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La voz de Bernardo Carbajal llega lejana desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el teléfono deja pasar los ruidos de la calle. Colectivos, autos y rumores de voces que pasan a su lado. Desde que llegó a los 18 años se ha convertido en su lugar del mundo, sobre todo luego de abrirle las puertas a su pasión: la fotografía. Un camino que comenzó en la universidad pero luego lo fue llevando por otros derroteros donde el ojo comenzó a enmarcar otras problemáticas. Lo social y la Justicia como dos cuestiones determinantes para el fotógrafo en el que, con el tiempo, se había convertido.

Ahora, en diálogo con FINDE, recupera parte de esa historia y recuerda que "en Olavarría, durante mi juventud en los 90'', había poca oferta cultural. Nada que ver con los espacios que hay ahora".

Llegar a Buenos Aires fue como encontrarse con un mundo que le abría las puertas de par en par. Fue en la UBA donde empezó a estudiar Diseño de Imagen y Sonido. En los trabajos prácticos se encontró con "la necesidad de hacer relevamiento, registros de barrios" y para eso "empecé a usar la fotografía"

Si bien poco después dejó la carrera, y comenzó a cursar Derecho, la fotografía se le quedó dentro y al mismo tiempo encaraba esas dos cuestiones.

"Focalice en lo que me había gustado, que me había hecho prender la chispa de la fotografía y combiné la vocación con el estudio de una carrera" y "promovido por la familia me dije ´hago las dos cosas´ y hasta el día de hoy trabajo como abogado en temas de Derechos de Niños y adolescentes y con la fotografía".

Pero además, "a partir del año pasado, empecé a hacer trabajos sobre los derechos de autor con un colectivo de fotógrafos, promoviendo leyes de fomento de la actividad fotográfica y hace 7 años formé un colectivo que se llama Cámaras Rodantes", en el cual trabajan cuestiones sociales a través de la fotografía.

La foto como forma de expresión

"Encontré una facilidad, me fue gustando, en el tema del observar, del encendrar y seleccionar a través del visor", dice Bernardo al responder sobre qué cosas lo hicieron decidirse por el camino que tomó y agrega que también "encontré la magia del laboratorio fotográfico".

En el año 2000, cuando empezó a estudiar, todavía existía la fotografía analógica y recuerda que en ese momento terminó convirtiéndose en asistente de laboratorio.

El fotógrafo olavarriense recuerda que se la pasaba justamente ahí, en el laboratorio, donde "encontré esa alquimia, esa magia, ese descubrir".

Pero además en la escuela en la que estudiaba "encontré un lugar de pertenencia muy bonito, donde afloró la creatividad" dado que "en Buenos Aires hay una oferta de poder ver exposiciones, fotografía de un nivel muy alto. Eso también me favoreció" explica.

Más allá del ojo

"Creo que el rol del fotógrafo es muy importante en tiempos donde la imagen tiene tanto poder en la comunicación y en lo que es transformar la opinión de alguien", dice el fotógrafo olavarriense y plantea que "está buenísimo que se produzca una democratización en el acceso a la herramienta". Sin embargo encara el debate acerca de que "si no viene con educación termina banalizando la herramienta y juega en contra"

Desde su punto de vista, "el tema de las selfies, como la única novedad de los teléfonos celulares, me parece que es un ejemplo" y observa que en el caso de la exposición en las redes sociales "es como un arma de doble filo. Con situaciones donde se sobreexpone a las personas, los niños, y se sobreutilizan imágenes".

El fotógrafo "tiene la responsabilidad de hacerse cada vez más profesional y de leer cada vez más", explica y señala que "no es solamente una cuestión técnica el hacer fotografía sino también es una cuestión cultural completa".

Es por ello que para Bernardo Carbajal "el ojo del que hace la foto no depende sólo de saber utilizar la cámara sino del ojo que está haciendo la fotografía. Ese ojo dispara en uno u otro momento según el bagaje cultural que trae. Apunta y encuadra según todo lo que vivió anterior al disparo".

Foto y derechos de autor

"La fotografía tiene una cuestión legal en Argentina que es tremenda" explica Bernardo Carbajal y cuenta que "existe una ley de Derechos de Autor que dice que la fotografía es una rama artística y que los autores tienen la protección de la ley. Hasta que llegamos a un artículo, el 34, que dice que para la fotografía el derecho tiene una vigencia de protección de 20 años después de publicada la obra".

El fotógrafo olavarriense habla de marcar algunas diferencias: "cuando uno hace una pintura, una película, una canción o escribe un libro tiene un tiempo de protección que es de 70 años desde el fallecimiento del autor". En el caso de la fotografía no es así.

"Hay lobbys de medios que no quieren que eso cambie porque las utilizan para hacer catálogos, enciclopedias", comenta el profesional y explica que "los grandes medios terminan siendo bancos de imágenes que se van a su vez redistribuyendo y lucran sin pagarle nada al autor".

Desde su rol de abogado sostiene que "lo más importante también es poder institucionalizar a la fotografía argentina en una organización que pueda representar legalmente a los fotógrafos y hacer un lobby a favor de la promoción de la actividad" y comenta que "se está trabajando con Argra, la asociación que reúne a los reporteros gráficos y también con fotógrafos independientes, pero es muy difícil".

"Cámaras Rodantes", una foto de lo social

"Cámaras Rodantes" nació en el 2011. Fue un proyecto que Bernardo Carbajal comenzó a desarrollar junto a Rocío Reverte, al que después se sumaron más personas.

"Venía haciendo talleres de fotografía de forma arancelada", cuenta el fotógrafo olavarriense y "me gustaba mucho el tema del desarrollar la técnica de la fotografía estenopeica" y fue allí, mientras investigaba para sus primeras clases sobre cómo se trabaja con la técnica en otras partes del mundo, cuando se encontró con que en Brasil había un colectivo de fotógrafos bajo de el nombre de "Ciudade Invertida".

Quien comenzó el proyecto en Brasil fue Ricardo Hantzschel, un fotógrafo profesional, que en 2004 se cruzó con dos belgas que recorrían el país con un remolque adaptado como laboratorio fotográfico. Luego de irse de Brasil le cedieron el trailer a Hantzschel, quien continuó el proyecto con algunas modificaciones y se largó a recorrer favelas.

"Lo que empecé a descubrir son las posibilidades de trabajo de tipo social que brinda esta herramienta" explica Bernardo "porque genera que la personas que participan de la experiencia se vea capaz de construir su cámara con sus propias manos, de entender qué es lo que pasa dentro de ella y de verse creador de una fotografía que luego puede ir a una pared y que puede ser expuesta, mostrada, y que puede contar una historia"

"No es tan importante donde se muestra sino lo que pasa también en mostrarla", dice y señala que ya organizaron muestras en calles, paredes impresas en una escuela para chicos en situación de calle, en centros culturales.

Para Bernardo Carbajal "lo más lindo es cómo los chicos cuentan y comunican todo lo que los llevó a hacer esas imágenes".