Javier Milei ordenó desmantelar  el programa de cuidados paliativos del Instituto Nacional del Cáncer, por lo cual habrá “más pacientes sin recibir atención de personal calificado en cuidados paliativos ni alivio del dolor”, señaló la referente del área, la médica Mariana Pechenik.

El  programa resultó un actor primordial para garantizar la atención integral de pacientes con cáncer avanzado, especialmente en las provincias más vulnerables. La medida, que incluye la suspensión de la compra de opioides como morfina y metadona, así como el despido de gran parte del equipo especializado, ha generado una ola de indignación entre profesionales de la salud y familiares de pacientes que dependen de estos servicios esenciales.

El Programa Nacional de Cuidados Paliativos no solo se encargaba de proveer medicamentos esenciales para aliviar el dolor severo, sino que también formaba recursos humanos interdisciplinarios y ofrecía apoyo a equipos de atención en todo el país. 

Según denuncias de profesionales como la doctora Mariana Pechenik, referente del programa, el recorte ha dejado al programa sin capacidad operativa, con solo dos de sus ocho integrantes originales. Esta reducción drástica pone en riesgo el acceso a cuidados paliativos, un derecho humano fundamental reconocido por la Organización Mundial de la Salud, afectando directamente la calidad de vida de miles de personas que enfrentan enfermedades terminales.