Es por ello que debemos prestar atención al ejercicio que practicamos y, por supuesto, a nuestra nutrición.

A la edad mayor existen más posibilidades de padecer problemas de anemia, hipertensión o diabetes, entre otros. Pero con una alimentación sana y equilibrada podemos prevenir continuas visitas al médico por constantes achaques.

Sin embargo, es un error frecuente el desentenderse de las tareas rutinarias como ir a la compra o cocinar; algo que no sólo nos reportará los beneficios propios de una dieta sana, sino que nos servirá para ejercitar la mente.

Los siguientes consejos contribuirán a gozar de buena salud a cualquier edad:

- Organizar una compra semanalmente, planificando los alimentos a comprar. ¿Por qué no hacerla con algún amigo?

- Aunque vivas sólo, anímate a cocinar. Tener que hacer menos cantidad no es excusa, ya que puedes congelar varias raciones para los días que no tengas ganas de cocinar y, además, preparar los ingredientes, estar pendiente de los tiempos de cocción, etc., son ejercicios rutinarios que, además de entretenerte, te beneficiarán indirectamente.

- Ingerir, por lo menos, 3 comidas al día, sin olvidarse nunca del desayuno.

- Reducir las calorías de tu dieta porque, a medida que envejecemos, tenemos menor actividad física.

- Sigue comiendo de todo: una dentadura débil no es razón suficiente para erradicar de nuestra dieta productos tan esenciales como la carne. Si es tu caso, la solución puede estar en los purés con todo tipo de ingredientes: verduras, pescado y, por supuesto, carnes.

- Come diariamente distintos tipos de cereales; pan, arroz, fideos... un aporte de fibra le ayudará a mantener un buen funcionamiento intestinal y reducir el riesgo de enfermedades crónicas como las enfermedades del corazón y diabetes tipo 2.

- Carnes blancas mejor que rojas; incorpora a tu compra semanal carne de pavo o de pollo, siempre sin piel para disminuir la cantidad de grasa.

- No abuses del café ni por supuesto del alcohol.

- Cuidado con el colesterol. Prescinde de los fritos y, en caso de hacerlos, sólo con aceite de oliva.

- Los embutidos, sólo de forma excepcional.

- Bebe al menos dos litros de agua al día (de 8 a 10 vasos de agua). Aunque no tengamos sed, es imprescindible que nos protejamos ante una posible deshidratación. Además, bebe leche, jugos e infusiones que te aportarán una ración extra de nutrientes, proteínas, calcio...

- No a la sal. Sí al sabor. Es importante que los alimentos estén bien condimentados porque comer es un placer a cualquier edad y precisamente a edades avanzadas, en las que es habitual el incómodo consumo de medicamentos, la hora de la comida no puede ser un suplicio más. Añadiendo especias como el tomillo, el romero o el laurel, daremos sabor a nuestros platos a la vez que prevenimos la hipertensión.

- Verduras, legumbres, hortalizas y pescado deben tener un papel esencial en nuestra dieta diaria.

- Los lácteos son nuestro mejor aliado contra la osteoporosis. Leche, quesos, yogurt... Si son descremados, mejor.

- No dudar en consultar al médico o dietista ante cualquier duda, especialmente antes de tomar ningún complemento multivitamínico y al dentista sobre el cuidado y limpieza de la dentadura y encías.

- Comer con otras personas de vez en cuando para hacerlo más agradable. Poner un mantel bonito, probar una nueva receta...

¡Recuerda que nunca es demasiado tarde para hacer cambios saludables en nuestra vida!