conocimos gente de distintos lugares pero por sobre todo nos sirve para seguir sumando experiencia", completa Rubén Cantero.
"Cuando rendimos la certificación me propuse ir al hundimiento. El único miedo que sentí al bucear fue al iniciar el curso porque no sabía a qué me iba a enfrentar pero Bruno nos dio mucha seguridad y confianza", rescata Rubén y guarda para sí algunas anécdotas de la experiencia, entre ellas bucear dentro del fuselaje y adentro de una caverna, en medio de la cantera.
"Bucear dentro de un avión es muy diferente a hacerlo dentro de un barco, por ejemplo. Primero porque el espacio es muy reducido, eso genera sensación de encierro. A eso hay que sumarle la poca visibilidad", compara Bruno.
Pensando a futuro
Rubén Cantero y Gerardo Gianotti "han hecho un salto de calidad porque hace unos meses comenzaron el curso, recibieron la certificación como buzos de rescate y ahora formaron parte de un grupo que seguramente hizo historia", insiste el instructor.
Los dos forman parte del grupo de once suboficiales y bomberos -coordinados por Bruno Pellitta- que realizaron el curso de buceo y rescate.
La intención es a fin de año volver a "El Carpincho" para sumar más experiencia. Inclusive les han propuesto a los concesionarios de la cantera tandilense instalar mu��ecos en el avión para realizar las prácticas.
Volando alto, bajo el agua
Los portales informativos de la ciudad de Tandil coinciden en que el hundimiento del avión es un hecho único en el país. En la operación participaron 35 buceadores de la Argentina y también de otros países.
El avión Sabreliner pesa cinco toneladas mil kilos y mide 14 metros de ancho y otros 14 de largo. Funcionaba como correo privado pero dejó de utilizarse, luego un hombre lo compró para decorar un restaurante y posteriormente los propietarios de la cantera "El Carpincho" lo adquirieron como atractivo turístico. Estuvieron cinco años proyectando el evento, único en el país y en la región pues en Uruguay se hizo con un colectivo semidestruido.
El interior del artefacto se revistió de aluminio para ayudar a que no contamine las aguas.
La cantera, además cuenta con un atractivo turístico pues fue sembrada con diferentes especies de peces para mantenerla limpia de algas y aumentar la visibilidad, los animales describen los especialistas, se ven favorecidos por la oxigenación que liberan los buceadores y le dan la bienvenida a los que se sumergen en las aguas.
"El Carpincho" se encuentra en las afueras de Tandil, sobre la Ruta 74, en el kilómetro 208.
Bruno Pellitta y Rubén Cantero valoran y agradecen el esfuerzo de Silvia Maggiori y Martín Fiumara. "Estuvieron en todo los detalles y fue increíble. Es un orgullo formar parte del grupo que lo hundió", mencionan.