Santa Elena de Loma Negra, 50 años de espiritualidad y arte
/ Especial para EL POPULAR
Se conmemoraron ayer cincuenta años de la inauguración y consagración de la parroquia Santa Elena de Loma Negra, motivo por el que quisiera referirme a algunos aspectos arquitectónicos y artísticos del lugar.
El edificio, inaugurado el 29 de marzo de 1964, sigue los lineamientos aportados por el movimiento "de las casas blancas", una reinterpretación moderna del estilo colonial. Se trata de un proyecto de los arquitectos de la María Prins y Olivera llevado a cabo por Enrique Mario Alfieri.
Una nave central y crucero, conforman la planta en cruz sobre la que se apoya el edificio. Estructuras de hormigón a la vista, techo de tejas francesas a dos aguas, paredes de ladrillo bolseado de color blanco simbolizando pureza y humildad, pisos de piedra laja de la zona, aberturas de ónix que dejan pasar la luz natural, conforman el templo.
En el centro hay una cúpula de planta cuadrada, dejando una abertura que brinda iluminación cenital. El altar, de piedra Mar del Plata lustrada a plomo, fue pensado y construido en una época de revolución litúrgica, lo que imponía un serio análisis y diagrama para usos nuevos.
Dicha iglesia se distingue no sólo por su arquitectura, sino también como lugar privilegiado de arte, lo que denota el buen gusto, elegancia y simpleza de quien fuera la mentora de cada uno de sus rincones. Las estaciones del Vía Crucis y la imagen exterior de Santa Elena, son obra del escultor argentino Ernesto de La Cárcova. La representación del Sagrado Corazón de Jesús realizada en cemento tiene por autor al escultor M. Vergara. Cercano al altar se encuentra un crucifijo colonial español de madera y plata del Perú, que data del siglo XVI.
Uno de los interrogantes que en el último tiempo se intentó dilucidar es la autoría del mural pintado (mejor dicho "escrito" según términos iconográficos) sobre el ábside, los ángeles de la cúpula y el ícono de la Virgen del Perpetuo Socorro. Tras una investigación que incluyó la consulta de archivos periodísticos de la época, así como entrevistas a personas vinculadas con el proyecto, y a allegados a la familia Fortabat estamos en condiciones de afirmar que las tres obras son de Cyril Katkov, un artista ruso que vivió varios años en la Argentina (ver recuadro aparte).
Se descarta de plano la intervención de Raúl Soldi, tal como hasta ahora se venía pensando. En este punto debo agradecer a la Fundación Soldi y a Germán Barraza, curador permanente de la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat.
En el ábside del templo se halla representada la Anunciación sobre dorado a la hoja. El hombre, desde sus orígenes ha admirado la luz dorada del sol, presumiendo que provenía de la divinidad, pues en la naturaleza no es posible encontrar este color. En los íconos todos los fondos están cubiertos de este color, el que se logra aplicando hojas de oro. El dorado, en la iconografía bizantina, representa la luz de Dios, por lo tanto cualquier figura representada en ellos está llena de la luz divina. Simboliza, en la obra que nos ocupa, la divinidad del misterio de la Encarnación de Jesús.
El contraste del mural con la simpleza del resto del templo hace alusión a la inmensidad e infinitud del misterio que sobrepasa lo limitado de la naturaleza humana.
Componen la escena el ángel Gabriel, la Virgen, una paloma representando al Espíritu Santo y un libro abierto, simbolizando la palabra.
El ángel está apoyado sobre una nube, lleva túnica y alas celestes, y está envuelto en un manto color púrpura suave, mezclado con azul. El púrpura, color también infrecuente en la naturaleza, aparece en la iconografía asociado con la dignidad. De ahí que a Gabriel, de naturaleza creada, se lo represente "revestido" de cierta dignidad por la importancia de su misión.
Tanto el manto como el cabello del ángel comunican idea de movimiento, como si estuviera inmerso en medio de un viento. En su mano derecha, Gabriel sostiene lirios. En el simbolismo cristiano, el lirio representa la pureza, la castidad y la inocencia (en este caso la suya, y también la que advierte en María, más aún la que aquella conservará). Con su mano izquierda señala la paloma, que desde lo alto proyecta rayos sobre la Virgen. "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc. 1, 35)
La Virgen, por su parte, un poco más abajo del ángel, se encuentra en una actitud de recogimiento, de aceptación, con su mano derecha señala el libro inclinándose ante él: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Ibid, 38). Lleva un manto azul, color que se le daba a las tres personas divinas desde los albores del arte cristiano. El azul indica que su Hijo la ha revestido" de su divinidad, la ha asociado a su obra redentora. En su seno lleva al Dios mismo hecho hombre. Debajo del manto, María tiene una túnica color tierra, simbolizando la humildad de creatura, la humanidad de la cual Cristo se revestirá. Tanto sobre el ángel Gabriel como sobre la Virgen están grabadas las aureolas de la santidad.
En la cúpula aparecen cuatro arcángeles -también con aureolas-, pintados con suaves líneas doradas sobre un fondo de nubes y en la parte superior un cielo abierto en azul profundo. En el centro una abertura deja ingresar luz solar al recinto.
Respecto del ícono de la Virgen del Perpetuo Socorro, cuya escritura aporta un rico mensaje para analizar, omito hacerlo debido a la amplia información que sobre la advocación puede encontrarse. Sólo digamos que se encuentra enmarcado y aplicado sobre un retablo con pequeñas cruces bizantinas. Un detalle llama la atención en el retablo: en la parte superior pende con indicación de movimiento una guarda pampa. La "tradición oral" del lugar señala que la señora de Fortabat habría indicado su inclusión, como modo de contextualizar la advocación de la Virgen proveniente de Grecia en el llano de la provincia de Buenos Aires.