Corazón granate
Estos pibes que hoy escuchan a ese "Pelado" Cordera que el domingo pasado destruyó su garganta en "La Bombonera" con el título ganado por Lanús, dentro de veinte o treinta años se encargarán de recordar que a fines de 2007 al fin el fútbol hizo justicia y le entregó la recompensa a un club - escuela del fútbol argentino, a través de un equipo que tenía un jugador exquisito como Diego Valeri, dos atorrantes que jugaban lindo como Lautaro Acosta y Sebastián Blanco, un goleador del calibre del correntino Sand, un incipiente caudillo como Pelletieri y varios dignos acompañantes.
No serán los primeros en recordar equipos inolvidables en la casi centenaria vida granate.
Cuando el rock daba sus primeros pasos globales con Elvis Presley brillaban "Los globbetrotters" del ''56, y dentro de ellos el trío Daponte, Guidi y Nazionale, pero perdieron la primera oportunidad grande de dar una vuelta olímpica con el River de Enrique Omar Sívori, algo así como un ancestro futbolístico de Diego Maradona (nativo ilustre de Lanús).
Una década más tarde, cuando el mundo enloquecía con los Beatles, Lanús daba de que hablar con "Los albañiles" de Angel Manuel "Manolo" Silva y el paraguayo Bernardo Acosta. Un quinteto que completaban Minitti, Pando y el zurdo De Mario, cuyas locuras había traído durante la conscripción para Racing de Olavarría.
El arco chaira también supo ser defendido medio siglo atrás por Alvarez Vega, el uno de "Los globbetrotters".
Lanús es un presente futbolístico e institucional ejemplar, pero también un rico pasado, y una historia enganchada como ningún otro club del profesionalismo con el fútbol olavarriense.
El "grana" tiene mucho que ver con Pedro "Bocha" Silva, Vicente Martín, "Canaleta" Eiras, Héctor "Chango" Bernal, Mateo "Petete" Dos Santos, José Antonio "Tito" Alonso y Fernando "Tero" Di Carlo. Unos fueron de aquí para allá y otros vinieron de allá para aquí.
Salvo Dos Santos (figura en el ascenso de 1976) que no acudió al convite, todos los demás se reunieron en la cancha de fútbol 5 del "Tero" Di Carlo para recordar aquel pasado y celebrar este presente.
El primero en ir para el Sur, que al fin y al cabo está en el norte, fue el "Bocha" Silva. "Me llevaron a Lanús en el ''61. Vino el presidente del club, Volante era, para la Feria Internacional que se hizo en la cancha de Estudiantes y me vio jugar. Hablamos en el bar que tenía el ''Coco'' Sánchez en la calle Vicente López y en abril me fui. Creo que fui el primer jugador de Olavarría que vendieron sin ir a prueba. Pagaron 250 mil pesos el préstamo por un año; yo ganaba 2.500 pesos en el Ferrocarril y allá me daban 8.500, casa y comida" recordó el "Bocha" Silva.
"En esos tiempos era difícil. Acostumbrado a Olavarría, casi una ciudad de campo, y con la familia, los amigos y mi gente del fútbol acá, me costó mucho la adaptación. Me fui con 20 años y pesaba 93 kilos; al mes y pico pesaba 76", reveló.
"Tengo los mejores recuerdos del ''Nene'' Guidi, un crack y una persona excepcional y de Prato, uno que jugaba de ''dos'', y eso no se puede olvidar. Ahí lo conocí a ''Cacho'' Eiras, y a toda su familia que vivía en Liniers. Un día no lo vi más en los entrenamientos; empecé a preguntar y nadie sabía nada; cuando volví a Olavarría me lo encontré en El Fortín" contó.
"El campeonato de Lanús se siente de una manera especial. Uno siempre va a querer esos colores porque se puso esa camiseta" aseguró el mejor lateral izquierdo de la historia del fútbol de Olavarría.
"Cacho" Eiras llegó a Olavarría producto de la casualidad. En el mismo momento que estaba firmando su rescisión de contrato con Lanús por falta de pago ("hacía siete meses que no veía un peso" contó) lo escuchó el doctor Adolfo Arouxet, histórico presidente de El Fortín y del Banco de Olavarría.
"Pese a que soy nacido en Tandil, me fui a los 4 años a Buenos Aires, y cuando el doctor Arouxet me propuso venir a Olavarría, porque habían echado al wing izquierdo que tenían, ni siquiera sabía dónde estaba. Acepté por seis meses, para no quedarme parado y pensando en la idea de irme al exterior, terminé jugando ocho años en el club y salimos campeones por primera vez en la historia del club en 1962" destacó "Cacho", ahora dedicado a la actividad agropecuaria en General La Madrid.
"Canaleta" (apodo que le puso el "Bocha" Silva) la rompió en Olavarría. "Estoy totalmente feliz con este campeonato de Lanús, porque salvando las distancias, para mí es como El Fortín: un club de barrio, familiar" ponderó.
Para "Cacho" Eiras el secreto de Lanús está en la seriedad de su dirigencia: "Fue el primer club del país que puso como condición que los dirigentes debían responder con su patrimonio en caso de hacer una mala administración".
Silva y Eiras jugaron con Echenique en Lanús, que después pasó a San Lorenzo, vino a Estudiantes de Olavarría y terminó siendo la voz del "Dúo salteño".
El segundo en venir fue Vicente Martín. En 1967 dejó su cargo de entrenador en las divisiones menores de Lanús y asumió en la primera división de Racing. Nunca más se fue de Olavarría.
