La ejecución de Iván Cantú en Texas ha generado un intenso debate sobre la justicia y la pena de muerte en Estados Unidos. Condenado por el asesinato de su primo James Mosqueda y de la novia de éste, Amy Kitchen, Cantú siempre mantuvo su inocencia, repitiendo una y otra vez la frase "Soy inocente".

A pesar de los esfuerzos de organizaciones de derechos humanos que denunciaron irregularidades en su proceso legal, Cantú fue ejecutado mediante inyección letal. Su declaración final ante la ejecución fue un reiterado clamor de inocencia y un mensaje de paz hacia las familias afectadas.

El caso de Cantú estuvo marcado por testimonios controvertidos, incluyendo el de su entonces novia Amy Boettcher, quien testificó en su contra. Aunque la fiscalía se basó principalmente en su testimonio, persisten dudas sobre la idoneidad de la representación legal de Cantú y sobre la veracidad de las pruebas presentadas en el juicio.

A lo largo de los años, Cantú recibió apoyo de líderes religiosos, políticos y figuras públicas, así como de tres miembros del jurado que expresaron dudas sobre su culpabilidad. Sin embargo, todas las peticiones de clemencia y retraso de la ejecución fueron denegadas.

El fiscal de distrito del condado de Collin, Greg Willis, reafirmó la convicción de la culpabilidad de Cantú, mientras que la Junta de Indultos y Libertad Condicional de Texas votó en contra de conmutar su sentencia.

La historia de Iván Cantú destaca las complejidades y controversias que rodean el sistema de justicia penal y la pena de muerte en Estados Unidos, y suscita interrogantes sobre la búsqueda de la verdad y la justicia en los casos judiciales de alto perfil.