La misa fue concelebrada por el obispo auxiliar, monseñor Oscar Miñarro y sacerdotes de distintas parroquias. Hubo momentos de profunda emoción, especialmente cuando monseñor Miñarro rezó un responso en memoria de Sandra y Rubén, que generó un gran aplauso de los presentes.

El obispo auxiliar afirmó: "La muerte no puede terminar con el amor que compartimos con Sandra y Rubén; la muerte no puede borrar los sueños, las risas, todo el trabajo compartido; la muerte no va a poder echar al olvido los abrazos que nos dimos; por eso, en cada recuerdo que hagamos en nuestros corazones de estas cosas, sabemos que ellos, desde la Casa del Cielo, nos van a estar sonriendo".

En su homilía, monseñor Maletti expresó: "Hay tragedias que son imprevisibles, esta no fue una de ellas. Hoy somos muchos los que los acompañamos aquí, pero muchos más son quienes no están presentes y aún así los acompañan y acompañarán afectivamente, queridas familias de Sandra y Rubén".

"Dice Jesús que cuando dos o más se reúnen en su nombre, Él estará en medio de ellos. Hoy Jesús está aquí, presente, acompañando esta mezcla de dolor, de perplejidad, de bronca, de indignación por estas dos muertes. Quiera Dios transformar todas estas emociones en esperanza", agregó.

En el saludo de la paz, con mucha emoción y fraternidad los presentes saludaron de manera especial a los familiares directos de Sandra y Rubén.

La tragedia que terminó con la vida de Sandra y de Rubén se produjo en la mañana del 2 de agosto. Se trató de una gran explosión como consecuencia de una pérdida de gas en una de las dependencias de la Escuela Nº 49, cuando Sandra y Rubén se disponían a preparar el desayuno de los alumnos que, minutos después, debían ingresar al establecimiento. Ambos fallecieron en el acto. Agencia AICA