Carnet de socio 10649, Martín nació en La Pampa pero de muy pequeño lo llevaron a vivir a Caaguazú y Esquiú, a diez cuadras de la cancha de Lanús. Dirigía Brown de Adrogué y don Francisco Attadía, presidente del fútbol amateur, lo llevó para el barrio cuando don Pedro "del área" Dellacha conducía la primera división.
"Lo que viví el domingo no sé cómo contarlo", admitió este hombre que anda por los 70 y pico, pese a la condición de escritor que siempre ha llevado al lado de la pelota.
"Lloré como loco; no quise prender la radio hasta después del partido, me metía debajo de la mesa. Fue una emoción muy grande porque a esta altura de la vida y después de 92 años de historia ya había perdido la esperanza de verlo campeón" señaló.
Con Martín apareció en Racing Héctor Bernal, que sintió un impacto tan grande por este Lanús que dejó de ir a la cancha a ver a Racing. "Recién regresé para el partido con El Linqueño porque no coincidieron los horarios, pero ahora que Lanús salió campeón voy a volver a ir todos los domingos a ver a Racing. Espero que Racing me lo perdone" confesó con una sonrisa.
"Lo sigo a Lanús de cuando ''Pipo'' Rossi en el ''56 -lamentó-, lo quebró a "Poncho negro" (Benito) Cejas. Once años tenía yo".
El "Chango" es de los que alterna en el "Buglione Martinese" un domingo con la camiseta granate y otro con la estrellita en el pecho. "Jugué en Lanús entre 1963 y 1965, hasta que me llamaron a la colimba. Me llevó Vicente Martín, que me sacó de un papi fútbol de la zona. Ahora en agosto hicieron 40 años de que me trajo a Racing" informó el "Chango".
"Venía loco y llorando de una semana antes, pero el domingo lloré yo y lloró toda mi familia. Ni lo soñaba, y estoy orgulloso no sólo del equipo, sino de lo que representa institucionalmente. Desde que tocó fondo en el 70 y pico, y bajó a la Primera C, no dejó de crecer" fue la última frase del "Chango", que tiene en su casa un adorno que no es otra cosa que un pedazo de tablón del viejo estadio de madera con el escudo de Lanús.
La tendencia se empezó a revertir a mediados de los ''70, cuando José Antonio "Tito" Alonso y Mateo Dos Santos dejaron Ferro y se fueron a Lanús.
Llegaron un domingo a la mañana, de un día que jugaba la selección de Olavarría, y se lo llevaron en un paquete con Mateo Dos Santos.
"Estuve sólo un año. Por ahí no tuve la conducta que se necesitaba para jugar en ese nivel -admitió "Tito"-, pero también era imposible vivir en Lanús. A mí me tocó la peor época del club: me prometieron un departamento para irme con mi mujer y me mandaron a una pensión; no cobraba nunca porque el sueldo se me iba en multas y comía tan mal que al mes estaba 7 kilos debajo de mi peso. Comía cuando me iban a visitar mis amigos".
Igual para "Tito" la primera vuelta olímpica de Lanús fue un motivo de satisfacción: "Lógicamente que cuando pasan estas cosas uno se pone contento, como cuando le va bien a Huracán de Tres Arroyos o a Olimpo, porque uno estuvo jugando en esas canchas y vistió esas camisetas. Forman parte de mi vida".
El recuerdo más fresco de todos pertenece al "Tero" Di Carlo, que hizo goles durante cuatro años en Lanús. Llegó en 1992, luego de ganar el ascenso con San Martín de Tucumán, en el comienzo de una época de estabilidad y bonanza granate en Primera División, que además de este título comprende una Copa Conmebol y tres o cuatro campeonatos que se escaparon con muy poco.
"En la fiesta del lunes hablábamos con el ''Chucho'' Schurrer y el ''Chango'' Cravero y además de disfrutarla nos lamentábamos de lo que nos habíamos pedido por tan poco. Dos veces estuvimos muy cerca de ganar el título, una vez con Russo y la otra con Cúper, y se nos escapó en las últimas tres fechas. En el ''96 teníamos el fixture más favorable -con Español, Gimnasia de Jujuy y Huracán- y apenas sumamos un punto de nueve".
El "Tero" elogió que "uno se da cuenta de la coherencia de esta dirigencia en las malas, no en las buenas. En el ''90 ganaron el ascenso con Russo, en el 91 descendieron, y para la temporada siguiente mantuvieron a Miguel en el cargo y volvieron a ascender. Esa coherencia los llevó a ganar este campeonato, a tener una de las mejores divisiones inferiores del país y un club que es modelo".
"Los dirigentes que estaban en aquella época están hoy, y siguen siendo los mismos tipos de antes, y con la misma situación económica. Son muy serios y muy honestos. Lanús necesitaba de este título, para respaldar este proceso, y el fútbol argentino también" afirmó.
"No sé por qué no me quisieron en San Martín de Tucumán después de haber ganado el ascenso, porque había salido goleador del campeonato, pero gracias a Dios que me fui a Lanús. Fue la decisión más importante de mi carrera" consideró el "Tero" Di Carlo.
Al fin y al cabo, si en grandes pasajes de su historia el fútbol de Lanús fue como música para los oídos, con sus instrumentos también se encargaron de interpretarla "Bocha" Silva, "Canaleta" Eiras, Vicente Martín, el "Chango" Bernal, "Tito" Alonso, y el "Tero" Di Carlo.