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El progresivo envejecimiento poblacional es un desafío que pocas veces asumen los Estados, pero sí sufren vastos porcentajes de hombres y mujeres a quienes se les alargó la vida sin concederles el plus de una mejor calidad. En la Argentina se multiplicó por 2,5 el total de sus habitantes. Pero la gente con 60 años o más se sextuplicó. Más aún: la población de más de 75 años se multiplicó por diez. En Olavarría, en 30 años disminuyó la cantidad de niños de 0 a 14 años (del 28,1% de 1980 al 23,7% de 2010), pero aumentó en 5 puntos (un 62% más) la cantidad de gente de más de 65 años.

Seis millones de personas en el país y unas 16.000 en Olavarría sufren consecuencias como la brecha digital, la soledad, el déficit de información y de amparo, la escasez de ingresos y una infraestructura sanitaria que no los contiene, justo en la época de la vida cuando las funciones vitales comienzan a carraspear y se aflojan las articulaciones del alma. En ese contexto, el paso del 97 por ciento de inclusión previsional a la reforma jubilatoria macrista, pasando por la mínima de 4.900 pesos y las facturas de servicios que dinamitan cualquier haber, no parecen convertirse en luces esperanzadoras para un tramo de la vida que debería convertirse en el tan vapuleado jubileo.

No es un problema menor, cuando las proyecciones delatan que en los próximos 50 años se multiplicará por cuatro en todo el planeta la cantidad de personas con más de 60 años: de unos 600 millones a casi 2.000. En la Argentina se prevé que las actuales 6 millones de personas mayores de 60 años superarán los 8 millones en 2025. Además, a esta altura es casi ofensivo hablar de tercera edad a los 60, cuando es una etapa de plena actividad. O bien comienza a ensayarse el concepto de cuarta edad, para extender la juventud madura en quienes tienen la posibilidad de disfrutarla. Está claro que esa posibilidad depende del estrato social, de los ingresos, de la calidad de vida familiar, del capital educativo y social, entre otros puntos clave.

Según los datos surgidos del informe del Observatorio de la Deuda Social con la Vejez de la Universidad Católica Argentina, el 68,6% de la gente mayor ha vivido entre 60 y 74 años. El 31,4%, 75 años y más. Los varones constituyen el 42,5%. Las mujeres, el 57,5%. Lo que implica una feminización de la vejez, con mayor morbilidad (es decir con enfermedades permanentes que se cronifican) y mayor expectativa de vida. Las mujeres sufren más una ancianidad extendida y muy complicada por la imposibilidad de vivir en soledad, la dependencia y un acceso limitado a la salud.

Si hasta 2015 las mujeres que llegaron a los 60 años con una historia de trabajo doméstico para dentro o para afuera sin aportes ni registro de ningún tipo, en total desamparo, podían aspirar a una jubilación mínima y una moratoria para pagar progresivamente su deuda previsional, eso se acabó. El reemplazo es un proyecto de reforma jubilatoria que les estira la edad a los 65 años para obtener una pensión a la vejez que no supera el 80% de la mínima, actualmente de 4.900 pesos. Es decir, la pensión llegaría a los 3.900 pesos. Con la incertidumbre de una cobertura social que "posiblemente sea ProFe, la obra social de las pensiones que históricamente concedían los legisladores", supone Adriana Capuano, concejal justicialista y, además, con vasta experiencia en trabajo con la vejez.

"Vinimos de una cobertura enorme, de una inclusión de millones de personas, a las que se les pudo dar una obra social, aun cuando la universalización de derechos causa resquemor y dudas de si la obra social va a aguantar... pero se logró aumentar todas las prestaciones", dice Capuano, que se define como médica peronista, pero además estuvo muchos años a cargo de la UGL XXX del PAMI.

Desvalorizados

Según el informe de la UCA, "2 de cada 10 personas mayores presenta déficit de valoración familiar en la participación en la toma de decisiones individuales o familiares y en la atención familiar de su salud", mientras que "3 de cada 10 personas mayores expresan tener déficit en la comprensión afectivo/emocional familiar". Sin embargo, la incidencia de estas percepciones deficitarias se duplica en su impacto entre los mayores de 75 años, las mujeres, aquellos con menores oportunidades educativas, los más desfavorecidos en la escala social, quienes viven solos y/o en viviendas precarias. En este contexto, uno de cada tres no tiene amigos íntimos. Siete de cada diez no se reúne para jugar, para divertirse o para salir con pares. Cinco de cada diez siente que su opinión no es valorada. ¿Quiénes son los que más lo padecen? Los mayores de 75 y las mujeres.

El 72% de las personas mayores de 60 años tiene el secundario incompleto. El 27,7% lo completó e incluso extendió a una carrera terciaria o universitaria. Casi el 20% vive en soledad. El 30% con alguien de su edad. Casi el 50%, con gente de otras edades (hijos, nietos, etc.).

