Angélica Diez (*)

contactoskolbe @yahoo.com.ar

Lo original de esta fiesta es honrar específicamente a Dios como "Familia de familias", sin tener como motivo un acontecimiento salvífico, ni la memoria de un santo. Es consolador saber que nuestro Dios es "uno solo, pero no solitario, es Familia" (Concilio VI de Toledo, año 638), amor puro que sólo busca darse de forma creadora y llevarnos a participar de su unidad vital eterna.

La devoción a la Santísima Trinidad se inició en el siglo X, y a partir de esta época se fue difundiendo también su fiesta litúrgica, entrando en el calendario romano en 1331. Si bien desde el comienzo del cristianismo la oración litúrgica se ha dirigido al Padre, por mediación del Hijo y en el Espíritu Santo, y el mismo Jesús habló de Dios como una comunión de amor y manifestó el misterio de las tres divinas personas. "...se trata de "profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su unidad todopoderosa" (Liturgia Propia de la Solemnidad). "Los hombres usamos la palabra misterio para expresar realidades profundas de nuestra vida o de la naturaleza que no podemos explicar con nuestra inteligencia ni expresar con el lenguaje ordinario. El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio de la vida íntima y feliz de Dios uno, vivo y santo. Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres Personas distintas que, desde siempre y para siempre, en la unidad del mismo Ser, viven en un perfectísima comunión de vida y amor" (Catecismo de la Conferencia Episcopal Española).

Del 30 de mayo al 3 de junio tiene lugar en Milán (Italia) el Encuentro Mundial de las Familias, tiene como símbolo la Sagrada Familia de Nazaret y la Santísima Trinidad Se trata de un gran mosaico, realizado por el artista jesuita Marko Rupnik, que el pasado 11 de abril fue bendecido en la plaza de San Pedro por el Papa. La obra representa la Sagrada Familia y la Santísima Trinidad plasmada a través de la mano del Padre que sostiene el fuego del espíritu que es Jesús. Al lado de José y María está el paraíso terrenal y la Jerusalén celeste con la Sagrada Familia en el centro de la historia de la salvación. Es muy oportuno y no casual que este icono simbólico y catequético "vea la luz" en este momento y tenga como ensamble la Santísima Trinidad y la Sagrada Familia. "En la familia santa de Nazaret el cielo encuentra la tierra y la Trinidad divina encuentra la imagen humana más perfecta. La Iglesia se siente interpelada a ser cada vez más familia, para manifestar mediante el amor recíproco la presencia de Cristo en el mundo. Las familias son llamadas a ser unidas y abiertas, a preparar a sus hijos para su futuro y su misión, sin retenerlos con amor posesivo. Todas las relaciones y actividades terrenales, deben seguir la lógica del amor, para encontrar una nueva armonía y belleza, reflejo y revelación de la Trinidad".

¡Cuántas veces hemos trazado la señal de la cruz en nuestro cuerpo para iniciar la oración para disponernos a viajar, para impetrar luz a nuestros problemas y dificultades!

¡Cuántas veces hemos rezado el Gloria invocando la Presencia de Dios, expresando el misterio central de la fe y la vida cristiana! En una y otra ocasión la Trinidad se ha inclinado sobre nosotros, nos ha abrazado totalmente, hemos entrado en Su misterio, hemos sido favorecidos por el amor de todo un Dios. Esta es la bendita realidad que "por la gracia del Bautismo recibido, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe, y después de la muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, SPF 9): Catecismo 265).

(*) Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe