Además de un taller, "Deslízate" es también una iniciativa ecológica, dado que las patinetas son confeccionadas con descartes de madera de lenga proveniente de bosques nativos reforestados de Tierra del Fuego; y una marca de skates que se venden en el mercado pero cuyo precio se destina en un 35 por ciento a financiar los talleres.

"El skate es una excusa para que los chicos aprenden un oficio, ejerciten el arte, y para que se empoderen viendo lo que ellos pueden construir sus cosas con sus propias manos", aseguró Piqué.

Esta abogada especializada en gestión social explicó que con su socia -la diseñadora de indumentaria Josefina Goñi- eligieron el skate porque patinar "tiene varias cosas que lo hacen muy atractivo para los chicos".

Es que por un lado está de moda, pero además es una actividad que se practica en grupo por lo que genera "sentido de pertenencia" y "tiene mucho espíritu de comunidad", a la que cada uno tiene algo para aportar: "uno te enseña un truco, otro te enseña como frenar y así".

"Pero además es un deporte que necesita mucha práctica, constancia y perseverancia; y eso también está bueno, porque muchas veces te caes y te tenés que volver a levantar", dijo.

En los cuatro años de existencia del proyecto, ya se dictaron 17 talleres "Deslízate" en barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de distintas localidades bonaerenses y fueguinas, en el marco de los cuales se construyeron 260 skates y se recuperaron 600 kilos de madera de lenga.

El barrio Ejército de los Andes de la localidad bonaerense de Ciudadela, más conocido como "Fuerte Apache", es por estos días el espacio donde se desenvuelve una nueva edición del taller, hasta donde llegó contratado por la Dirección de Juventud de la municipalidad de Tres de Febrero.

Junto con Goñi y Piqué se llegarán hasta allá cada miércoles, durante seis semanas, la psicóloga Marisol Carames, el diseñador-carpintero Ezequiel Ramos Mejía y la artista plástica Luciana Blanco, quienes integran el equipo completo de talleristas.

El pasado miércoles, y con motivo de la tercera clase, el salón comunitario cedida para esta actividad rebosaba de chicos que excedían en mucho el cupo de 20 establecido para el curso y por eso trabajaban de a varios en una misma patineta.

La consigna del día es terminar de dibujar la decoración del skate, sobre un molde en papel que reproduce el tamaño y la forma de la tabla.

En el grupo que forman en un extremo de la mesa Laila López (14), Dafne López (15) y Nahuel Barrionuevo (19) hay varios que reconocen no saber patinar, "pero ahora vamos a aprender".

"¿Quiere saber de dónde saqué el dibujo? ¡De ella! La usé de modelo", asegura espontáneamente y entre risas Daniel Ríos, de 17 años, señalando el tatuaje que tiene en su brazo la profesora de dibujo: un ancla rodeada por una cinta con la frase "Death before dishonor".

Iara Farías, por su parte, sólo accede a conversar cuando ya ha terminado dibujar el diseño que decorará su patineta y al cual señala con orgullo entre los moldes ya colgados de la pared, en espera de ser traspasados a la madera.

"Me encanta Ulises Bueno, es mi ídolo", cuenta la joven de 15 años al explicar por qué su patineta llevará el nombre del cuartetero cordobés en un claro de la profusa decoración de animal print.

Algunos construyen la patineta para sí mismos y algunos para otros, siendo las motivaciones muy disímiles.

"Es para mi hermanito de 10 años, que no puede caminar. Él se sienta arriba y anda con sus brazos. Ya tuvo una, pero se le rompió", cuenta Rafa Aguirre mientras termina de dibujar las letras que configuran el nombre "Ian".

Los más adelantados en el trabajo ya pintan con un aerosol el color de fondo de la tabla, sobre el cual luego traspasarán el dibujo realizado en el molde. Quedará después la tarea de pintar el dibujo con fibras indelebles y colocarle las ruedas.

"Al final hacemos una práctica de skate y una actividad de cierre, que depende de cada barrio. En Soldati, como hay un skate park, convocamos a los chicos con sus padres y vinieron unos ‘riders’ a hacer una demostración. Además las patinetas quedaron expuestas ahí durante toda la jornada. La idea es que no sólo ellos se reconozcan, sino que la comunidad los reconozca como agentes e cambio", contó Josefina Goñi. Télam