Enfermos

Casi el 40% siente déficit en la atención de su salud, según el informe del Observatorio de la Deuda Social con la Vejez. Pero "en la relación entre el déficit de consulta médica y el tipo de cobertura de salud, quienes cuentan con obra social y prepaga presentan menos déficit que quienes tienen PAMI y/o cobertura del sistema público de salud (no cuentan con cobertura médica y se atienden en hospitales y/o salas de atención pública)". Hay un 24% sin ningún tipo de cobertura social. En Olavarría, el Hospital Municipal está desbordado por la caída de la cobertura del PAMI en las clínicas privadas.

El déficit general de la infraestructura sanitaria pública afecta a todas las edades. Pero hacer esperar durante un mes para la obtención de un turno a quien ha vivido más de 75 años, está fuera de cualquier rasgo de humanidad. Un 60% dice haber pasado por esta experiencia.

Adriana Capuano insiste en reivindicar "la universalidad de derechos, cuando una pareja de jubilados con dos ingresos y obra social puede aliviar el enorme problema de la subsistencia".

Ahora "tiene que demostrar su pobreza para acceder a la tarifa social, que no tienen casa, que los hijos no los pueden mantener; tienen que ir a hacer esos trámites con frío, desconociendo cómo se hacen", además de enfrentar la brecha digital que los separa del mundo. "No pueden pagar las tarifas -sigue enumerando la concejal justicialista- porque cobran 4.900 pesos y nunca van a poder pagar 1.800 de gas, entonces tienen que empezar a recortar y restringirse y afectar su calidad de vida". Que "en seis meses ha bajado muchísimo".

El Observatorio de la Deuda Social observa que "el 34,9% de las personas ancianas que viven solas residen en hogares donde los ingresos se declaran insuficientes para afrontar los gastos cotidianos del mes", por lo que "ha tenido que efectuar recortes en el pago de servicios, impuestos, cuotas de la casa, alquiler o gastos en salud".

Usados

En estos días, cuando la mínima que cobra el 70% de los jubilados perdió un tercio de su poder adquisitivo, se los vuelve a utilizar para legitimar la reconcentración de la riqueza y el regreso triunfal y blanqueado de los evasores. El gobierno nacional amenaza con multar con 60 millones de dólares la publicación del nombre del que blanquee 60 millones de dólares. Como el gobierno provincial amenazó con la cárcel para quien publicara la declaración jurada del ministro o del comisario. Pero se blanquea para pagarles los juicios a los jubilados, perfecta excusa ante la que oponerse pasa a ser una ruindad. "Se usa a muchos jubilados que esperaban ansiosamente el reconocimiento del Estado, que es correcto y se debe priorizar de acuerdo con la edad o con el estado de salud, pero después nos vamos enterando de que no va a ser inmediato, que van a tener que esperar un año, que no van a cobrar la totalidad, sino un 30 ó 40%...", enumera la concejal.

Entonces "asistimos a una gran quita de derechos" y a una peligrosa avanzada "de proyectos de ley que abren las puertas al regreso de un régimen privado". No hay mucho espacio para la resistencia y la esperanza cuando la vida está en los últimos tramos y los cantos de sirena cautivan. Y adormecen. ¿Habrá espacio para otra estafa como la de las AFJP, que multiplicaron las ganancias de los bancos en detrimento de los aportes de millones de trabajadores? "La angustia, paraliza; la incertidumbre siempre aumenta el precio. El miedo hace que lo importante no se discuta", analiza Adriana Capuano.

Vulnerables

En tiempos vertiginosos, donde la belleza y la juventud son valores en sí mismos y la velocidad no puede ser menor a 300 megas, la vejez, si no es 2.0, se va desangrando en el camino. Alguien que camina con lentitud, que piensa con lentitud, que no alcanza a comprender un smartphone, que se siente superado por la app con la que le indican que en un supermercado puede comprar la yerba y en otro el azúcar, o no puede acceder a la información que el Presidente emite por Snapchat, acaba de caerse del sistema. De quedar fuera del mundo. De la integración con la sociedad. Y con su familia.

Siete de cada diez mayores que viven solos "no tienen quién les ayude si se enferman". El 35,9% no tiene "alguien que le demuestre afecto y cariño" y el 21,1% "asegura sentirse solo". Una vulnerabilidad extrema, sin apoyo social ni estatal, con enormes carencias económicas y culturales que aíslan, desamparados al borde de un camino donde se corre aceleradamente con un rumbo desquiciado. A una velocidad para la que sus piernas ya no responden. Y el alma va flaqueando, en llanta. Aunque sean infinitos depósitos de historia, de penuria, de pasado glorioso.