Mauricio Esteban Gatica lleva casi 40 años sin enfermarse. Ni siquiera una gripe. Lo prueban los estudios que cada cuatro años, y por un período de tres meses, le realiza el hospital clínico de la Universidad Católica de Chile. Hoy cerca de los 60, las fotos lo muestran delgado, enérgico y con la piel de un joven de 20. Todo, asegura, gracias al Higienismo, una disciplina que estudia y practica la combinación correcta de los alimentos para una buena digestión y promueve una vida sana en todos sus aspectos. En una charla exclusiva con Plan Verde, este reconocido especialista chileno habla de la relación de las enfermedades modernas con lo que ingerimos y, frente a los fármacos de la medicina tradicional, pide una oportunidad para los alimentos y la capacidad autocurativa del cuerpo.

¿Qué entiende el Higienismo por enfermedad?

El 60 por ciento de las enfermedades que los médicos consideran como tales, no son enfermedades sino que son pruebas de que las cosas andan mal. Al combatirlas, el médico anula al mismo tiempo las posibilidades del cuerpo de expresarse.

¿Por ejemplo?

La fiebre. Los higienistas nunca bajamos una fiebre, eso no es una enfermedad. La fiebre es una lucha del cuerpo frente a una alteración de salud. O un resfrío: el resfrío simplemente nos está diciendo que una persona está muy agotada y que necesita un descanso. Los animales, por ejemplo, cuando se enferman no comen nada, simplemente se echan en un rincón hasta que sanan. Entonces, el hombre tiene anuladas sus capacidades naturales de mejoría. Todas las medicinas, lamentablemente, alivian. Tienes un malestar y al aliviarte, que no es sanarte, dejas de sentir el síntoma pero la enfermedad continúa. No se trata de aliviar sino de desintoxicar el organismo.

¿Los alimentos pueden ser nuestra medicina, como postulaba Hipócrates hace más de 2.000 años?

Claramente. Hay que partir de la base de que nuestra mente es el 3% de nosotros y nuestro cuerpo es el 97%. Hay una contradicción entre lo que necesita el cuerpo y lo que quiere la mente. Comer es una cosa, alimentarse es otra. Comer es un desahogo, tiene que ver con tu cultura, con las costumbres de tu país, de tu región o de tu familia. Y alimentarse es una necesidad y un requerimiento biológico. Los alimentos están producidos por la naturaleza para calzar con nuestro requerimiento orgánico en rol de consumidores conscientes y respetuosos de la salud y los comestibles están producidos por la industria sin escrúpulos, en donde lo más importante es la inconsciencia del consumidor masivo, cuyo cuerpo aún está por reventar.

Pese a que cada vez hay más información disponible comemos mal y nos enfermamos más.

En los últimos 60 años se sabe más de alimentación que en los últimos seis milenios. La información de la alimentación está, el problema es que no están coordinadas las ciencias, y esto tarda mucho en llegar a los médicos, mucho más a los nutricionistas y mucho más todavía a los consumidores. Los higienistas, como hacemos un culto de la alimentación, estamos al día en esta información. Por eso mi sistema de sanación es personalizado: si vienen dos hermanas gemelas con la misma enfermedad tal vez pueda darles tratamientos diferentes y adaptados a la emocionalidad y al organismo de cada una. Esto no puede ser general. Incluso la medicina convencional está dejando de lado las estadísticas y va al trato directo de cada individuo.

¿Por qué cree que se está dando este cambio?

Los médicos más jóvenes están más interesados en la alimentación. Ellos se dan cuenta de que hay una cantidad de sintomatologías en los últimos 20 años que no habían ocurrido en los últimos 20 siglos. Por ejemplo, el cáncer hace 20 ó 30 años afectaba a las personas de 40 a 50 años hacia arriba; ahora hay cáncer infantil, cáncer adolescente. Esto tiene que ver con lo que ha pasado desde la revolución industrial hasta ahora, sobre todo en el siglo XX, con muchas sustancias químicas que el hombre ha fabricado y que han entrado en el ecosistema de la alimentación, de lo que respiramos, sumado al mismo estrés de la vida competitiva de hoy.

Los médicos tradicionales siempre han recomendado dietas altas en calorías, en proteínas.

Las cantidades de calorías recomendadas, que antes eran de 4 mil al día, después de 3 mil, después 2500 y después 2000 reflejan que el organismo humano no precisa las cantidades de las que siempre se ha hablado. Nosotros decimos: "mínimo consumo, máximo rendimiento orgánico". Esto significa que, en general, la gente no se alimenta de lo que come sino que se alimenta de lo que digiere bien. Una persona puede estar tragando mil y digiriendo apenas 100. Los higienistas tragamos 100 y digerimos 100, y eso nos ayuda a tener una vida larga.

¿Hasta qué punto la mala alimentación es responsable de las enfermedades modernas?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó en el año 1988 que el 80% de las enfermedades son consecuencia de la mala alimentación. Los niveles de cánceres digestivos en los países occidentales, incluyendo Norteamérica, están todos relacionados con el daño por la forma en que se come. Voy a dar un dato que es escalofriante: a principios del siglo XX se moría una persona de cada cien de cáncer; a fines del siglo XX una persona de cada cuatro; en la primera década de este siglo, una de cada tres; y en 2015 lo más probable es que sea uno de cada dos. Entonces, la relación entre el cáncer y lo que comes es realmente contundente. El cáncer en el aparato digestivo, que es la principal causa de muerte en el mundo, es cáncer de páncreas, cáncer de estómago, cáncer de colon. La gente no mastica bien, traga mal, mezcla mal, come a deshora, come en exceso.

Muchas personas creen que comer hasta donde el cuerpo aguante es "disfrutar de la vida"

Eso en algún momento hace que tu cuerpo explote. Lo puedes soportar un tiempo, depende de tu genética. Puedes tener una genética de monopatín o una genética de portaviones. Pero si tú lanzas una gota de agua en la piedra todos los días al final se hace un agujero. Hablamos de un paro cardíaco a un cáncer. Si esas personas que comen mal e igual funcionan comieran bien vivirían mucho más tiempo y mucho más sanas porque tienen buena genética, por eso pueden aguantar tanto tiempo. Mucha gente me pregunta: "¿para qué te preocupas tanto por la alimentación si te vas a morir igual?" La verdad es que si te alimentas vas a terminar de vivir y si comes vas a terminar de morir. Cuando terminas de vivir, se acabaron las pilas, se cumplió el ciclo natural de estadía en este mundo, pero si terminas de morir, terminas de reventar. Vas aguantando década a década y tu cuerpo no soporta más. La enfermedad es según lo que hagas con ellas. Primero es un aviso del cuerpo y luego una alimentación tóxica que termina en una situación degenerativa y terminal. DIB